Los ojos se iluminaron de nuevo,
el día trajo la noche
y en el fondo de la vida
quise escribir un cuento interminable
sobre lo que amo.
Lloré el silencio, tus manos,
los recuerdos,
lloré la ausencia y el dolor,
el vacío.
Sé que la vida es variable y
que cada uno de los besos que te di
quemaron la eternidad.
Los caminos avanzaban siempre hacia ti,
habitamos los bosques,
nos cruzamos en sus resplandores,
y entre sombras inventé nuevas sílabas,
de tres en tres, para mi boca,
que volverá a escribir “amor” ardiendo a fuego.
Florecen los ojos.
Mónica López Bordón
Blog de la autora
*Cuadro de Leonid Afremov