Este poema lo hice para una exposición con el colectivo de artistas,
al que tengo el honor de pertenecer:
La Casa pintada.
La gente se lo llevaba impreso en papeles rosas, como siempre.
Y el tema de la exposición era: silencio.
Ahí va… para este lunes de poesía lleno de todos vosotros.
Los mayores
siempre me mandaban callar
cuando quería
explicarles la
importancia del
amor en
mis entrañas:
silencio,
niña,
que tú
no sabes
nada.
Después,
aquel chico
que me dejó
herida en
la cuneta
de su vida,
volvió a utilizar
el mismo sustantivo:
silencio,
niña,
no llores
más.
Ahora he
conocido
a un hombre.
Es abrazo y
lengua y
huele a
tigre limpio y
a colonia de
bebé.
Pero lo que
más importa en
este poema es
su dulzura:
me hace el
amor gritando
como un
animal en
celo hasta
que por fin
soy yo la
digo:
Silencio,
niño,
que nos
denuncian
los vecinos.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Foto: ©Joaquín Zamora
Querida Yolanda, me has hecho sonreír en silencio, pero quiero hacer todo el ruido que pueda con mis manos y con mis pestañas para felicitarte. PLAS, PLAS, PLAS, mis mayúsculas acompasadas y gritonas te aplauden.