El 23 de abril y los días de lectura y comunicación. Avanzando en los nuevos soportes.Por Luisa Núñez

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«Este día brinda la oportunidad de reflexionar juntos sobre la mejor manera de difundir la cultura escrita y de permitir que todas las personas, hombres, mujeres y niños, accedan a ella, mediante el aprendizaje de la lectura y el apoyo al oficio de la edición, las librerías, las bibliotecas y las escuelas. Los libros son nuestros aliados para difundir la educación, la ciencia, la cultura y la información en todo el mundo.»

Mensaje de la Sra. Irina Bokova, Directora General de la UNESCO,
con motivo del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, 23 de abril de 2013

 

Leyendo este mensaje he pensado que yo no llamaría a esta celebración «el día del libro», tal y como lo explica la Sra. Bolova, sino el día de la lectura y la comunicación.

Hay que reflexionar, y mucho, sobre este tipo de mensajes, que circunscriben la lectura a las editoriales y a las bibliotecas y todo el universo literario al soporte libro de papel. Un soporte este que se está rebelando a estas alturas como costoso, difícil de transportar a todos los rincones del mundo, manipulado comercialmente hasta extremos vergonzosos y, en muchas culturas, totalmente inaccesible para quien no tenga un mínimo de recursos y cubiertas las necesidades vitales. Desde luego, un soporte que no es elegido por la inmensa mayoría de los menores de 20 años en la parte del mundo más desarrollado.

Cuando la UNESCO dice «juntos» creo que no está incluyendo al área digital, que aporta muchos recursos e iniciativas novedosas en todos los campos. Son ejemplos:

  • El proyecto khan-academy en educación, que es una iniciativa colaborativa fantástica y que surgió de unas simples clases particulares en formato vídeo.
  • Cómo no, la Asociación Canal Literatura, que es el que más conozco, como editorial digital y proyecto de desarrollo colaborativo, innovador y único en el fomento de la lectura.
  • La digitalización de los contenidos de  bibliotecas como la Biblioteca Mundial Digital.
  • Archivos históricos como la iniciativa del Ministerio de Cultura PARES.
  • Hemerotecas de prensa como la del periódico ABC, que dispone de documentos digitales desde 1981, y tantas otras informaciones importantes que han pasado a ser accesibles digital y mundialmente.

Escuchar a editoriales y escritores proclamar a bombo y platillo que cada vez se lee menos es un argumento que ofende al intelecto de cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la realidad actual. Basta con saber que, hace menos de cincuenta años, sólo en España, un país pobre entonces, más de la mitad de la población era analfabeta y no sabía leer ni escribir. En esa época, la educación estaba restringida a ciertas capas sociales y entre los que escribían había poca competencia, entre otras cosas porque se encumbraban en entornos locales. La mayoría, como ahora, pasaban completamente desapercibidos. Pero si algo es evidente por pura lógica es que se leía muchísimo menos. Ahora se leerán menos libros de papel, eso ya lo dicen las encuestas hace años, pero es que las formas de leer han cambiado.

Afortunadamente, hoy día, el acceso a la educación es gratuito y general. Todo el mundo sabe o debería saber leer y escribir. La generalización de la cultura nos ha llevado a la incursión de millones de nuevos escritores en el arte de contar historias en una franja temporal muy pequeña (lo que nosotros llamamos el «Genio plebeyo») con una necesidad vital de cultivar la lectura  y la escritura creativa, en muchos casos de forma excelente pero sin posibilidad para todos de acceder a una editorial convencional. Algunos se hacen hueco en entornos locales o regionales, pero muy pocos pueden alcanzar un gran espectro de lectores. Las nuevas tecnologías, además, convierten la competencia en global-mundial. Por tanto, hay que ser muy bueno y ofrecer contenidos de mucha calidad y muy bien posicionados en el ranquin de buscadores para poder llegar a ser conocido en este nuevo contexto. Por eso, hasta los escritores más populares utilizan internet e incluso licencian contenidos libres, porque saben de la importancia que esa difusión conlleva.

