Imagino en tu pecho un maizal
en donde el sol sonríe porque acaba de despertar:
un sol niño con los cabellos despeinados.
Alrededor, en el músculo rosado:
un pueblo pisa descalzo la tierra.
Sobre cada cabeza una nube
cuya caricia algo tiene algo de fiesta.
Palmeras mueven su cintura como mujeres
y los pastizales altos desearían arder
y elevarse como incienso.
El horizonte tiene, como en la infancia,
un arcoíris: las monedas doradas del sueño.
La frente se purifica por el sudor:
es un orbe ancho como posible, donde los días
dejan su marca que no siempre es de esclavitud.
Y la distancia no es límite
si el cariño ilumina como hoguera.
Y cada palabra de un hombre
es una finísima gota de miel resbalando de lo eterno.
Tu sonrisa, aquí, se detiene
en un remanso
para que alguien pueda beber un trago.
Y al apurarlo bebe también lo mejor de sí mismo.
Es un humo simple (parecido a la secrecía
del niño dormido que aprieta en sus piernas una almohada),
un viento ligero de poesía.
Aleqs Garrigóz
Imagen: Sientes la brisa sobre al maizal de Maria Luisa Paloma, acrilico.