Una vez más y todas las que hagan falta.

una vez mas

 

 

Una vez más y todas las que hagan falta.

 

    Me despierto cada día a la misma hora, da igual que sea martes o que sea domingo. La diferencia entre un día y otro no es el tiempo que marca el reloj sino que, cuando no hay necesidad, intento estar un poco más en la cama antes de levantarme. Pero hoy vuelve a ser domingo y me despierto a la misma hora de siempre y no pienso en estirar un poquito más, no hay tiempo. Pongo los pies en el suelo, y aunque hay días que el desanimo es grande, creo que vale la pena volver a salir a la calle, hacernos oír y poner de manifiesto que estamos hartos del abuso y de que se nos venda siempre por el interés de los que comen del presupuesto y que fuera de él no saben que hacer. Ha ganado la mediocridad, el cortoplacismo y la ignorancia sobre lo que es el Estado de Derecho y la enorme pérdida que supone su falta de respeto. No todo vale y los acuerdos firmados por el son una vergüenza y una verdadera infamia. Es difícil encontrarles una justificación más allá de la necesidad de vender a todo un país para seguir en la cabeza del gobierno. Ni la convivencia, ni un gobierno progresista, ni la comprensión a una posición nefasta para el global de la ciudadanía, son una explicación razonable. Los acuerdos gubernamentales deben respetar las Leyes, la separación de poderes y el control de su legitimidad. Los partidos, cuando acuerdan, deben respetar sus programas. Fuera del imperio de la Ley el futuro es oscuro y aciago. Es vergonzoso escuchar que los acuerdos a los que llega el PSOE son democracia; que los acuerdos son legítimos. Todas esas explicaciones son falsas en lo fundamental. Lo pactado por el PSOE no iba en su programa electoral.

    Uno de los elementos fundamentales de las democracias y los Estados de Derecho es la total separación de poderes. Uno es contrapeso del otro. Y todos, absolutamente todos, estemos sometidos a leyes elaboradas bajo estrictos procedimiento y cuyo contenido debe respetar los principios y derechos que del marco constitucional que nos ampara a todos. El derecho a la igualdad, la seguridad jurídica, etc., no son cuestiones baladíes.
Los políticos deben ser servidores públicos cuando llegan a los órganos legislativos u ejecutivos y deben, porque así lo establece la propia Constitución, promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas. La Constitución es nuestro marco normativo y garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. Parece que algunos, pese a que la juran lo olvidan con facilidad.

    Lo que está pasando en este país con la firma del acuerdo por la amnistía y el «lawfare» con el que se llenan la boca los que más delinquen, no tiene nada que ver con la derecha, ni con la izquierda. Nadie con verdadero sentido democrático y de estado puede estar de acuerdo con semejante ignominia, sobre todo cuando los delincuentes no ha mostrado arrepentimiento alguno y ya vociferan que lo volverán a hacer. No hay mayor arbitrariedad que la que en estos momentos se está llevando a cabo. El acuerdo firmado entre un partido que perdió las elecciones y uno que con siete diputados, encabezado por un prófugo de la justicia, pretende el desmembramiento de este país, es la imposición de una arbitrariedad destructiva. Es una aberración jurídica que siembra la desigualdad entre los ciudadanos, que quiebra con el sistema judicial y, de paso, valida que en este país los políticos tienen bula para delinquir sin consecuencias. Saltarse la legalidad tiene consecuencias para el ciudadano de a pie como no puede ser de otra manera. Los políticos y representantes públicos tienen una mayor obligación, si cabe, al respecto de la ley. No pueden saltarse la legalidad sin consecuencias, no pueden vaciar las arcas públicas y manejar el dinero de nuestros impuestos sin ningún control ni consecuencias.

    Pero parece que nada de todo eso importa. Nos gobiernan tipos sin escrúpulos, abonados en la mentira, el abuso y la arbitrariedad a los que parte de una sociedad enferma de ideología aplaude y mira a otro lado como si la ruptura del sistema de garantías no fuera con ellos.
Dicen que ganaron las elecciones y no es cierto. Por eso, aunque es domingo y tengo muchísimas cosas que hacer voy a salir una vez más a la calle y no me cansaré de repetir, una y otra vez, que no en mi nombre.

Anita Noire

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