Me dices que no es el tiempo
ya una cuestión que me concierna,
que he llegado tarde a los esponsales
de nuestro hallazgo.
Es posible que yo sólo sea
un mensajero de la muerte
dispuesto a cumplir puntualmente
su propósito.
Ven entonces; te vestiré como lo haría
una novia, pero esta vez sin flores,
sin ornatos, sin tus viejos recuerdos.
Los dejaré a tu lado en tu desnuda caja
de listones de cedro.
Descansaré después mi espalda
-como ayer dormitaba sobre tu vientre-
en el tronco de un árbol,
acaso aquél del que arranqué
las tablas para tu urna,
y aguardaré a que el rumor
de sus ramas me diga
qué hacer con tus cenizas.
© Juana Fuentes
Blog de la autora
Muy triste llegar tarde «a los esponsales de nuestro hallazgo».
Haces que el tiempo de cenizas sea hermoso, que la tristeza sea hermosa. Como la Poesía.
Un abrazo fuerte.
Gracias, querida Elena. Y hermosas tus palabras, muchísimo.
Un abrazo.