PRIMER PREMIO
Andrés Eduardo Pierucci, ganador del primer premio y Raquel Lanseros recogiendo su trofeo, en la entrega de premios, de manos de Eloy Sánchez Rosillo.
Andrés Pierucci con su trofeo en Arroyo Seco (Argentina)
Estimados amigos el momento ganador comenzó a gestarse con la generosa palabra «enhorabuena» que encabezaba el mail con la noticia. Y esa es una palabra de augurio, de promisoria bienvenida. Era la bienvenida de la crítica, del jurado, del lector a mi obra, o por lo menos a una muestra de mi obra como lo fue el poema elegido. La experiencia fue, como todo premio, un abanico de sensaciones, de recuerdos, de gentes y de hechos que estuvieron allí, fusionados en ese mensaje, en ese espasmo de orgullo y de rememoración de sentimientos. Estuvo mi madre con su biblioteca inicial de poesía, mi barrio, mis versos allá por los catorce años, la imagen de la mujer, protagonista y heredera de mi metáfora. Y al ser en España estuvieron todos mis amigos íntimos, que como decía Borges, son íntimos aunque ellos no me conozcan o nunca me hallan conocido, por ser parte de mi vida, de mi mesa de luz, de mi secreto, mi sensualidad, como entre otros, el siemprefeliz Federico G. Lorca, MIguelito Hernández, Becquer, el gran Antonio que fue siempre en el buen sentido de la palabra «bueno», y Lope de Vega, y Quevedo y así muchos más, todos ellos fueron el premio, todos ellos fueron las aristas de la hermosa palabra, de la amistosa y honesta palabra: «enhorabuena» que daba comienzo a la noticia de este reconocimiento de Poemas sin Rostro que es motivo de festejo y de brindis. Por ello levanto a la distancia, relativa distancia , mi copa latina y agradecida. Por ello me vuelco otra vez a proseguir este silencioso, mágico, sereno, violento y dulce oficio de escribir, de creer en la palabra, de protegerla, de lustrarla, de pensarla, en fin, de hacerla digna de los sentidos. Hasta siempre. Muchas gracias.
Andrés Eduardo Pierucci
Primer Premio Poemas 2008
Arroyo Seco, Santa Fe (Argentina)
SEGUNGO PREMIO
Juan Francisco Ballester recoge el segundo premio.
Impresiones de la entrega de premios.
Dicen los tópicos que segundas partes nunca fueron buenas, pero cuando se trata de una entrega de premios literarios, y más en concreto del Certamen “Poemas sin Rostro”, uno está encantado de repetir un año más entre los finalistas y se siente una emoción especial por haber conseguido colarse entre ese puñado de privilegiados, tal como me sucediera hace dos años.
Fue en diciembre cuando se hizo pública la relación de poemas seleccionados, y tras seis meses de espera, acudía a Murcia con la tranquilidad que proporciona el sentir que, pasase lo que pasase al final, se había cumplido sobradamente el objetivo inicialmente marcado.
Así que me propuse disfrutar de la cena en compañía de mis amigos, saludar a viejos conocidos, y enriquecerme intelectualmente al lado de tantos y tan cualificados asistentes al acto. Y por supuesto, como es consustancial en esta clase de actos, tenía además la remota esperanza de que el maestro de ceremonias encargado de leer la plica pronunciase mi nombre, aun a sabiendas de que la competencia iba a ser, como siempre, enorme.
La cena discurrió animadamente y las viandas desfilaron por las mesas haciendo las delicias de los más voraces, entre los que me incluyo, y luego de dar buena cuenta de las mismas llegó el momento más caliente de la noche. Emoción, nervios, caras de póker, discursos ensayados “por si las moscas”, cruzamiento de dedos, roces de medallas milagrosas y de amuletos infalibles. Se comienza por el certamen de poesía, el único en el que tengo opciones: el nombre del tercer clasificado cae como una bomba (para mí era favorito indiscutible). Sálvese quien pueda; a partir de ahora cualquier cosa puede suceder. Pero no he de esperar mucho, porque casi sin interrupción se desvela en nombre del clasificado en segundo lugar: Urrutia’s lover, es decir, Juan Ballester, o sea, yo mismo.
La alegría interior me desborda por completo, y subo al estrado a recoger el trofeo conmemorativo. Fotografías, sonrisas, aplausos, cientos de pensamientos que desfilan por mi mente, fantasmas que se desvanecen, felicitaciones de diversos asistentes, unos segundos de gloria hasta que se pronuncia el nombre del ganador absoluto y quedo en un confortable segundo plano. Es mucho más de lo que hubiera imaginado.
