Renacimiento
Si para conocer tu Rostro inmenso
tuve que andar a tientas por la vida,
si esta existencia atroz… tan aturdida…
me sirvió para ver lo que ahora pienso,
y si el llorar valió cual golpe intenso
para saberte en toda tu medida:
¡doy por buena mi historia malherida
que al morir renació con tu comienzo!
Porque la flor, también, antes de abrirse,
cuando la tempestad cruel azotaba
fue un capullo con riesgos de extinguirse.
Y el ave enferma que el dolor postraba
halló por fin la brisa a la que asirse
y así echarse a volar como soñaba.
Marcelo Galliano