Tus palabras me llegan
como un refugio cálido.
Mi boca es tu guarida silenciosa
y las calles amparan nuestra sangre
mientras tus labios buscan mi piel híbrida.
En las encrucijadas de la niebla
veo los jeroglíficos de Gaia
que se abre como rosas en invierno
a los mundos del cuantum,
entre las dimensiones de la herida.
Ana Muela Sopeña
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