Cátedra, en su colección de Letras Hispánicas, acaba de publicar Hilo de oro. Antología poética, 1974-2011, casi cuarenta años de poesía en edición de José Luis Morante. Una completa panorámica de la tarea poética de Eloy Sánchez Rosillo al que en este portal conocemos bien porque fue jurado del IV certamen «Poemas sin Rostro» y, desde entonces, amigo entrañable.
José Luis Morante
Fuente: El cotidiano.es
Sin interrupción y a lo largo de cuatro décadas, la obra de Eloy Sánchez Rosillo preserva un discurrir coherente y deja señas diferenciales únicas, que han convertido al poeta en lectura obligatoria. Su entrañable palpitación encuentra en el paso del tiempo pautado ritmo evolutivo y una maduración natural.
El estudio prologal de Hilo de oro recrea el itinerario biográfico, desde sus primeros años hasta el ahora. Ese contexto vivencial permite establecer similitudes entre el sujeto biográfico y el hablante escritural; resulta muy cálido asomarse a las ventanas de los días infantiles, incidir en los años de aprendizaje, cuando se forja la vocación de escritor, y ser partícipes del sustrato sentimental que la escritura inserta en muchas composiciones. La vida de Eloy Sánchez Rosillo ha discurrido en Murcia, allí nació en 1948, estudió y, tras finalizar la preparación académica con expediente ejemplar, desempeña su quehacer laboral como profesor universitario; allí también se han ido completando todos los poemarios que forman el corpus creativo, representado con eficacia en esta antología que abarca más de la mitad de los poemas escritos hasta 2011.
Cada obra es una propuesta personal que tiene como fondo un devenir histórico. El aire de época que respira el inicio creador de Eloy Sánchez Rosillo se definía por el sello culturalista y por el alejamiento de la expresión natural en aras de un lenguaje con prestigio poético, conectado con la tradición pero al margen de la actualidad. El poeta emergente muestra una cortesía distante hacia lo gregario, rechaza modas y prefiere la andadura en solitario; desde el amanecer de su obra opta por una lírica introspectiva, formulada a través de una dicción trasparente, que fomenta el propósito comunicativo cotidiano. La carta de presentación, Maneras de estar solo, consiguió el Premio Adonais, supuso un testimonio concluyente sobre las posibilidades creadoras de una voz que en los años ochenta entrega títulos que lo consagran como un poeta elegíaco. Son poco los estudios críticos que no emparentan la estética de Eloy Sánchez Rosillo con la nostalgia de lo perdido, presente en la escritura de Páginas de un diario, Elegías, Autorretratos y La vida. Es una etapa en la que resalta la conciencia temporal, el ser transitorio de las cosas y el empeño de la memoria en la reconstrucción del pasado.
Ese predominio de lo elegíaco comparte espacio con otras preocupaciones temáticas. En los textos se abordan impresiones de viajes, instantáneas del entorno afectivo y un diálogo continuado con los elementos naturales. La naturaleza es un interlocutor hospitalario y vitalista, cuya palabra fomenta respuestas interiores. Por tanto, en el trayecto de Eloy Sánchez Rosillo hay una confianza heredada en temas y motivos que evita el desconcierto.
Pero ese quehacer creador no es monocorde y busca aperturas y desarrollos. Tras casi una década de silencio, el poemario La certeza supone una inflexión, un renovado enfoque que abre la mirada: la vida nos concede a diario un gozoso bagaje, un colmado despliegue de sensaciones y elementos sensoriales que llenan de motivos para la esperanza.
El tono de La certeza inaugura un segundo momento en la escritura que fortalece la voz celebratoria, como testifican las entregas posteriores. En Oír la luz el hablante lírico mira las cosas con el sereno sosiego de la madurez, reconciliado con su propia condición transitoria. El acto de vivir se ilumina y las sombras se retraen porque el ser es capaz de trascender lo contingente. Los signos de la existencia propician un pensamiento reflexivo, una indagación que conlleva un modo de contemplar la vida en una suerte de equilibrio entre la emoción y el pensamiento. Desde esas claves se escriben los poemarios Sueño del origen y Antes del nombre, libro de cierre de esta antología, obras en las que percibimos una disposición positiva
El recorrido de Eloy Sánchez Rosillo, entre la elegía y la celebración, hace revivir con voz firme el acontecer de la existencia, ahonda en los estados del ser y en su contradictorio estar entre lo permanente y lo transitorio; nos deja en las manos un hilo de oro, la leve plenitud de la belleza.
Hilo de oro. (Antología poética, 1974-2011)
Eloy Sánchez Rosillo
Edición de José Luis Morante
Cátedra, Letras Hispánicas,
Madrid, 2014
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MIRO PASAR LAS NUBES
¿Qué fue de aquel muchacho que yo fui,
de los días aquellos en que era
cierto o posible todo y toda cosa
se encontraba al alcance de mi mano?
Miro pasar las nubes que la tarde
va moviendo en el cielo. En apariencia,
nada ha cambiado, pero qué distinto
me descubro a mí mismo si contemplo
en el espejo del papel al hombre
que ahora intenta escribir este poema.
Pasan las nubes; pasa el tiempo; pasa
la luz gris del invierno por el cuarto
en el que escribo a solas. A lo lejos,
se oye el rumor del mundo. Late, aquí,
la realidad en silencio. Se diría
que es todo igual, mas todo es diferente.
Y difícil. Y extraño. Ya no tengo
la juventud que tuve —o que soñé
que tuve—, aquella fe que mantenía
mi vida en vilo: tantas ilusiones.
Y muy despacio —y a la fuerza— aprendo
a ser el que ahora soy, a ir olvidándome
de lo que fuera mío y la corriente
del tiempo que me ha quitado.
Busco un poco
de paz, y, en esta nada, puedo acaso
decir que soy casi feliz. No pienso.
Acepto. Y vivo.
Pero a veces aún,
cuando miro las nubes que la tarde
va moviendo en el cielo lentamente,
me acuerdo de los días en que era
cierto o posible todo y toda cosa
se encontraba al alcance de mi mano.
Y me pregunto con melancolía
qué fue de aquel muchacho que yo fui.
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