Hace ya bastante tiempo que un tal David Acebes (Valladolid, 1976), funcionario de profesión y poeta por vocación, llamó mi atención como lector, tanto por sus versos como por sus artículos. Y es que este joven vallisoletano, a quien yo aconsejaría como candidato a postnovísimo al propio Luis Antonio de Villena, para incluirlo en alguna de sus futuras antologías, dedica su talento literario tanto a la poesía (Trópico azul…, 2004) como al periodismo (La Columna de Sebastián, El Cotidiano). Su poemario Trópico azul…, cuyos puntos suspensivos aluden a Rubén Darío, fue merecedor (ex aequo) del II Premio Jóvenes Poetas de Valladolid; pero además de eso, ya desde la alusión al poeta nicaragüense contenida en el título, revela el carácter referencial de una metodología literaria que compone mediante analógicas coordenadas, un sendero que tiene una gran cualidad, al mismo tiempo que ilustra, nos conduce a nuevas preguntas. Y es que esa es una de las mejores cualidades de Acebes, vislumbrar conexiones invisibles y formar, a partir de ellas, un renovado discurso literario.
Su faceta periodística da buena cuenta de una vasta erudición forjada a golpe de lectura. Bajo un criterio diverso, su lúcido y mordaz ojo crítico camina entre lo clásico y lo moderno, blandiendo siempre una filosofía cultural tan atemporal como crítica. De ahí el apelativo providenzal. Providencial, por lo necesario de un discurso tan neutro como autocrítico, y provenzal por su apuesta por lo clásico, tanto en fondo como en forma, Acebes es un trabajador de la métrica y no desdeña algo tan calumniado como «ofensivo» en ciertos lares, la rima. Para quien desee navegar por sus argumentos como columnista, aquí este enlace: El Cotidiano.es
Son muchas las razones que revitalizan y ponen de actualidad la obra literaria de David Acebes. Además de pertenecer activamente al Movimiento de Escritores Pro Derechos Humanos, promovido por la institución valenciana Ateneo Blasco Ibáñez, donde participó en su primer congreso celebrado en la Universidad de Valencia, ha visto recientemente publicada su ponencia «Derechos Humanos y Medios de Comunicación» en la colección Líderes de la palabra (Ediciones Ateneo Blasco Ibáñez, 2014).
En el año 2006, David Acebes participó en la Campaña de Cruz Roja “La diversidad, nuestra mejor opción”, con los poemas Autorretrato -écfrasis del colaje Happy together de Yugo Minami (Japón) y Pilar Beltrán (España)-, Encuentro -écfrasis del acrílico homónimo de Bass Wane (Senegal)- y Hola, Hello, Ciao, Bonjour -écfrasis de la obra del mismo título de Maricarmen Maglieri (Argentina)-.
En 2012, participó con «Las mil y una heridas» en el libro Latidos contra la violencia de género, con «Animula, Vagula, Blandula y Futuro simple» en la Antología Voces sin fronteras II (Editorial Alondras, Canadá) y con «No me digas que parezco un pez» en la Antología del Primer Concurso Internacional de Poesía “Órbita literaria”.
Son -para su juventud- muchos los éxitos y considerable el progresivo reconocimiento de este autor tan singular; posee una hoja de servicios en pos del Arte que va aquilatándose con el tiempo; pero, de entre todas sus destacables aportaciones a la Filosofía y el Verso, he decidido seleccionar dos de sus más recientes logros como pretexto de actualidad para entrevistarlo: ganar el 1.º premio del I Certamen de Poesía Social La Alpujarra-Antonio Ferrero, y ganar el 2.º premio en la modalidad «Jorge Manrique» del VII Certamen Nacional de Poesía Jorge Manrique, que no es poco.
ENTREVISTA
- El pasado 20 de septiembre, en la localidad granadina de Albuñol, usted recogió el 1.º premio del Certamen de Poesía Social La Alpujarra-Antonio Ferrero. Su obra titulada «Diario de un poeta… cabreado», escrita en décimas satíricas, consiguió ser «un reflejo, coloquial y poético de un sentimiento que está en la calle», como dijo usted posteriormente al diario El Norte de Castilla. Teniendo en cuenta la tendencia que actualmente predomina, una poesía blanca, libre y prosaica, ¿cree usted que (paradójicamente) parte del éxito del poema radica en haber apostado por una estructura tan clásica como la décima, formato predilecto de algunos poetas de la Generación del 27 como Gerardo Diego y Jorge Guillén? Y más aun, ¿considera que la elección de la rima consonante enfatiza más su discurso poético y contribuye así a inocular con mayor eficiencia el «veneno» del poema en el lector?
