Elogio de una soberanía robada. Por José Antonio Olmedo López-Amor

Abre tus ojos y observa

 

“Estamos aquí para despertar de la ilusión

de que estamos separados”.

Thich Nhat Hanh

 

 

LA CREDULIDAD DEL IGNORANTE

 

Cualquier constitución elaborada para legislar un país presume entre sus artículos de palabras como: justicia, igualdad, libertad, ordenamiento jurídico o pluralismo político. No hay que ser una autoridad en la materia para darse cuenta de su sistemático incumplimiento. Y es que uno de los resortes de los que se ayuda el poder para alcanzar su estatus es precisamente el engaño. Un engaño más que evidente a día de hoy que hace uso de todos los recursos a su disposición –legales o no- para materializarse.

Como ciudadanos de países <desarrollados> estamos acostumbrados a recibir misivas de comportamiento, directrices que no interpretamos como mandato – lo que son- sino como tendencia, corrección o inclusive como medida de integración social. Y es que no por nada las cúpulas de la inteligencia mundial basan sus proyectos en estudios sociológicos, somos objeto de una etología sumergida, análisis que determinan los perfiles generales de una masa anónima que demanda y manifiesta inconscientemente alimentar sus instintos mostrando una actitud manipulable (gregarismo).

La condición humana está formada por una serie de vicios distintivos, una letanía de rasgos animales que arrastran consigo la pesada carga del materialismo, la envidia, la ambición, valores arraigados que hábilmente estimulan los facinerosos gobernantes. Nos dibujan un paradisíaco escenario poblado de derechos seráficos para después desviar nuestra atención con cortinas de humo que les permiten llevar a cabo sus intenciones onerosas valiéndose de la anquilosada estructura que ellos mismos complican para su ocultación. Tal vez sea ese principio el erróneo, la política, pensar que un estamento tan alambicado y corrupto como ese sea el único válido para gestionar los recursos de una nación. El hecho de convocar a los ciudadanos a las urnas cada cierto tiempo puede decirse que no es más que una farsa, una pantomima que alimenta la creencia del individuo acerca de que su gobierno tiene en cuenta su opinión. Si bien en una campaña electoral todos los discursos de los líderes políticos versan sobre el consenso de los partidos, la economía del bien común o la prioridad de los intereses generales de la sociedad sobre cualquier otro asunto, una vez adquirido el poder, el grupo de turno aliena toda esa dialéctica de vapor que propagaba asentando una inmoralidad recalcitrante. Una vez más la masa necesitada de liderazgo renuncia a su autonomía y es manipulada por uno de sus caracteres más subrayados, su heteronomia.

 

LA CULTURA COMO ARMA INSOBORNABLE

“Lo que aparenta ser lo más fuerte

ha sobrepasado ya su tiempo de vida.

El futuro depende de lo que se está fraguando desde abajo”.

Seamus Heaney

 

Como decía el icónico revolucionario por antonomasia Ernesto Che Guevara “Un pueblo que no sabe leer ni escribir es un pueblo fácil de engañar”. Volviendo a los rasgos que nos caracterizan como sociedad global, encontramos la ignorancia como constante inamovible, aunque parezca mentira, una gran parte de la población sigue siendo analfabeta, otra gran parte no completa los estudios básicos, otra parte apenas culmina unos estudios medios y así sucesivamente. Abandono escolar, falta de recursos económicos de las familias, asilvestramiento de una juventud desencantada quizá por no encontrar un revulsivo en estudiar una carrera para después engrosar la lista del desempleo. La subida de tasas en las universidades, el desequilibrio entre la inflación y la renta per cápita, la preservación del misérrimo salario mínimo interprofesional y un largo etcétera, son motivo más que suficiente para producirse una expansiva pérdida de derechos y el desamparo intelectual de varias generaciones.

