No hay jaulas para el miedo
Estoy aquí, sentado a la mesa, indeciso,
mover las piernas en los pedales ortopédicos,
recuperar lo que escribí en el año dos mil,
interpretarlo quizás,
¿acaso lo escribió este mismo
que apenas se reconoce en esas metáforas,
en esas confusiones, en esos laberintos
de ideas fugaces, casi inaprensibles,
volátiles como culebrillas acuáticas incoloras?
O bien mirar en la tele
un documental que muestra
el interés que los nazis tuvieron por los vascos,
o leer un rato mientras mi mente
y mis ojos se coordinan
antes de que entre una y otros
aparezca el vértigo inducido por la huella
que el ictus dejó en la parte izquierda
de mi bulbo raquídeo.
Estoy aquí, demasiado atento
a todo lo que siento,
inevitablemente aterrorizado,
el miedo no es un pájaro
que uno pueda atrapar
y meter en una jaula.
Máximo González Granados