En efecto, el epigrama clásico, el poema breve y satírico, ha sido utilizado desde siempre por los poetas mayores de nuestra historia literaria (Quevedo, Góngora, Lope de Vega). Sin embargo, últimamente, este tipo de poesía ha sido muy denostada. Parece como si el poeta de hoy tuviera que ser o trascendente y metafísico o ser aparentemente mundano. Mi intención es conjugar en mi obra ambas vertientes. Ser, como quería Miguel Hernández, viento del pueblo.
El título de mi poema escondía un homenaje al Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez, que ya en 1986 había sido desmitificado por Jon Juaristi con su Diario de un poeta recién cansado. Por lo tanto, la elección del título alude a esa doble vertiente. Lo que empezó siendo poesía pura (Diario de un poeta…) acabó siendo cortada por el hacha de la realidad, lo que hizo que me convirtiera en un poeta (… cabreado).
Por otro lado, al ser vallisoletano, reconozco como uno de mis maestros a Jorge Guillén, el cual modernizó, aportando savia fresca, esta estrofa clásica, que por su brevedad y sencillez se ajusta perfectamente al molde de lo satírico. Utilizar esta estrofa es de alguna manera una forma de homenaje. Curiosamente, en Homenaje – uno de sus libros- utiliza el mismo tipo de glosa (Al margen de…) que utilizo yo en mi poema. Lo que ocurre es que él lo hace “al margen de” sus poetas preferidos y yo lo hago “al margen de” titulares en periódicos digitales, que dan a mi entender una visión exacta y a tiempo real de la actualidad. Asimismo, no puedo negar que el empleo de la rima consonante facilitara la lectura de mis poemas, pues creo que –si uno trata de escribir poesía social- es acertado utilizarla para de esta manera llegar mejor al lector.
- El Ateneo Cultural de la Alpujarra (Granada) es una de las instituciones literarias españolas que defienden con notoriedad los Derechos Humanos. Como autor, es conocido su compromiso con esta causa a través de diferentes asociaciones de artistas. ¿Cree usted que los poetas -y más en los agitados tiempos que vivimos- están obligados «moralmente» a escribir poesía social? Es decir, ¿cree que todo aquel que dice llamarse «poeta» debe descender de su torre de marfil y prestar su arte al servicio de los más desfavorecidos? ¿O piensa, por el contrario, que el Arte hace tiempo que perdió su condición intervencionista, y, por ello, resulta una utopía pensar que los artistas, al menos en parte, pueden cambiar el mundo?
Decía Gil de Biedma que sus compañeros de generación eran unos “señoritos de nacimiento / por mala conciencia escritores / de poesía social”. Yo no me considero un “señorito de nacimiento”, pero mi mala conciencia de ciudadano de clase media –en este país y en las circunstancias que nos ocupan – me obliga a dedicar algo de mi tiempo a la poesía social. De alguna forma, encuentro en este sentido ciertos paralelismos de mi vida con la trayectoria vital de Antonio Machado. Como poeta funcionario y de provincias, lejos de los centros de actuación, de vez en cuando bajo de mi torre de marfil juanramoniana y envío mis colaboraciones al Movimiento de Escritores Pro Derechos Humanos, al Ateneo Republicano de la Alpujarra y a todos aquellos lugares que yo siento que tienen algo que decir y que hacer.
- Para ayudar a aquellos lectores que todavía no conozcan su obra y su figura, podríamos decir que su literatura engloba rasgos característicos como: culturalismo, ironía, crítica constructiva, búsqueda de un clasicismo moderno, interés por la ciencia y sus aplicaciones a la vida o una militancia confesa con ideales insobornables. ¿Se reconoce usted en estas «etiquetas»?
Sí, me veo reflejado en algunas de ellas. Al menos en las de “ironía” y “crítica constructiva”. Por otra parte, no huyo de las “etiquetas”. Me gusta sentirme obligado por ellas, pues para mí son objetivos a cumplir. Por un lado, poeta, esa sería la primera de las etiquetas. Por otro, cualquiera que me quieras poner: culto, irónico, social.
