Para A. C. V
Debo confesar:
que eres ya una leche
que se bebe despacio por la sinrazón
del caudal tibio y ancho en que fulgura
un concierto de chispas y beldades:
conciliación de las anémonas,
una fiesta tranquila de corales;
las cuentas de un collar: sus colores pulcros.
Aspiración. Alegría. Un regalo
encontrado que debe repartirse. –La leche destila
de tu rostro hace poco imberbe.
Y la redondez de tu cara
platica con la certeza para bien.–
Apenas se ha dicho algo. Y la palabra restrictiva
no suelta su polen deseado
en el despertar de simpatías reunidas
para la manifestación de lo diáfano.
–El ser que comulga…–
Por suerte
acerté tu sonrisa, verdes ánforas; nobleza;
mirada como un trigal que alguna vez se revuelve.
Y estaría dispuesto
a darte mi corazón
en la confianza sin cláusula
de quien participa del pan de las almas,
danza del viento suave;
del buen vino de los días multiplicado.
Nada soy que no serías
por ser humano. Te levanto en mi corazón
y no te corto: te miro agradecido
por haber sólo figurado en el camino.
Aleqs Garrigóz
La poesía es a veces manifestación de soledad; en otras ocasiones, de un encuentro, o de un reencuentro. En estes casos la alegría de que el destino nos sea propicio se resuelve en tréboles de cuatro hojas como este que he tenido la suerte de encontrar.
Hermoso poema, alegre y agradecido.
Y estaría dispuesto
a darte mi corazón
en la confianza sin cláusula
de quien participa del pan de las almas,
danza del viento suave;
del buen vino de los días multiplicado.
Hermosísimo. Enhorabuena y un abrazo.
El trébol de cuatro hojas llegó con su carga de suerte ya que el poema transita acaparando la ateción del que lee. gracias por compartir
Betty