Es bueno que recuerdes al marcharte
que me tendrás allí siempre silente,
en tu sedienta boca como fuente,
como brújula noble al extraviarte.
Y no pruebes pensar que al no llorarte
no ha habido en mí una lagrima latente…
tan muda, tan fatal y tan doliente
que no tiene el fervor de sollozarte.
¡Yo no me voy de vos! Y aunque te vayas
seré esos incesantes atalayas
que velarán por ti cada momento,
seré la piel del cielo lastimada
que te moja en su lluvia descarada
al son de Dios… y al son del mismo viento.
Marcelo Galliano
Derechoa registrados
Argentina
Toca la esencia de lo mas sublime ,su belleza estética recrea el punto. Del éxtasis ,simplemente encantador