La ceremonia sigue: entrega de los premios de narrativa y del premio especial, sorteo de diferentes obsequios, copa y baile. Y luego, por las calles de Murcia, más baile y más felicitaciones. La noche es más hermosa que nunca; la compañía, inmejorable, y cuando por fin llego a la habitación del hotel, las manecillas del reloj marcan las seis y pico de la madrugada y ya está amaneciendo. Agotado, pero víctima de una extraña felicidad.
Y es que la vida, a veces, nos depara momentos inolvidables.
Juan Ballester (Urrutia’s Lover)
TERCER PREMIO
La representante de Josefa Parra Ramos recoge el trofeo al tercer premio.
Sucede a veces que un poema no encuentra el libro en el que aposentarse. Ha surgido a su albedrío, solitario y sin fronteras a las que acogerse, y una lo mira con cariño (al fin y al cabo es hijo propio y ha nacido del amor por las palabras) pero también con esa suerte de benevolencia triste que provocan los niños tímidos o poco sociables.
Así me sucedió con “Metamorfosis”. No sabía en qué lugar, en qué páginas, encajar este poema que me convencía por sí mismo pero que no cuadraba con lo que había estado escribiendo. Lo dejé en un archivo esperando que el tiempo me diese una clave. De vez en cuando, lo releía y volvía a guardarlo sin lograr solucionar el asunto. Hasta que, curioseando en ese mundo paralelo e infinito de Internet, me topé con el certamen “Poemas sin rostro” y alguna luz debió de encenderse porque supe que allí precisamente había de mandarlo. Ni siquiera lo envié con ánimo ni esperanza de ganar, sino con la sola convicción de que era el lugar idóneo para ese texto.
Fue una gran alegría saber que el poema había gustado y que tantas personas lo habían leído y aprobado. Fue también la corroboración de que existen los pálpitos y de que hay que dejarse guiar por ellos.
Muchas gracias a todos los que habéis hecho posible que “Metamorfosis” haya encontrado un sitio y, lo que es más importante, un lector. O muchos lectores.
Josefa Parra Ramos
Premio Especial del Público 2008
Ignacio Fajardo Portera recoge el premio de manos de Francisco Giménez Gracia, Director General de Archivos y Bibliotecas de la Región de Murcia.
SOBRE LA ENTREGA DE PREMIOS
Aprovechando el fin de semana, y dado que no conocía Murcia, me presenté allí el viernes acompañado por mi esposa y dos familiares. Esto nos dio ocasión para recorrer y visitar la ciudad, de la que destaco especialmente su catedral.
Pese al tremendo calor la impresión fue muy grata, apreciando una ciudad con el centro histórico muy cuidado y de agradable paseo.
En cuanto a la organización de la entrega de premios, sólo puedo tener palabras de agradecimiento para Canal Literatura, y pese a no poder asistir a la cena previa por motivos personales, tengo que decir que disfrute como un chico pequeño, puesto que me sentí arropado y rodeado de personas que comparten la misma pasión que yo. El ambiente era familiar y distendido. Debido a que también tuve que representar al finalista Santiago Redondo, mis continuas subidas al estrado debieron hacer pensar a más de uno que veía doble. Cuando llegó el turno de recoger mi premio (el primero que recibo en el ámbito poético, y por lo tanto sé que siempre tendrá algo especial), me sentí cómodo y relajado, pero mientras recitaba el poema sobre mi padre, me pudo la emoción y pensé que no podría terminar los últimos cuatro versos. No se si lo notasteis, pero me fallaba la voz.
Después, durante la velada y baile posteriores, aproveché para charlar con los diversos premiados, jurados y público, aunque no con todos como me hubiera gustado, pero el tiempo no daba para más. También me alegré mucho de poder conocer personalmente a Leo Zelada que asistió al acto como acompañante de Ana Álvarez y al que considero uno de los más importantes poetas y expertos literarios del momento.
Para terminar, voy a poner un pero, de manera que también quepa algo de crítica: Me sorprendió que no se leyesen los poemas ganadores. Creo que este aspecto se podría subsanar en próximas ediciones.
Por último, siguiendo vuestra petición, dejo aquí el poema que leí y que está dedicado a mi padre (falleció cuando yo era todavía demasiado joven)
NO SUPE
Yo conocí la mano que llenaba la mía.
Abracé al hombre alto
-era lo más alto, cuando todas
las cosas eran altas-
y me llenó de ideas como besos,
de besos como risas, de vértigo y caricias.
Yo distinguía el ruido de sus pasos,
el golpe del llavín en la cerraja,
y cuando entraba la casa ya era casa,
las alcobas encogían de repente
la noche era redonda y se cerraba,
caracol, vientre, redil, manada
mansa, completa y agrupada.
Yo conocí a mi padre siendo padre
pero no supe del hombre que encerraba.
Un cordial saludo a todos.
Ignacio Fajardo