Serpientes. Por Yolanda Sáenz de Tejada

Yolanda Sáenz de Tejada

Esta mañana
he ido a
su cama.
Él dormía
boca abajo.

He atravesado
las sábanas y
su perímetro
más dulce
—área delicada
de triángulos
y vello—

Y he soldado mi
ombligo a su
lomo,
moviéndome
como una serpiente
(muy venenosa).

Con mi
cascabel,
he taladrado
su oído y,
con una operación
matemática de
mi lengua,
he probado
su sangre.

Creo que,
sin querer,
le he
mordido
las venas,
porque él
—siempre él—
ha gritado.

O quizás soy
demasiado venenosa
y…
lo he matado.


Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»

Blog de la autora

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