- ¿Cómo se definiría a sí mismo como escritor?
Me gusta definirme como poeta cuántico, y con Rubén Darío, «muy antiguo y muy moderno».
- Díganos de qué autores ha bebido David Acebes a lo largo de su vida y cuáles le han marcado profundamente hasta el punto de influir en su escritura.
Como letraherido que soy, son muchos los autores que me han influenciado a lo largo de mi vocación literaria. Por citar a algunos de los que siempre me han acompañado, te hablaré de Miguel Labordeta (quien me sugirió mi primer verso surrealista: «Ditirambo sigiloso de arrumacos clandestinos»), Leopoldo María Panero, el Dalí escritor, Lorca, Cernuda y, por supuesto, Machado y Pessoa, de quienes aprendí la lección de los heterónimos.
- Nombre también algunos de sus libros de cabecera.
Mis libros de cabecera son muchos. En general, para escribir, me nutro de los títulos publicados por la editorial Cátedra, en su colección ‘Letras hispánicas’. Un cariño especial le tengo a dos libros que suelo releer de continuo: Teatro crítico universal de Feijoo y el Diario de un genio de Dalí.
- El ilustre Pessoa se distinguió entre otras muchas cosas por la utilización de heterónimos con los que firmaba diferentes obras, un recurso que usted ha utilizado en no pocas ocasiones. Cuéntenos cómo nacieron Carmina Davis o Sebastián Thèus en la mente de David Acebes, y qué función desempeñan tales hipotéticos escritores en su bibliografía
Por lo que se refiere a mis heterónimos, en realidad son tres; mi ortónimo David Acebes, que es –al igual que los otros dos- una máscara más que esconde mi faceta de escritor ortodoxo, Carmina Davis, que es profesora de una universidad ficticia de México e hija, para más inri, de Lynch Davis, un apócrifo de Borges, y Sebastián Thèus, que no es solo escritor, sino pintor, escultor, fotógrafo y filósofo. Además, resulta que este personaje de ficción es un heterónimo «compartido». Yo solo soy el 50% de Sebastián… Lo que hace de este último un personaje muy querido por mí, capaz de involucrarse en cualquier aventura literaria.
- En su citada ponencia «Derechos Humanos y Medios de Comunicación», concebida para participar en el I Congreso del Movimiento de Escritores Pro Derechos Humanos celebrado el pasado año en Valencia, usted propone un nuevo tipo de poesía social creada y difundida a través de los Add Commentque permiten algunas páginas de Internet. Su utilidad, siempre apostillando a noticias de actualidad, además de su natural pretensión de denuncia, aspira también a convertirse en una moderna forma de expresión, automática, creacionista, quizá algo deudora de autores como Juan Gris, Tristán Tzara o Vicente Huidobro. ¿Qué tiene que decirnos al respecto?
La idea de los add comment surgió en el congreso de escritores celebrado en Valencia, donde se ofreció a los presentes una nueva forma de componer poesía social, a partir de titulares aparecidos en prensa digital. En aquella ocasión, lo definimos como un “sistema de creación poética, crítica y cercano a un postmodernismo viral”. Nuestra propuesta consistía en transformar esta idea del add comment en una actividad masiva y sincronizada. Para lo cual, propusimos a los presentes señalar una fecha y una hora determinadas, preparar un grupo de personas, compuesto por escritores o simples copartícipes, y –a partir de la orden de salida- bombardear los principales periódicos del país con nuestros propios comentarios poéticos. En un lapso singular de tiempo, quien accediera a estos comentarios se encontraría –en vez de los típicos comentarios habituales- con nuestras propuestas poéticas. Como dices, tiene algo de performance y de vanguardia.
- Bajo el nombre de «El hombre [hu]eco», usted comenzó una serie de entrevistas a personajes relevantes de la cultura, como: Pablo García Casado, Luis Torrecilla Hernández o Daniel Rivero Macías, un proyecto que nació de una colaboración con un escultor y culminó en la conceptualización de una de sus preocupaciones: la deshumanización del ser humano en el siglo XXI. Cuéntenos el origen y consecuencias de esta concreción filosófica elevada al arte a través de un virtuosismo ecléctico.