Nadie duda de que, hace más de quinientos años, Gutenberg, la imprenta y el formato paginado, es decir, el libro de papel, fueron una auténtica revolución que ayudó a difundir la cultura, traspasar fronteras y comunicarse con seres de otro tiempo o lugar. Este cambio fue determinante para que la información y el progreso llegaran a lugares donde nunca estuvieron presentes. Por supuesto, como todo avance, tuvo férreos detractores, instalados en la manipulación y el miedo a perder el poder que ostentaban.

Lo que está ocurriendo ahora con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es un cambio de similares características, un paso de gigante en el mismo camino. Y también, en cierto modo, está volviendo a suceder lo mismo que entonces. Hay quienes todavía creen que publicar es poner un texto en formato libro de papel y, a partir de ahí, ya son consagrados escritores. Pero publicar es hacer algo público al alcance de muchos, que es algo muy diferente.

Según la RAE:

 1. tr. Hacer notorio o patente, por televisión, radio, periódicos o por otros medios, algo que se quiere hacer llegar a noticia de todos.

Una edición de 200 libros no significa, a estas alturas, poner en conocimiento general un texto ni alcanza más allá del entorno familiar y amistoso al menos comparado con las más de diez mil lecturas que tienen algunas entradas en pocos meses en portales bien posicionados. Pero los detractores de los nuevos tiempos se aferran a un formato que más pronto que tarde pasará a ser un recuerdo en ediciones de lujo y tapa dura en una estantería para títulos clásicos e inmortales. Sí, es difícil ceder el poder, dejar de decidir qué o cómo se publica y da mucho miedo a quienes están instalados en esa forma de vida, muchos de los cuales viven más de su imagen personal que de sus creaciones literarias.

Hoy, excepto el tercer mundo probablemente, todos los demás disponemos de medios capaces de difundir mucho mejor la cultura, más rápidamente, más libre, sin tanta manipulación comercial, con una producción mucho más barata, sin costes de distribución y, por tanto, de una forma mucho más eficiente a través de las nuevas tecnologías (TIC). Existe el formato e-book y multimedia, editoriales digitales, librerías y bibliotecas virtuales, pero, sobre todo, el e-learning (enseñanza electrónica) o escuelas virtuales, que avanzan imparables en las universidades anglosajonas, como la Universidad de Harvard, que están creando plataformas piloto en las que se matriculan más de cincuenta mil alumnos, o en las más punteras de toda Europa. En España, habría que reseñar  el Máster en Literatura en la Era Digital  que ofrece «la capacitación en herramientas de reflexión crítica que permitan la mirada transversal de la  cultura y sus nuevas formas de producción, difusión y consumo, haciendo énfasis especial en el entorno digital y en el análisis comparativo de lenguajes artísticos (cine, teatro, música, escultura, pintura…)». Todo ello accesible desde cualquier lugar del mundo a un simple clic.

lectura y comunicaciónLas TIC son ya aliadas imprescindibles, junto al libro de papel o cualquier otro formato, en esta era y el futuro próximo para «difundir la educación, la ciencia, la cultura y la información en todo el mundo». Entonces la pregunta inevitable es: ¿Por qué no se fomentan? ¿Por qué seguimos hablando sólo de un formato que ha demostrado ya ser poco eficiente? ¿Por qué no se incluye de forma clara en esa tarea conjunta a los ámbitos digitales?

La respuesta no es fácil, pero podemos aventurarnos a formular algunas premisas.

La primera es el desconocimiento de las TIC y su potencial. Muchos creen que por el hecho de estar en una red social cualquiera o tener correo electrónico ya son expertos en el medio. Esto no es así.  Internet es un medio complejo que hay que conocer muy bien para manejarse en él con cierto éxito. Hoy, las redes se pueblan de analfabetos digitales 2.0 sin los mínimos conocimientos, por muy expertos que sean en la cultura o la enseñanza convencional. Probablemente, leyendo artículos de la «Generación Kindle», nos damos cuenta de cómo algunos escritores noveles van descubriendo poco a poco los entresijos profundos de la red, y estoy segura de que comprenden bien de lo que hablo. Los estudiantes aún lo saben mejor, enfrentados a libros con contenido desfasado e incluso caduco que, además, son carísimos para una parte importante de la población incluido nuestro entorno cercano.

