Versos sectarios. Por Ángel Medina

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«VERSOS SECTARIOS» 

 

   «Padre» es aquel que trae lo mejor para aquellos a los que ha engendrado. Jamás puede ser un “Saturno” que disfruta devorando a sus hijos. Y, sin embargo, así le reconoce y llama una de sus criaturas, y posiblemente miríadas de su prole. Hasta el punto de dirigirse a él como “Padrecito”, engrandeciendo la admiración que siente moteándole con el diminutivo.

   «Maestro» es aquel que enseña rectamente, y de ahí se deriva su autoridad. Aquello que dice se corresponde con lo que hace― de lo contrario sería una aporía―, y, por tanto, quienes le siguen procuran obedecer lo que manda.  Más allá de la palabrería, conviene recordar aquel dicho de “por sus obras los conoceréis”.

   «Camarada» Es el que se identifica con el otro, dando por bueno lo que hace, y, por tanto, compartiendo un ideal. Pero, la idea muerta no sirve y necesita de los actos. Por tanto, piensa y actúa de alguna manera también como él.

   «Alma» Cuando hablamos del alma estamos refiriéndonos a algo intangible, a una sustancia espiritual e inmortal. En una palabra: el puente por el que se accede desde la animalidad a la persona, y de la persona contingente en el tiempo a la confianza de trascenderse en la inmortalidad. ¿Qué percepción del alma, es decir, la esencia más humana de sí mismo puede tener aquel que practica sistemáticamente la inhumanidad?

   Estas palabras deslavazadas pueden no decir nada concreto, pero si las reunimos en la oración original es posible que podamos hacer una valoración de ellas.

   Es de extraño entendimiento cómo puede hacerse que lo que es intrínsecamente malo llegue a convertirse en bueno, en virtud del fervor popular del lector hacia la autoridad que concede al que lo escribe o dice.  (En este punto convendría tener presente aquello de “cuidaros de los falsos profetas, porque dicen y no hacen”) Llegado aquí, bien podríamos incluir a políticos y adláteres que se han constituido en pseudo-profetas, creando una nueva religión laica.

   Si a toda esta suerte de advocaciones intercalamos que se llora y canta por tan gran pérdida, lo primero que nos vendrá a la cabeza es que se trata de un insigne hijo de la humanidad. Alguien cuya estela invita al culto y seguimiento.

   La sociedad, los hombres suelen vivir entre lo reflexivo y lo pasional. Lo primero permite al hombre ser en lo posible dueño de sus decisiones. Lo segundo, lo visceral responde a un reflejo irreflexivo sujeto a que nos dejemos calar por la opinión de otros a los que hemos entregado nuestra confianza. Aquellos a los que admiramos en la nata que flota en su personalidad, pero sin profundizar en las ideas que subyacen en ellos. Pura propaganda.

   Si todo esto que se ha adjetivado se lo aplicásemos a personajes como Hitler, Mao, Pol Pot, (pongan ustedes …) nos resultaría una barbaridad. Porque, ¿qué padre mataría sin piedad a millones de sus hijos? ¿Qué enseñanza nos transmite como buena nueva el terror? ¿Quién desearía compartir las ideas que se confabulaban en su mente siniestra? ¿Dónde queda esa esencia superior anímica que es el alma, que eleva al hombre de los suelos simiescos hasta el cielo de la más alta esperanza?

   Las ideologías forjan sus mitos. Y con tal de mantenerlos, no dudan en repetir una y otra vez una mentira hasta que, primero se dude de ella, y después, a base de machacarla desde los medios de comunicación― por eso es tan importantes que quienes aspiran al poder lo primero que hacen es apoderarse de las plataformas desde las que adormecer y drogar a la opinión pública―se la haga pasar como verdad. Reescribirse la Historia.  Este es el riesgo cuando el individuo se convierte en masa y puede ser manipulado, acabando aborregado. Es muy posible que el sustrato de todos los males comience en la incultura.

   Llegado hasta aquí, para mejor comprensión, hagamos un breve retrato de todo lo dicho mostrando el personaje al que se le dedica la elegía, qué se dice de él y quién diseña ese retrato poético. No será necesario explicar la falacia ni la ideología que encierra.

 

«Padre y maestro y camarada

Quiero llorar, quiero cantar

Que el agua clara me ilumine

Que tu alma clara me ilumine

En esta noche que te vas»

Redoble lento por la muerte de Stalin.

 

Buenos Aires, 9 de marzo de 1953

 

Rafael Alberti.

(Literato de la  Edad de Plata de la Literatura española, perteneciente a la generación del 27. Premio Cervantes. Hijo predilecto de Andalucía)

 

¿Qué ideología es esta que sitúa el infierno en los cielos?

¿Es necesario añadir algún comentario?

Ángel Medina

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