Canal Literatura: Definiendo el futuro
Un hombre pierde la memoria.
Al poco, los recuerdos comienzan a regresar a él.
Pero son los recuerdos de otro, la memoria de otro…
Esta brillante idea argumental es el sorprendente eje central de uno de los relatos ganadores del Certamen Canal Literatura, que se recopilan en este volumen.
Por lo general, el prólogo de un libro de cuentos suele referirse, como es lógico, a los cuentos que lo componen. Pero en este caso será distinto. Primero, porque, al no referirme a los cuentos concretos (excepción hecha de esas primeras líneas que me han servido de entrada), es como si los observara a todos, con independencia de que hayan sido premiados o no, con un valor único y especial que como conjunto y significado tienen realmente. Y, segundo, porque no quiero dejar pasar la oportunidad de hablar de la experiencia vivida con Canal Literatura.
Una característica que describe a los verdaderos navegantes —viajen por mar, por el cielo o por Internet, aquí el sustantivo los engloba a todos— es su capacidad de interesarse, y de interesarse sin temor, por cuanto habita más allá del horizonte. Diría que esta es la primera seña de identidad del concepto Canal Literatura y de quienes lo hacen posible.
Llevo años —y todavía hoy ocurre— oyendo hablar de los prejuicios diversos contra la red en su relación con la literatura. ¿Van a desaparecer los libros? ¿Acabará Internet con la literatura? ¿Se extinguirán los creadores? Y otros disparates semejantes. Nunca he logrado entender bien este miedo, y durante mucho tiempo, cuando me han preguntado sobre los supuestos peligros de la era digital, he utilizado para responder con humor una metáfora relacionada con mi pasión por el wéstern cinematográfico.
Pocas imágenes tan emblemáticas como la del ferrocarril atravesando las vastas praderas bajo el ataque absurdo e ineficaz —caballos y flechas contra vapor y hierro— de los indios comanches. Siempre he imaginado que vivían tranquilos antes de la llegada del hombre blanco y sus irracionales fórmulas de progreso. Supongo también que la construcción de la vía férrea produjo recelo en todos los indios e inquietud fundamentada entre los más sabios de ellos. Pero, con miedos o sin ellos, el Caballo de Hierro venía para quedarse y para cambiarlo todo, y de nada serviría que los más bravos guerreros intentaran oponerse por la fuerza a su llegada. Creo que no es exagerado decir que la era digital es el Caballo de Hierro y los ciudadanos del mundo —incluidos, por tanto, los escritores— los ingenuos comanches. Lo queramos o no, aquí están los tiempos digitales, y la buena noticia es doble: no solo no va a exterminarnos, sino que además podemos crecer y progresar gracias a ellos. Por eso no entiendo los miedos. Por eso aplaudo a Canal Literatura.
Pero ¿cómo definir lo que aún no tiene —ni, probablemente, puede tener en este momento— definición? Amagaré algunas posibilidades, aun a riesgo de que con su conocida resolución ejecutiva María Luisa Núñez las revoque todas o —quién sabe— vea parcialmente reflejado a Canal Literatura en cada una de ellas.
¿Es una editorial adelantada a su tiempo? ¿Es un centro de experimentación creativa, un taller de vanguardia? ¿Es una suerte de centro independiente —muy independiente— emisor de televisión a su manera, radio a su manera, prensa a su manera? ¿Es una plataforma de expresión abierta a todo el que quiera expresarse? Lo cierto es que no es ninguna de estas cosas, aunque en determinados momentos cumple la función de aglutinar características de todas. Canal Literatura ha sabido reunir a muchísimos escritores que, no teniendo lugar para editar algunos de sus textos en otro formato, los publican aquí. Es una forma nueva de editar y de leer, avalada por una década de experiencia y por su propia capacidad de respuesta, que bien a la vista está.
Iniciativas como Canal Literatura generan preguntas en el mercado editorial tal y como estaba concebido hace aproximadamente ese mismo tiempo, diez años. ¿Es cierto que habrá cambios? Por supuesto que sí, ya los ha habido, y son irreversibles. ¿Va todo ello a terminar con la literatura? Por supuesto que no, con la literatura no puede acabar nada. Únicamente ocurre que las formas de relación entre el escritor y sus lectores cambian con los tiempos, y debemos ser contundentes a la hora de apoyar cuanto concepto nuevo redescubra, o reinvente, o redefina, lo que ya era verdad hace siglos y seguirá siéndolo cuando otros tiempos nuevos y ahora inimaginables vengan a sustituir a los actuales: la literatura es un puente entre dos corazones humanos, el que se expresa mediante la palabra escrita y el que, al otro lado, recibe esa palabra y se emociona con el sentimiento que contiene. Lo demás son detalles.
Canal Literatura es prueba de ello, como lo son todos los textos que componen este volumen. Todos ellos pueden considerarse ganadores por su pertenencia a un concepto nuevo y sólido que tiene entre sus mejores virtudes la capacidad de mostrarnos a quienes, aunque con la mente abierta, venimos de otros espacios más conservadores y, en ocasiones, temerosos. Somos esos, nosotros, quienes debemos recordar que una sociedad libre se mide, entre otras cosas, por la diversidad de sus formas de expresión.
Fernando Marías
Presidente del jurado del VIII Certamen de Narrativa Breve
Libro “Relat@s en el canalVIII” 2011
Creo que tanto las palabras de Fernando Marías como ese libro que dentro de poco podremos difrutar son nuestro mejor regalo navideño. Me quedo con dos frases: de este prólogo
«… con la literatura no puede acabar nada».
«Somos esos, nosotros, quienes debemos recordar que una sociedad libre se mide, entre otras cosas, por la diversidad de sus formas de expresión.»
Esta última, aunque en este caso tenga una referencia concreta a la manera de editar, lo extrapolo a la vida, porque para ser una sociedad moderna y libre hay que aceptar las ideas de los demás y siempre dialogar.
Esos son mis deseos para el próximo año.
Pues sí querida Elena, comparto totalmente la primera frase, entre otras cosas porque desde hace millones de años el ser humano ha tratado de comunicarse dejando huellas escritas de su paso y su experiencia. La creación humana existirá mientras existamos.
Y respecto a la segunda,recordar que siempre hubo editores que rescataron lo que la mayoría dominante no quiso publicar. La tecnología, además permite ahora dar cabida a todas las formas de expresión que van más allá de lo escrito y admite audio y multimedia que al fin y al cabo son las nuevas formas de contar historias. Y si algo se revela como una aventura apasionante, es aprender de otras formas de ver, de vivir y de leer, tanto libros, como personas, como el mundo que nos rodea.
Gracias por tu ayuda en la correcion profesional de este libro.
Un abrazo enorme.