El poder es esencialmente egoísta, no quiere ciudadanos que piensen por sí mismos, no quiere verse cuestionado por seres inferiores que lo único que tienen que pensar es en mantenerlo, por eso fabrica la cultura de masas y trata de dificultar el acceso de las clases medias y bajas a la educación. Es muy consciente de que la cultura es una de las llaves que puede romper su monopolio, su estrategia básicamente se reduce a desorientar y desunir al pueblo, en lugar de aumentar y proteger sus derechos. Uno de los resortes mundiales creado para esa función de monopolio es sin duda la globalización, hecho que aumenta las diferencias entre las clases sociales y el aumento de la producción y el beneficio de los mercados a costa de un precio medioambiental y de la supresión de libertades y derechos. Los pequeños y medianos comercios están desapareciendo,  la facilidad para comunicar con personas en la otra parte del planeta de manera inmediata hace que todos nos decantemos por las mismas vías y sin querer estamos marcando un rastro con nuestra información fácilmente detectable. Son tantas las connotaciones negativas de esta tendencia mundial sobre la sociedad que cualquiera que aumente sus conocimientos en ese sentido advertirá de inmediato un ofensivo intrusismo en la libertad que como consecuencia nos desemboca en una sensación beligerante. La educación es la puerta, la cultura la llave.

 

LA CIUDADANÍA Y SU ROL FÁCTICO

“En el arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo

el artista y el objeto de su arte, es el escultor y el mármol,

 el médico y el paciente”.

Erich Fromm

 

El mundo está en peligro, la amenaza del pensamiento único sobrevuela todos los escenarios futuros, el sociólogo M. McLuhan introdujo ya hace tiempo el concepto de aldea global para referirse a la interdependencia creciente entre las diferentes sociedades del planeta. Universalismo no equivale a homogeneidad. Algunos piensan que la mundialización que padecemos es inevitable, otros pensamos que –por lo menos- sí es reorientable y eso exige pasar a la acción.

Mientras la economía no esté al servicio de las personas y de la biosfera no será posible disfrutar de un sistema inclusivo y solidario, evolutivo y sostenible, algo poco probable si analizamos los intereses que defienden instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio, los verdaderos reyes de esta arcadia de degradación y pobreza en expansión.

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La ciudadanía no es consciente del inmenso poder que posee, el ciudadano de a pie se siente vulnerado, inferior a sus dictadores que los tratan como semovientes, pero nada de eso, precisamente está en manos de la ciudadanía el único y verdadero poder para oponerse eficazmente y hasta pulverizar cualquier instancia de poder a la que considere deshonesta. Tan sólo debe cerciorarse, cada individuo, de que los fines que él persigue son los mismos que los de su vecino y que son perfectamente realizables aunando fuerzas. Si la sociedad quisiera, podría derrocar a cualquier rey, arruinar a una empresa determinada o convertir en inaplicable cualquier decreto que ella no acatara. Pero para eso hace falta perder el miedo y ganar la convicción. Si sabemos de una empresa que explota a niños para manufacturar sus productos, promovamos una campaña de acoso y derribo y no compremos ninguno de sus artículos. Toda aquella marca que no cumpla las normativas de comercio justo, todo aquel grupo político que no respete las leyes ni el decálogo de su precampaña electoral debería temblar ante el expeditivo acto de una sociedad indignada y bien canalizada que loa ajusticiaría al momento. Pero no es así, permitimos que unos bancos sufragados con dinero público expolien a sus propios clientes cuando lo que deberíamos hacer es un ataque masivo y no ingresar moneda alguna en sus cuentas. Los bancos, como brazos articulados de los gobiernos, son una lacra que sirve para controlar e intimidar a los ciudadanos, si fuésemos capaces de reclamar nuestra soberanía como pueblo veríamos que los sistemas que tenemos por factibles son meras dictaduras disfrazadas, y seríamos testigos, con una crueldad pasmosa, de que el siguiente paso del sistema sería la violencia, y no dudarían en utilizar cualquier medio por cruento que fuese para eliminar sus amenazas.

Es necesaria la revolución para salir de la oscuridad, todos somos títeres, números que viven en la parte más oscura de una sombra, sujetos potencialmente consumistas para quien manipula los hilos, un rol umbrío que a través del valor y la cultura debemos y podemos cambiar. Debemos creer en el antropocentrismo a cualquier precio, desobedecer las normas y potenciar nuestras virtudes, nadie hace caso de manifestaciones pacíficas, es más, las criminalizan, eso no nos deja muchos cauces para canalizar nuestra discrepancia. Los periódicos son las sagradas escrituras del eufemismo, hay que decir –basta- y movilizarse.

 

DE LA SUMISIÓN A LA SUBLEVACIÓN

“Cuando la dictadura es un hecho,

la revolución se convierte en un derecho”.

