El odio ante el torero muerto
Se han puesto en el pecho las medallas de la bondad universal y el progresismo planetario, y de la boca no se les cae la palabra «tolerancia», pero ha muerto un humilde torero en la plaza de Teruel, un hombre joven y valiente, Víctor Barrio, de Sepúlveda, donde deja una viuda e hijos, y esos autoelevados a los altares propagandísticos de la ética, la virtud y la moralidad, los guardianes del bien mundial, para quienes el resto reptamos en la categoría subhumana de «indecentes», se han lanzado sobre su cadáver, sobre su memoria y sobre su dignidad de ser humano, con un odio tan terrible, con una rabia tan cargada de bilis que ni siquiera donde pastan a sus anchas, las redes llamadas «sociales», han permanecido esta vez indiferentes ante esa explosión de pus. Ha sido algo tan repulsivo, tan carente del más mínimo gramo de humanidad que, amén de la repulsa, no puede bajo ningún concepto permanecer impune. Porque lo firmado por algunos es un delito, un delito de odio, de esos que ellos se pasan la vida denunciando en cuanto alguien no suscribe su pensamiento totalitario y único.
No faltó a la cita, sino que asomó de los primeros, el «podemita» Pablo Hasel, el componente del aquel coro ya histórico con Iglesias y Errejón, ese presunto autor, en realidad un proetarra condenado a dos años de cárcel por apología del terrorismo, de letras donde se pedían tiros en la nuca para «peperos» y socialistas. El domingo se descolgó saludando la muerte de un ser humano con jolgorio y señalando que de repetirse ese resultado en las plazas de toros comenzaría a acudir a ellas con frecuencia. Y de parecida guisa fueron otros tuits firmados por quienes se consideran a ellos mismos dechados de virtudes, maravillosos y pacíficos seres, defensores de la tierra, sus especies y animales, pero cuya carencia de respeto por la vida humana resulta estremecedora.
La cima de la infamia la conquistó un individuo, de nombre Vincent Belenguer Santos, valenciano, quien escribió esta vomitiva brutalidad, más allá del insulto y de la inhumanidad absoluta, que precisamente por su grado de vesania absoluta considero didáctico reproducir como ejemplo, pues este es el clima de fanatismo y odio que se respira y se expande sin control: «Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel (en su casa le conocerán a la hora de la siesta). Yo, que soy un ciudadano muy «educado» hasta el punto de ser maestro, me alegro mucho de su muerte; lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de puta que lo engendraron y toda su parentela. Esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. HOY ES UN DÍA ALEGRE PARA LA HUMANIDAD. BAILAREMOS SOBRE SUS TUMBAS Y NOS MEAREMOS EN LAS CORONAS DE FLORES QUE TE PONGAN, ¡¡CABRÓN!!».
Las mayúsculas y exclamaciones son también suyas, como lo es el procaz insulto a sus padres y familia. Estremece, pero ilustra. Es un pestilente regüeldo de un individuo. Sí. Pero el eructo es el reflejo de lo que se lleva cociendo en el estómago de nuestra sociedad. Un grano cada vez más enconado y enorme de pus y odio. Crece y crece y no nos atrevemos ya no a sajarlo, sino siquiera a señalar su existencia. Nos reventará.
Antonio Pérez Henares
Lo vivido estos últimos días a raíz de la muerte del joven torero es de no creerse. Y, como dices, protagonizado por semidioses que viven por encima del bien y del mal, que poseen la verdad y que son tan peligrosos como cualquier ser que destila totalitarismo y odio, un odio asqueroso e inexplicable. De verdad que no lo entiendo.
Lo más triste es que los que se burlan tachan de doble moral a quienes comemos carne o productos de origen animal y no apoyamos las corridas cuando nosotros lo hacemos por supervivencia, porque a veces no hay otra cosa qué comer o uno se puede morir literalmente si no come eso. A mí me parece que es más doble moral argumentar durante años que la vida vale igual sin importar la especie pero llorar la muerte de un toro y alegrarse por la de un ser humano, ¿no que la vida vale igual sin importar la especie?
Algunos animalistas debrían pasar hambre como tantos seres humanos sobre la tierra antes de hablar Chalico.
Pero ten por seguro que ellos no defienden más que la posibilidad de sentirse mejores que los demás, so sí, bien comidos y bebidos.
Un abrazo desde España.
Carl Rogers hablaba sobre el «Proceso de convertirse en Persona», un camino, como todo en esta vida. Pero cuando ese proceso no culmina, tenemos Gentuza, o sea: seres (no Personas) despreciables (según la RAE), viles y mal nacidos (añade servidora).
La gentuza no tiene moral y es incapaz de acrisolar sentimientos de ninguna índole. Escupe su basura emocional insultando a un muerto, por ejemplo; o a todo aquel que respire en su contra o no haga un buen «espejo» con su sentir salvaje y desmedido… Es cruel, a la par que cobarde, llenar de ponzoña las redes sociales abanderando una causa de la que, en el fondo, no tienen ni la más remota idea (la gentuza carece de IDEALES). Cualquier Persona que ama a los animales, ama también a los seres humanos. Y, aunque no entiende a aquellos que los siguen torturando para su disfrute, no se jactan de ninguna muerte, bajo ningún concepto, ¡jamás!
Este tipo de seres, esta gentuza, con estos actos deleznables nos echan una pátina de mierda a los que verdaderamente creemos en causas nobles y en el amor; sin clasificaciones gratuitas o sin tener que mezclar churras y merinas (que no sé por qué razón no debemos comer carne los que amamos a los animales y deseamos que dejen de torturarlos… no sé por qué…) Los animales que tienen una muerte digna, sin sufrimiento o torturas innecesarias, sirven para alimentarnos; igual que existen animales que comen otros animales para sobrevivir. Es una cadena, y no se deben mezclar las cosas: la supervivencia y la nutrición con el desbarre emocional…
El otro día leí que alguien había caído desde los alto mientras pintaba un mural urbano. Un joven artista que fallece por accidente laboral; sin embargo, vaya, este pobre diablo no sale en las noticias ni es enaltecido por nada. Quizás carezca de la vanagloria que tiene el mundo del toro y del toreo en este país. Aún así, el insulto o el jactarse de este tipo de situaciones para enarbolar falsos ideales ES VERDADERAMENTE VERGONZOSO, PRIMITIVO Y ABOMINABLE, y carece de cualquier justificación.
Un saludo a todos.
Seguimos en la misma dicotomía de siempre Mar, personas de bien y gentuza, como dices. Dan igual las preferencias o los gustos personales, eres o no eres gente de bien. Yo no hago más diferencias.
No obstante, echo de menos esa entereza de ánimo, ese comedimiento ante el dolor y la tragedia, así como ante las alegrías y éxitos. Ese saber estar en el mundo con pundonor, sin exhibición permanente de nuestras desgracias o miserias o nuestros logros.
Es excesiva esta necesidad de vomitar lo primero que viene a la cabeza sin la más mínima reflexión, capacidad ésta, por cierto, que solo cultivan lo que defines como personas.
Gracias por tu reflexión.
Un besazo preciosa.