Qué suerte tenerte cuando amanece y me dices «te quiero»
Efecto Pasillo
Somos unos labios buscándose
arrebatados, apasionados,
inquietos…
Somos unos ojos que se enlazan
entre la gramática, los versos,
las leyes, los principios
y los números
escribiendo del amor su futuro.
Somos la mirada desatada
cuando nos atrevemos
a caminar nuestra primavera
y estamos al borde de la luna inmensa
midiendo el calor de la noche.
Somos la pasión cuando, casi de puntillas,
me dices: «Bésame hasta que mis labios
tengan tu nombre».
Entonces yo te escribo, a ternura y a besos,
amándote, teniéndote, queriéndote
cuando amanece.
Mónica López Bordón