(Recitado por Clips)
A veces me aconsejas que retorne a ser niño,
que recupere, acaso, la perdida inocencia,
pides que juegue libre –que lo haga con frecuencia-
y que a esta vida amarga le mejore el aliño.
Quieres, tal vez, que flote con el ala marchita
dándole brisa nueva, batiéndola hasta el cielo,
tus pupilas tan tiernas ven posible mi vuelo
creyendo, dulcemente, que nada me limita.
Anhelas verme alegre cazando mariposas
y saltando a la cuerda, jugando a la rayuela,
bañando en chocolate mis manos y mis muelas
y en un jardín vecino robándome las rosas.
Pretendes que me ría partiendo cada hueso,
soltando carcajadas sin importarme el mundo,
que cambie cada verso fatal, meditabundo,
por otro que sea fresco –que luzca por travieso-;
y que sonriente baile mojándome en la lluvia
salpicando mi cara y empapando mi boca,
desafiando, sin miedo, la nube que provoca
sin pensar en mi triste corazón que diluvia.
Pero mucho me exiges, pretendes demasiado,
tienes fe en que me cambie la triste vestidura
que elimine, de antaño, las escenas más duras,
que borre como nada lo malo del pasado,
que chasqueando mis dedos reversione mi historia
seleccionando gratos momentos transcurridos,
enterrando disgustos, juzgándolos perdidos
conservando tan sólo la primera memoria.
Así es que vas deseando que la piel me renueve,
que vuelva a ser lozano como en aquella infancia,
que corra por el parque rodeado de fragancias
izando un barrilete junto al dios que lo mueve.
¡No sabes cómo temo defraudarte, preciosa,
ni cuanto yo deseo cumplirte tu pedido,
pero, al pasar el tiempo, la niñez y el olvido
se asocian para hacernos más lejanas las cosas!
Por eso es que te pido que comprendas siquiera
que escondida en las letras que enhebro cada día
se oculta agazapada la vieja rebeldía
rebosante del chico de aquella primavera.
Y si notas un día que mi palabra es triste
ten piedad de este pobre poeta que te escribe,
dale a estas simples frases la dicha que en ti vive,
porque tu risa, niña, es lo mejor que existe.
II Certamen Poemas sin Rostro 2006