Gerardo Diego en sus raíces estéticas
Se quejaba hace años el eficaz futbolista Hugo Sánchez (y después lo ha hecho también el más eficaz aún Cristiano Ronaldo) de que los aficionados del Real Madrid no valoraran sus constantes goles por el hecho notorio de que fuesen, precisamente, constantes. Y al hilo de esa afirmación podríamos recordar la atinada sentencia de Francisco Umbral en la que advirtió que nada fatiga tanto a los seres humanos como un perpetuo vencedor. Yo he recordado ambas frases mientras leía este libro de Francisco Javier Díez de Revenga, vencedor perpetuo y lujo intelectual para Murcia.
La primera reacción, para quienes no conozcan demasiado la vida y la obra de este singular poeta del 27 (malherido por la justa fama de casi todos sus demás compañeros de promoción), estará teñida por una cierta frialdad, pues esbozarán la conjetura de que el volumen está destinado a especialistas, y que poco o escaso interés puede cobijar para los simples lectores de poesía o los enamorados de la literatura sin preparación filológica. Pero conviene desmontar cuanto antes esa hipótesis errónea, y enriquecerla con unos cuantos asertos de tanta verdad como contundencia: nadie puede entender y gozar con plenitud la belleza poética del 27 si no se aproxima a Gerardo Diego con humildad y con los ojos bien abiertos; nadie puede, tampoco, llegar a formarse una idea completa de este maravilloso grupo poético si no se adentra en los pliegues más desconocidos de sus vidas y sus obras; y nadie, en fin, podrá encontrar en mucho tiempo un trabajo tan equilibrado, denso y amenamente expuesto como el que el profesor Díez de Revenga (uno de los mejores conocedores españoles de la generación del 27) nos regala en estas páginas impagables.
En ellas nos encontramos a un Gerardo Diego que se interesa por la pintura, por el mundo de la música, por la arquitectura, por los toros, por la Historia de España, por los escritores de su generación (y también por los anteriores y los posteriores, en un loable ejercicio de humildad y buen gusto)… Y tenemos a un Francisco Javier Díez de Revenga que, conociendo miles y miles de detalles acerca de este versátil creador, nos los entrega en un perfecto orden, redactados con prosa elegante y consiguiendo que hasta el lector más escéptico se enamore un poco del escritor santanderino, y se proponga su lectura o relectura.
Rubén Castillo