La segunda es que tiene que cambiar la manera de rentabilizar económicamente los contenidos literarios y formativos y, en definitiva, la cultura  en cualquier formato. Ya hay ejemplos como Amazon,  Spotify, Youtube o Ustream que demuestran que una plataforma puede ser accesible a autores noveles y rentable si existe cierta calidad en los contenidos. Pero el conocimiento profundo del medio y  la tecnología que lo sustenta es fundamental para afrontar ese reto. Y esto lo saben muy bien las empresas tecnológicas como Google, Microsoft o Adobe, que ya tienen la tecnología suficiente para inutilizar un programa pirata nada más conectarse a Internet. Además, en cuanto el costo y el beneficio previsto de un producto, está amortizado, la política de venta se adapta inmediatamente con ofertas que pasan a ser accesibles para estudiantes y personas con menores recursos. Por otra parte, no todo producto que se consume se paga y no todo lo que no cuesta dinero es gratis. Toda empresa debería contar en su estrategia comercial con factores como son el préstamo o intercambio entre usuarios particulares de un mismo artículo, las promociones gratuitas, las sustracciones indebidas o fraudulentas, y los productos que no tienen salida y se quedan en stock; todas estas circunstancias son comunes a empresas virtuales o convencionales. Son ejemplos, en el caso de empresas editoriales, las iniciativas ciudadanas como el bookcrossing (liberación de libros) o las ofertas de libros gratis por parte de los autores.

La tercera es que Internet tiene unas reglas comerciales mucho más estrictas que el mercado convencional. En Internet, quien no cumple, no es serio, engaña o abusa tiene los días contados, como proveedor o como cliente. La reputación on-line, el prestigio virtual a largo plazo, se gana casi minuto a minuto en una larga carrera con un compromiso solvente y honesto. No vale el márquetin unidireccional solamente. Las opiniones vuelan y, si eres un depredador, el «dime-te digo» o el tradicional «boca a boca» socavan la reputación vertiginosamente. Google, por ejemplo, penaliza el abuso en el posicionamiento si hay fraude en los blogs o páginas que no ofrecen contenidos acordes y renovados con frecuencia. Ebay y Adsense inutilizan las cuentas de quienes infringen las normas o tienen malas referencias. Otro error  es tratar de progresar con un blog personal en solitario, lo  que supone un gran esfuerzo difícil de rentabilizar. El trabajo colaborativo y replicativo es fundamental y puede incluso retar a los poderes establecidos, porque en ese espacio global siempre hay, y habrá, competidores más jóvenes, nativos digitales más avezados y con más conocimiento del medio y sus entresijos.

La cuarta, y quizá más determinante, cuando hablamos de reputación es que, en este momento crítico, donde el engaño, la desconfianza, el abuso del poder y la manipulación son la moneda de cambio hasta en las instituciones gubernamentales o tradicionalmente intachables, ¿quién está dispuesto a afrontar el formato digital en profundidad? ¿Quién es capaz de enfrentarse a la competición global con seriedad honorable, respeto al juicio y la libertad de los consumidores?

Creo que por ahí pueden ir encaminadas las respuestas.

felices lecturas

 Felices lecturas amigos. Comunicaos  en el formato que más os agrade.

Podéis reuniros a contar historias, leerlas en libro de papel, en libro digital, en una tableta, en la web o en el móvil. También disfrutarlas recitadas, digitalizadas o digitalmente si es contenido multimedia.

Felices días  de  lectura  y comunicación a lo largo de todo el año.

Luisa Núñez

CEO del Portal Canal Literatura
Especialista Universitario en Sistemas Interactivos de Comunicación.

2 comentarios:

  1. Manuel de Mágina

    Creo que todo lo que dices aquí esta alentado por una gran visión de futuro. Coincido plenamente, por otra parte, con el análisis que haces de la situación actual de la cultura ante este gran salto que supone abrirse, adaptarse, renovarse, reevolucionar en un medio como este. Te felicito por pensar así y mostrárnoslo y, al mismo tiempo, me congratulo de poder disfrutar de este espacio.

  2. Me alegra que coincidamos Manuel, lo cierto es que el futuro está aquí pisándonos los talones, es difícil no verlo porque casi es presente.La velocidad es lo que marca este tiempo que nos toca vivir.
    Podemos elegir hacer el camino juntos en este espacio veterano. Saludos

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