Un día en la Alpujarra. Por Usue Mendaza

Un día en la Alpujarra

Un día en la Alpujarra.

   Si me dieran a elegir un lugar de España para perderme en él durante unos días o más de vacaciones, uno de estos paraísos elegidos sería, la Alpujarra granadina. Me alquilaría en cualquiera de los veinticinco pueblos que la componen, entre ellos Pampaneira, Soportújar o Carataunas, una de estas típicas casas tan ambiciosa y cuidadosamente engalanadas con sus flores de geranio y su pintura blanca; según podrá observar quien las observa con detenimiento, (como con devoción mariana, harto ya de las torres de hormigón y de las viviendas dormitorio sin personalidad) estas casas tienen mucha luz, pero también mucho misterio alrededor. No hay más que fijarse en los telares de colores que cubren las puertas de entrada, que no están cerradas, pero sí dispuestas de forma que denotan una cierta intimidad buscada.  Estas casas se disponen muy juntas, pero de manera independiente unas de otras, en calles estrechísimas y empinadas, debido esto último a las condiciones del terreno sinclinal en la que se cimentan.

   Mi elección por esta bellísima zona de la ladera sur de Sierra Nevada, está sustentada por la de numerosos escritores, intelectuales e hispanistas, que como Gerald Brenan (integrante del famoso Círculo de Bloomsbury), eligieron vivir aquí, además de los muchos extranjeros que deciden instalarse o jubilarse en esta zona alpujarreña. Diríase que este paraíso interior de la provincia de Granada, tiene cierta clase de duende. No me pidan que les diga qué. Es aquello que no se puede explicar con palabras.

   Federico García Lorca sucumbió como un enamorado a este duende, al hechizo de su paisaje y de las gentes y costumbres de la Alpujarra, y estoy segura de que, si hubiera alcanzado la vejez, porque el alma compasiva que apretó aquel fatídico día el gatillo, le hubiese, en un arrebato de compasión, perdonado la vida, Federico no dudaría en volver a visitar esta comarca, a la que llegó a denominar en vida “el país de ninguna parte”. Me pregunto qué inspiraría ahora de este lugar encantado, a escribir a un Lorca, que ya peinaría canas, siendo conocedora de que fue aquí, en la misma Alpujarra, donde escribiera parte de su Romancero Gitano.

   Tiene la Alpujarra esa belleza singular, pura, inspiradora, amante, embargadora, pacífica, belleza que te enamora una vez y otra, porque no hay vía escapatoria posible. Aquí no hay lugar para el desencanto ni para la humillación urbanística, porque todas las casas de la Alpujarra tienen esa dignidad que otorgan los espacios habitables no pensados para la prisa de la ciudad exhausta, sino para la pausa saludable. El blanco puro de sus piedras lleva al relajo del físico, al de la mente y al de la conciencia y uno se convence paulatinamente de que nada malo puede pasar porque se otorga al pensamiento del visitante, la esperanza de una felicidad perenne y perpetua.

   Me pregunto también si guardarán los muros de estas casas los secretos más íntimos de sus moradores .¿Acaso se tratará de una falsa felicidad y es esta paz de pueblo, que parece detenido en la historia, un engaño subliminal más para ser reclamo turístico?. ¿Percibirán los lugareños de la zona la intromisión de los visitantes y turistas como un estorbo a la cotidianidad de sus vidas?

   Más allá de estas dudas mías, que la Alpujarra se convierta en un paraje turístico de paso más o en una parada obligatoria en el camino trazado  con inercia por el viajero,  para perder  finalmente y sin remedio su idiosincrasia más vívida y personal, es un hecho que los poderes públicos deberían evitar a toda costa; es más, pienso que en pro de los beneficios mercantilistas y económicos de la zona, a los que obviamente hay que atender, porque del aire no se come, es necesario al menos buscar el necesario equilibrio entre el respeto debido a la singularidad de este enclave y el sueño, del todo respetable,  de algunos interesados en convertir la Alpujarra de Granada en un destino o reclamo turístico más. Y digo bien porque es muchísimo más que eso. Puedo dar fe de ello.

 

USUE MENDAZA

Usue

Nace en Vitoria-Gasteiz en 1975. Titulada en Secretariado de Dirección por la Universidad de Deusto, Bilbao (1993-1996). Miembro del Grupo Vasco del Capítulo Español del Club de Roma. Siempre ha sentido curiosidad por el mundo cultural pero a sus 33 años despierta especialmente un enorme interés por la Poesía y por la Literatura. Con el Liceo Poético de Benidorm, de la que fue integrante, participa, además de en numerosos recitales por toda la provincia de Alicante, en la Antología VOCES EN AZUL con la Editorial Germania. Ha colaborado en el libro antologado DEL SILENCIO AL TEATRO DEL PARNASO, disponible en Amazon, en homenaje al poeta modernista hondureño Juan Ramón Molina, amigo de Ruben Darío. Acompañada por el gran cantautor Luis Eduardo Aute entre otros poetas españoles, están también sus letras en la Edición Virtual de Agosto de 2013 en DOS POEMAS Y UN CAFE, Boek Visual. Escribe asiduamente reflexiones, relatos, artículos etc, para Canal Literatura y para su blog usuemendaza.wordpress.com. Actualmente reside y trabaja en la ciudad de Granada.

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