Finalistas del Premio Especial Hispano-Alemán
Juan D. Pineda
Göttinen (Alemania)
Seudónimo: Resplandor inolvidable
Ganador del premio
Relato nº 31
Título: Un resplandor inolvidable
Hasta la mitad del camino de la vida mía, el escenario había sido para mí el sitio de la expresión creativa. El lugar de la reconciliación y el reencuentro de las máscaras, y también de la querella entre la palabra y el gesto.
Por cierto que, llegado a ese punto, no había selva, mucho menos oscura. Pues cuando el vuelo concluyó buscando la otra orilla, que estaba a miles de kilómetros de las costas de mi país, me esperaba la luz de mayo y ella, la del beso y abrazo encendidos.
La ciudad en que ahora vivo se enamoró de mi carpa y ya no me dejó volver. Tampoco ella.
En realidad no venía a quedarme, se trataba de un paseo. Sin embargo, al cabo de un tiempo, me dí cuenta que las tablas y las diablas, tal como las había conocido y vivido, se habían ido quedando atrás.
A cambio, apareció una biblioteca, un claustro, suspendido con los hilos del silencio, las antípodas del escenario. Pero desde el fondo de ese silencio emergían, nítidas, múltiples voces en lengua castellana.
Dispuesta de ese modo la fortuna, mi paseo se convirtió en residencia.
Así pasaron los años, entre la lectura de libros que siempre había deseado leer y la página sedienta de signos. Ahondé en lo que antes era casi aleatorio en mi trabajo: escribir. La poesía se sintió a sus anchas y posó sus alas en mis cuadernos, los relatos me asaltaron a medianoche reclamando también su lugar. Logré publicar algunos en formato de libro, otros en revistas, aquí y allá, cuando la comunicación todavía poseía la dimensión sensata del correo postal.
Un par de desafortunadas experiencias en este negocio, si puede llamarse así, me alejaron de la esfera donde se mueve el bullicio de las letras.
En todo caso, y para que la transición del ruido creativo del escenario a la soledad de la escritura conservara el ludens del hacer, puse en pie un taller independiente, donde por muchos años se encontraron el teatro y la lengua, el cuerpo y la poesía.
Hace algunos días, cuando a instancias de una amiga me decidí a participar en este concurso del Premio Especial Hispano-Alemán, desempolvé una vieja página, escrita el año en que llegué a este país. La tomé, con cierto temor y, bajo una mirada nueva, le remocé su traje de palabras.
Al concluir la tarea me di cuenta que, en mi memoria, la nieve no había perdido nada del resplandor mágico con que se me reveló en aquel primer y ya lejano invierno.
Y ahora, al enviarla a este concurso, no pensé que llegaría a formar parte del grupo finalista. Gracias por ello, si la selección es merecida, y gracias, porque al volver a esa página, también me hizo recordarla a ella, la del beso y el abrazo encendidos.
Göttinen, 22 de mayo de 2008
Dorotea Fulde Benke
Torremolinos (Málaga)
Seudónimo: Gabriele
Relato nº 35
Título: Lazos y Raíces
Hola, soy Dorotea. Nací en Munich pero llevo dos tercios de mi vida viviendo en España; en Andalucía, concretamente en Torremolinos. Mi interés por la lectura y escritura fue despertado a una edad bastante temprana por mi hermana, quien –un poco mayor que yo- leía mucho y escribía relatos y poemas, y yo seguí sus pasos en esos quehaceres igual que en tantos otros. Me di cuenta muy pronto de que era una manera de ‘decir’ cosas que cara a cara no me atrevía a defender y de ‘vivir’ aventuras que de otro modo no hubiesen cabido en mi adolescencia como benjamina de una familia cariñosa y protectora.
Cuando me decidí por la profesión de traductora e intérprete, al dedicarme durante muchas horas a textos de otras personas, perdí la libertad de inventar tramas y seleccionar desarrollos, pero descubrí un fascinante deporte literario: corregir y mejorar sentidos o estilos sin tergiversar. Durante muchos años las traducciones, sobre todo técnicas, ocuparon mi tiempo, pero de vez en cuando tuve ataques de producción íntima, inédita y no sé si bueno o mala… una novela de ciencia ficción que se escribió casi sola como una gripe que una vez iniciada no acaba antes de encontrar su propio final, y otra novela, más autobiográfica, que surgió del mismo modo. Aún viviendo en España, solía escribir en alemán hasta que el año pasado la suerte me acercó al taller literario del Desván de la Memoria, cuyo director, Ramón Alcaraz, supo darme la seguridad necesaria para escribir en español para luego traducirlo al alemán con la finalidad principal de no descuidar a mi hermana, fiel lectora de todos mis productos, sean largos, cortos, rimados, serios o humorísticos.
A mi modo de ver, cada escrito cumple una función: es un acto creativo y enriquecedor; mejora la autodisciplina porque la corrección siempre es necesaria; lleva una chispa de mi fantasía, algo de mi concepto del mundo y representa un esfuerzo constante por mejorar en expresión. Si logra llegar a otras personas, y estas me responden comentando sus reacciones, mi satisfacción es completa.
He participado en varios talleres del Desván de la Memoria, donde la disposición creativa que surge entre todos, bajo la batuta de Ramón, logra una y otra vez armonizarnos y estimularnos para seguir nuestros caminos de aprendices de mago de letras.
