Poeta.
Poeta es alguien que, al mirar, ve; que, al escuchar, oye. Esto es más complicado de lo que parece. Para llegar a ver y oír, hay que andarse con mucha calma. Alguien que no tenga capacidad verdadera de contemplación no puede ser poeta, pues arrastra consigo ideas preconcebidas y no se para nunca ni ante nada de lo que encuentra en su camino ni ante sí mismo para tratar de comprenderlo o de comprenderse. Como consecuencia, no dirá en sus escritos más que vaguedades o disparates.
Poeta es quien ante cualquier cosa del mundo —no hay ninguna sin importancia— se detiene y la mira y la escucha largamente, no sólo con los ojos o con los oídos, sino con todas las facultades de las que disponemos, para lo cual hay que despojarse de apriorismos y de opiniones personales. Después de mucho contemplarlas, las cosas irán tomando confianza con uno y haciéndole confidencias sobre su forma de ser, ya que no son mudas, sino muy elocuentes; les gusta mucho comunicarse, aunque sólo si ven que eres de fiar y que no vas con exigencias ni con engreimientos ni con prisas. Luego, el poeta sólo tendrá que transcribir a su lengua lo que ellas le han dicho en sus respectivos idiomas sin palabras, añadiendo lo menos posible de su particular cosecha.
Es decir, que, a través del poeta, lo contemplado y observado despacio hablará en su propio nombre, y ahí, claro, no puede haber errores ni imprecisiones. Esto vale para cualquier poeta que desee escribir con verdad, tanto para los místicos y los orientales como para los de aquí o los de Sebastopol.
Foto: Juan Ballester
Hay que señalar, no obstante, que a pesar de la renuncia a lo individual y privativo necesaria para entrar en comunicación con la realidad exterior e incluso con lo más hondo de uno, lo escrito por el poeta, inevitablemente —y afortunadamente—, no será una simple e impersonal “traducción” a su idioma de lo que ha escuchado en las cosas o en lo más desconocido y escondido de sí. La poesía pasa por él y se impregna de él, de su sello distintivo. De lo contrario, el texto resultante pecaría de demasiado objetivo, neutro y deslavazado, igual o muy parecido en éste, en el otro y en aquél. Todos los poetas verdaderos hablan de lo mismo, pero de manera única, primigenia, y por eso nos conmueve y nos sorprende su decir como algo nuevo y nunca antes dicho.
Eloy Sánchez Rosillo