En efecto, «Entrevista con el hombre [hu]eco» es el título que le di a un proyecto en común con el escultor Eduardo Cuadrado y la pintora Neila Pascual. Eduardo Cuadrado, muy generosamente por su parte, me cedió una de sus obras para un experimento de psicodrama en el café literario ‘El Sur’ de Valladolid, que fue acompañado de una lectura de mis poemas y del cuadro que Neila Pascual pintó para la ocasión y en el que –con su particular visión onírica- aparecemos Eduardo y yo, junto a su obra, en el acto de creación. La idea es que el público que acudía al café interactuara con la obra de Eduardo, su hombre [hu]eco; un hombre que es hueco por dentro y que, por tanto, cuando una persona se sienta a hablar con él y le pregunta, la respuesta que obtiene es su propio eco, la única respuesta cierta a su pregunta.
Tras realizar este experimento, pensé en utilizar el mismo recurso en mis entrevistas. Selecciono personajes relevantes del ámbito cultural (escritores, pintores, etc.), e intento quedarme hueco, desnudo, frente a ellos para que mis preguntas sean a su vez su propio eco, las respuestas que ellos estaban buscando.
- El pasado día 19 de septiembre, fue fallado el VII Certamen Nacional de Poesía “Jorge Manrique” en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Villamanrique (Ciudad Real). Su obra «Décimas amorosas en que Jorge Manrique razona con su dama, doña Guiomar de Castañeda» mereció el segundo premio en la modalidad «Jorge Manrique». De nuevo aquí usted utiliza la décima para vehicular con éxito su discurso poético. En esta ocasión, una estrofa de Jorge Manrique en que formula una pregunta a Guevara, estrofa que fue recogida en el Cancionero Generalrecopilado por Hernando del Castillo (Valencia, 1511), sirve para conducir ingeniosamente el poema en nueve estrofas, nueve partes que comienzan con cada verso de la interpelación manriqueña. ¿Qué le hizo decantarse por esta estructura?
La glosa es un recurso literario profusamente utilizado por los poetas castellanos. De hecho, los famosos versos “Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero” son unos versos de autor desconocido que glosaron tanto Santa Teresa de Jesús como San Juan de la Cruz. En mi caso, me pareció apropiado partir de una estrofa -de alto contenido lírico- de Jorge Manrique para construir un poema narrativo, consistente en una conversación galante entre el poeta palentino y su musa. Al final, mi poema se convirtió en un “tira y afloja” poético entre dos personajes de nuestro acervo histórico.
- ¿Hasta qué punto considera oportuno buscar un equilibrio entre fondo y forma? ¿Qué es para usted más importante en poesía, el qué, o el cómo?
Nicomedes Sanz de la Peña, uno de mis maestros, desdeñaba a todos aquellos poetas que no usaban la rima. Para él, la forma estaba muy por encima del todo. Yo no llego a tanto, pues no me gusta desdeñar a nadie. Pero, en este sentido, me siento deudor de sus enseñanzas. De vez en cuando, ¿por qué no escribir un buen soneto clásico? ¿Por qué no escribir un buen poema compuesto a base de décimas de ritmo cubano? Hacerlo y parecer moderno tiene su mérito.
- Muchos de los poetas contemporáneos, cuando son entrevistados acerca de lo que es la poesía para ellos, responden sin dudarlo que la poesía es: filosofía, inteligencia, reflexión, pero lamentablemente no recuerdan mencionar que sobre todo, y para muchos, la poesía es emoción, pasión y celebración. ¿Comparte usted esa aséptica opinión que reduce la poesía a lo intelectual?
Reconozco que mi poesía tiene mucho de intelectual. Pero entiendo que la poesía intelectual es solo para poetas y filósofos. Por mi parte, creo que mis mejores poemas son aquellos que parten de una emoción (por ejemplo, la cara de sorpresa de mi hija) y logran trascender, por medio de la reflexión, a una pasión que es entendible por todos, o por lo menos por una gran minoría.
- Y ya para finalizar, háblenos de sus próximos proyectos.
Puedo contarte cuáles son mis próximos proyectos, pero ten seguro que dentro de cinco minutos habrán cambiado. Me considero un creador de ideas y voy tocando todos los palos, abriendo nuevos caminos. Por el momento, me encuentro enfrascado en la composición de un libro de aforismos escritos al alimón con otro poeta de mi generación y en la composición de mi próximo poemario, cuyo título provisional es Oración en el Templo de la Concordia.
José Antonio Olmedo López-Amor