Aunque parezca mentira, además tengo otras aficiones: marido e hijo, sufridores acostumbrados a mis frecuentes descuidos de olla y fregona porque otros pucheros se están cociendo en mi cabeza; mi pintura en estilo naif; modelar con arcilla, sin arte pero con cierta gracia; hacer fotos de casas derruidas; mi ordenador, porque trasnocha conmigo y no me recuerda tareas pendientes; y un círculo de amistades que, desde que me abrieron la puerta del Desván, sigue aumentando sin parar.
Finalista también del V Certamen de Narrativa Breve.
Juan Ballester Palazón
Madrid
Seudónimo: bundespost
Relato nº 12
Título: Alemania Sello a sello.
Nací en Madrid en 1960, y si no recuerdo mal, empecé a escribir poemas a los 17 años, aunque eran tan malos que más me hubiera valido buscarme otra afición. Pero aún así seguí encadenado al verso, dejando un rastro de poemas a lo largo de los años, así como algunos relatos que casi nunca salieron de las profundidades de una carpeta olvidada en un cajón. Eran versos de amor y de tristeza, con una gran carga pesimista la mayor parte de las veces.
Pero todo cambió en 2001 cuando se me detectó una enfermedad incurable y los médicos me dieron unos ocho meses de vida. Aprendí entonces a disfrutar de cada día, de cada momento, y a ponerme la sonrisa cada mañana, sabiendo la importancia de la palabra ‘tiempo’ y el verdadero significado de la amistad. Muy pronto descubrí que había un mundo fuera de mis cuatro paredes, al que podía acceder a través de internet.
Y ello me permitió conocer a muchas personas que ahora son mis grandes amigos, y encontré también el amor de mi vida, la mujer con la que llevo casado tres años y junto a la que pienso caminar mientras me queden fuerzas para echarme el calendario a las espaldas.
He visto el rostro de la dama de negro, y quizá por ello trato de aprender cada día a ser buena persona, a regalar mi sonrisa, a compartir mis versos en recitales, tertulias, páginas web, revistas y otras zarandajas literarias. A veces me publican algún poema en esos libritos colectivos que son a menudo la única vía para darse a conocer. Y en ocasiones, como ha ocurrido ahora, hasta me seleccionan como finalista en algún que otro certamen literario.
Así que estoy pensando que esa dichosa dama de negro tendrá que esperarme aún muchos años.
Mercedes Martín Alfaya
Benalmádena. (Málaga)
Seudónimo: Cheshire
RELATO nº 32
Título: La Alemana
Hola, soy Mercedes (merce para los amigos). Nací en Córdoba, aunque vivo en Benalmádena, (Málaga). Hasta hace un par de años, nunca me había planteado la posibilidad de escribir en serio; me refiero a incorporar el hábito de la escritura a mi vida y disfrutar con ello. Tampoco sabía dónde buscar historias, cuidar su aspecto, mimarlas y que tuvieran vida propia. Por eso, la única herramienta que utilicé desde niña fue mi sombra; escribía como una desgarradora necesidad de expulsar lo mío, lo de dentro, lo que empañaba mi ánimo: sueños, amarguras, deseos, miedos… Sin embargo, un buen día, me incorporé a un taller literario por Internet y la calabaza se convirtió en carroza.
Allí, en el país de la escritura, de la mano de mi profesor y el estímulo de los compañeros, aprendí a mirar el mundo con otros ojos y a buscar tesoros para mi cuaderno. Aprendí también, que al lector no se le suelta de la mano; que los sentidos hablan mejor que las palabras; que las historias crecen en cualquier parte y que a escribir bien se llega trabajando; estoy en ello, aunque ya he cosechado algunos premios.
¿Lo mejor…? Descubrir que no estoy sola en este mundillo tan sorprendente, y que el zapatito, si me empeño, ¿quién dice que no se vuelva de cristal?
Os dejo una frase anónima: “Nadie le dijo que era imposible y lo consiguió”
Muchas gracias a Canal Literatura y un fuerte abrazo para todos.
¡Nos vemos en Murcia!
Mercedes.
Seudónimo : Josefina
Madrid
Relato nº 8
Título: La bicicleta
No es fácil competir con El resplandor de la nieve, el Bundespost, la preciosa Nefertiti, Los lazos y raíces y La alemana. Aunque soy un modelo avanzado, paso completamente desapercibida, es lo que suele pasar con todo lo cotidiano.
Lo importante, en este caso, es estar en el paisaje finalista, del mismo modo que en la cultura y costumbres de tantas ciudades alrededor del mundo.
Me satisface disfrutar del camino, urbano o rural, avanzar poco a poco, al ritmo que marquen mis pedales. No soy veloz, pero tampoco dependo más que de los pies ilusionados que me impulsen.
Cargada de palabras, satisfecha, me pongo en marcha.
El destino no lo decido yo, tan solo soy un modesto vehículo dejándose llevar entre España y Alemania al soplo de este premio especial.
José Ruiz Martínez
Panplona (Navarra)
Seudónimo: Bronsson
Relato nº 21
Título: Bronsson.
Nací en Reinosa, Cantabria, en el 66. Mi familia se trasladó al poco tiempo a Cartagena (Murcia) y con 5 años ya estábamos en El Puerto de Sagunto (Valencia). Inicié la carrera de derecho que abandoné por aburrimiento y desde entonces vivo ligado al mundo de la empresa. Poco que ver con la literatura.
Vivo en Pamplona.