Semana Santa. Por Luisa Núñez

Virgen de la Soledad

Semana Santa.

   Nunca he sido excesivamente religiosa, quizá porque mi niñez y juventud transcurrió en un ambiente copado por la iglesia en todos los ámbitos. Se quedaba a la salida de misa, o después del rosario de la tarde y toda la sociedad vivía en torno a esas creencias. A los catorce años harta de tanta imposición me declaré atea en la familia lo que supuso un sonoro “pues ya no te quiero”. Así de agobiante era.
No obstante, siempre he tenido una visión transcendente de la vida y he creído que las cosas que pasan tienen un significado que, si bien no se comprende en el momento, pasados lo años encajan como algo que ha sido finalmente bueno o necesario en el conjunto de la vida.

   El año pasado, tras la pandemia sentí un impulso extraño pero firme de vivir la Semana Santa desde dentro para poder comprender ese sentimiento que he observado siempre desde fuera sin entenderlo completamente.

   Durante meses preparé todo lo necesario para poder ser parte de la procesión de la Soledad del Calvario como una Manola más en la procesión de jueves santo con la parroquia de mi barrio y la Archicofradía de la Sangre.

  Es todo un ritual desde que empiezas a vestirte de negro riguroso, a colocar la peineta y la Mantilla con todos los detalles que te permiten moverte sin que ella zozobre y permanezca recta elevándote más de un palmo. Los guantes, las medias, el rosario, el collar y pendientes de perlas o cualquier otro adorno religioso.

procesión
Cuando llegas a la Iglesia y compartes momentos con las demás compañeras te das cuenta de que todas y cada una tiene un motivo para estar allí: devoción, tradición, peticiones al Cristo de la Redención, al Cristo del Amor o a Nuestra Señora de la Soledad en el Calvario, también agradecimientos sentidos por haber superado momentos difíciles propios o de personas queridas. Realmente las figuras encarnan todo el sufrimiento que muchos han sentido y se fusionan con los sentimientos propios de esas vivencias. Ves en esas imágenes tu propio dolor, tu propia soledad y muchos recuerdos que quizá ya habías olvidado.

tambores
Al inicio de la procesión cuando sale el paso con el esfuerzo tremendo de los costaleros y la música resuena marcando el paso, se hace un silencio en el entorno que sobrecoge y te pone un nudo en la garganta. Pasado un rato se convierte en lágrimas recordando muchas experiencias, pero sobre todo a los tuyos que ya no pueden verte aquí, pero que quizá te sientan como tú los sientes a ellos en ese recogimiento colectivo.

 semana santa   Nunca pensé que llegaría a emocionarme, pero así fue. Una experiencia digna de ser vivida al menos una vez en la vida.

La Semana Santa tal y como se vive en España es única, especial y una tradición cultural rica y hermosa donde se unen personas de todo tipo y condición y, a mi entender, entorno a dos propósitos principales: el reconocimiento del sufrimiento y la esperanza de la resurrección y superación de las adversidades en cada una de nuestras vidas.

Volveré a participar, probablemente un Domingo de Resurección y vestida de Manola pero de blanco.

 

Luisa Nuñez

Luisa Núñez

CEO del Portal Canal Literatura
Especialista Universitario en Sistemas Interactivos de  comunicación.

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