Perdóname, Dios mío. Por Marcelo Galliano

Perdóname, Dios mío, si, preso de cordura,
no observé las verdades que esconde la locura,
si en la más larga noche profunda que viví
–cerrados los senderos
y opacos los luceros–
no atiné a abrir los ojos y entonces no te vi.

Perdón por la tardanza, por el soberbio olvido,
por el temor ganado, por el amor perdido,
por no pensar siquiera ni en volverte a llamar,
por desmorirme a veces,
por desvivir con creces,
por suponer acaso que no ibas a escuchar.

Perdón por la costumbre… esta de ir por la vida
contando las migajas de la dicha perdida
y sembrando con llantos a todo porvenir,
por gozar la agonía,
por rifar la alegría,
por rasgar con las uñas las ganas de vivir.

Piedad, Señor, te pido por olvidar las flores,
por confundirlas todas, por obviar sus olores,
por la risa escondida, por no saber llorar
y por llegar tan lejos
adonde no hay espejos
ni agua quieta que pueda ni quiera reflejar.

Por no sentir la lluvia, ni el viento, ni el rocío,
no escuchar más palabra ni lamento que el mío
y por todas las puertas y ventanas cubrir;
por los versos que dije
y los que contradije,
los que cobardemente no me animé a escribir.

Te cuento, Señor mío, que, a pesar de esos años
en que no formé parte de tus mansos rebaños,
algo de Ti llevaba siempre en el corazón:
una esperanza pobre
que, como un falso cobre,
reluce vagamente si se le da ocasión.

Una espiga que sola y ante los vendavales
conservaba con celo su aroma de trigales
esperando la mano que la saque de allí.
Una paloma triste
pero que igual persiste,
murmullo que sonaba tan sólo para mí.

No sé, Señor, si sirven a esta altura mis rezos,
quizá la primavera ya ignore mis cerezos,
acaso no se enciendan mis ramas esta vez;
pero al menos ahora,
a esta bendita hora,
refloto la esperanza de pensar un «tal vez».

Y, si no está en tus planes apuntalar mis días,
si han pasado mis tiempos, mi viejas lozanías,
habrá en la tierra otro que me pueda suplir.
Y con palabra vana
te diré una mañana:
perdón te pido entonces para poder morir.

Perdóname

Marcelo Galliano

Argentina

5 comentarios:

  1. Precioso Marcelo, una oración en verso. 🙂

  2. Hermosísimo Marcelo. Una oración desde la humildad nacida de un corazón amoroso que estoy segura no dejará indiferente ni al más pequeño de nosotros, ni a Dios mismo.

    Un abrazo y Feliz Navidad.

  3. Pero qué bonito. El poeta del amor humano ahora canta al divino y lo hace como un ángel.

    Un abrazo cariñoso y Feliz Navidad.

  4. Muchisimas gracias por tantos elogios

  5. Me ha gustado mucho Marcelo. Es sumamente bello el poema.Mi más sincera enhorabuena.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *