Lo plantó delante de su ventana para verlo siempre. En verano, sin duda, le daría algún fruto. En otoño se despeñaría en hojas ocres, amarillas. En invierno la desolación del follaje le daría paso al sol tibio y bienhechor. En primavera volvería a ser una estupenda promesa, los brazos inflamados…
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