Cuarenta y nueve años respirando auroras…
La primera de ellas llenó mi abdomen
de esa luz virgen universal
y así alumbrar a estos pies en mi vida,
renovándose a cada instante
de lo imprescindible para mis pulmones.
Respiro profundo a la amistad
y siempre sereno la sabana,
oxigeno a este león romántico
que gime alegría ante sencilla camiseta
-blanca y roja o naranja nativa-.
Detrás de su grandioso escudo
está tu corazón y conoce mi nombre,
esos ojos que brillaron al mirarme,
sonrisas de colores y manos de energía,
voces alentadoras de hueso y piel
resuenan en mi recuerdo perenne:
caminantes de todos esos caminos,
el regalo de caminar junto a ellos.
Este veintitrés de julio el león reina
y vapulea la boca del viento
cual furioso huracán con una nueva lección:
Alma que ama el Amor
por encima de las profundidades
y sobre todas las formas.
Nadie, salvo la luz, marcará mi senda
ni los resentimientos en mi latido rugirán…
Vivo con paz, agua y sol
y los sueños ronronean en mi casa.
Y así quiero
felicitar a quien lea mis versos
porque también eres león de esta sabana
y siempre compartiremos la misma luz de aurora.
Manuel Brescané