Leonardo Padura, premio Princesa de Asturias de las Letras.

Leonardo Padura. / J. González/La verdad.es

El escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955) acaba de ganar el Premio Princesa de Asturias de las Letras. El novelista, de nacionalidad cubana y pasaporte español, es un hombre crítico con el régimen comunista de su país. Creador del detective Mario Conde, que protagoniza muchas de sus novelas policiacas y que le sirven para denunciar la situación social de la isla, vive sin embargo en Cuba y prescinde de tomar el camino del exilio.

«Aprendí de Hammett, Chandler, Vázquez Montalbán y Sciascia que es posible una novela policial que tenga una relación real con el ambiente del país, que denuncie o toque realidades concretas y no solo imaginarias», asegura el escritor, quien se muestra partidario del diálogo emprendido por Estados Unidos y Cuba con el auspicio del Vaticano.

La de Padura es una vida entregada a las letras. Estudió Literatura Latinoamericana en la Universidad de La Habana y comenzó su carrera como periodista en 1980 en la revista literaria El Caimán Barbudo y en el periódico Juventud Rebelde.

Ha trabajado como guionista, ensayista y crítico literario, pero han sido sus novelas negras con las que ha obtenido el favor del público. Entre las protagonizadas por el sabueso Mario Conde figuran Pasado perfecto, Vientos de Cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño, Adiós, Hemingway, La neblina del ayer y La cola de la serpiente, todas ellas publicadas en Tusquets y traducidas a numerosos idiomas.

El escritor ha ido edificando su obra en su retiro natal de Mantilla, donde se ha refugiado para escribir con tesón, silencio y lejos de los conciliábulos literarios. Admirador de Hemingway, Padura dejó bien marcado su sello de excelencia con la novela El hombre que amaba a los perros (2009), que recrea la historia del visionario estalinista Ramón Mercader, asesino de León Trotsky. Fue un trampolín para conquistar el mercado internacional y demostrar que era más que el padre literario de un investigador melancólico, bebedor y eternamente insatisfecho.

Uno de los méritos de Padura estriba en recuperar La Habana como personaje literario, describir la fisonomía de una ciudad que vive en los libros, desde la que está presente en Tres tristes tigres, de Cabrera Infante, a la del realismo sucio de Pedro Juan Gutiérrez.

Después, Padura ha entregado a la imprenta Herejes (2013) el relato de los exiliados judíos alemanes a los que se negó la entrada en La Habana durante la Segunda Guerra Mundial.

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