Hoy, un poemasecuencia. Doble, porque la ocasión lo merece…
En la piscina donde nado
hay un hombre.
Hay muchos.
Es moreno y con bigote y
nada durante cuarenta minutos.
Mi hija
(que va a la misma piscina)
también lo ha visto.
Un día,
me dijo
que todos los niños
lo miraban
porque el hombre
solo tiene una pierna.
Y ella, extrañada,
me confesó
que no se explicaba
cómo podía una pierna,
sola,
nadar “a sirena”.
Yo le conté un secreto
que nadie sabe
en la piscina:
No es un hombre
el que nada,
mi amor,
es un caballito de mar.
Entonces ella entendió
por qué en la tierra
el hombre
necesita muletas
para andar.
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El caballito de mar
me mira
y yo
sonrío.
A veces,
me gusta nadar a su lado,
cerca de su pierna,
la única.
Y cuando termino
largos inmensos
de gotas y
admiración,
nos vemos de nuevo
en los vestuarios.
Él se seca
la prótesis
y yo,
el pelo.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azúcar»