Sandra Bruna, mi agente literaria, me envió una entrada de su blog donde hablaba del tiempo, de que le gustaría volver a disfrutar de las cosas pequeñas, de su niñez… Yo estaba justo preparando una declaración de intenciones (padrenuestrodemisplaceres) sobre lo que he adquirido con los minutos que ahora tengo después de vender mis acciones de la empresa familiar y comprar mi vida (menos dinero pero más amor).
Y aquí va…
Sentir como
cabalgan mis ojos
sobre los contenedores
de basura
(de todas
las ciudades que visito)
para encontrar
tesoros.
Abrazar la
ternura impresa en
la piel de mi
hija pequeña
cuando se tumba
a mi lado
para ver una
película.
Ponerle nombre
a las hojas
que se caen
del limonero y
que bañan de otoño
mi patio y
mi pelo.
Morder los
huesos ardientes
de mi hombre
cuando se
me queda
a vivir
dentro.
Escribir poemas
en mis venas,
procurando
no manchar de
mentiras
mi sangre.
Decirle a mi
padre,
de 80 años y
al que no le
gustan mis
versos
(mis besos los adora)
que lo
quiero.
Todo esto,
junto con
tu lengua
que habita
en un tierno
rincón de
mi cerebro,
es el padrenuestro
de todos
mis cielos y
que me santifica
—cada día—
a los más
dulces
infiernos.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora
Las cosas más sencillas son las más preciadas. Bonitos pensamientos y un bello poema:)
Gracias Eloisa…