Víctor Hugo

 

El paso que debemos dar como ciudadanos libres y conscientes de nuestras responsabilidades, no es fácil, pero es necesario, no se puede soportar por más tiempo las vejaciones a las que nos someten los mecánicos e insensibles métodos de la ambición de los pudientes. Si no remediamos a tiempo que la agresividad de los mercados determine las circunstancias económico-sociales de los continentes pronto llegaremos –de la mano de la ciencia- a escenarios donde la rebelión ciudadana se limitaría a una pobre resistencia. Si tal como está vaticinado la robótica desarrolla sus técnicas y nos ofrece los primeros cyborg completamente insertados en la sociedad, ¿qué clase de empresario no querrá contratar al empleado perfecto, que no se detiene a comer, que no llega tarde ni enferma, que no percibe sueldo ni emite queja alguna? El futuro se presenta desolador. Imaginen un ejército de sicarios robóticos, sin remordimientos ni escrúpulos, sin dudas ni humanidad, ¿alguien piensa que no serían utilizados para reducir a los desobedientes?

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Las mismas familias que actualmente monopolizan los recursos del planeta, serán las mismas que lo hagan de aquí a cien o doscientos años, la única salvedad es que para entonces la balanza –si no hacemos nada- ya se habrá desequilibrado por completo. Que nadie dude que no es libre. Que nadie dude de que está condenado. Que nadie dude de la inexorabilidad de esos procesos, ya imparables, que van deteriorando y acotando al ser humano.

El ser humano es el factótum que hace girar la maquinaria del mundo, y nadie puede convencerme de que deba ser esclavizado, pluralidad de culturas y respeto, equitativas normas, poderes públicos. Nada debe escapar al escrutinio de la verdadera democracia, aquella que garantiza la prosperidad y bienestar de sus practicantes. Si una entidad bancaria no funciona, debería cerrarse. Si un partido político estafa, debería suprimirse. La dignidad de una persona no es moneda de cambio. Derechos inviolables, normas relativas. Libertad, sanidad, educación, el planeta ofrece recursos para todos ¿quién no proporcionaría alimento a aquel que muere de hambre? Mientras no luchemos por ello no merecemos llamarnos seres humanos. Escuchad a Hessel. Hay que paliar la pobreza, el hambre, el miedo, nadie lo hará por nosotros. Las circunstancias nos exigen el mazo, el golpe sobre la mesa, la convicción desatada, no titubeemos más en la obediencia sistemática, nos han defraudado tantas veces que ya no hay decoro en el silencio. Cambiemos mártires por héroes, son mucho más baratos, viven menos y no piden disculpas. La mascarada tiene sus días contados, debe eclosionar la primavera de las conciencias, debe terminar este declive que corrompe hieráticos edenes y contamina idílicos estuarios. Facundia tras facundia, mentira tras mentira y el odio nacerá para buscar su forma.

La violencia siempre ha de ser el último recurso en cualquier pleito, esperemos que nuestra pasividad no lo convierta en el único.

 

José Antonio Olmedo López-Amor

 

 

12 comentarios:

  1. Creo que la violencia nunca ha de ser un recurso, ni siquiera el último, y que tampoco hay que saltarse las normas. El fin no justifica los medios. Evidentemente, hemos de despertar y ponernos en marcha, pero sirviéndonos del Derecho y los mecanismos de la democracia.
    Desgraciadamente, nos sentimos indefensos porque nos parece que no sirven. La verdad es que se aprovechan de nuestro desconcierto.

    • Estimada Elena:
      Gracias por tus palabras. Entiendo que no siempre podemos estar en sintonía, ya que cada persona es un mundo. Es comprensible todo lo que argumentas, lo políticamente correcto, pero pienso que tu perspectiva tiene coherencia en un sistema formado por personas que piensen y actúen de la misma forma, sin embargo la realidad es muy distinta. Si debiéramos obedecer las normas como tú dices, la plataforma antideshaucios -por ejemplo- no debería haberse creado. No podemos animar a los demás a que sean sumisos de unos líderes corruptos, títeres sin voluntad que no cuestionen ni defiendan sus valores. La violencia, lo queramos o no, siempre es el último medio. El que más tiene siempre quiere más, le importa poco si los demás se mueren de hambre, ¿tú crees que va a hacer caso de alguna petición diplomática? Los franceses sesgaron el cuello de su rey y cambiaron la Historia. Sirviéndose del Derecho y los caminos de la Democracia asesinos y violadores están en la calle, mientras quieren encerrar en prisión a una pianista que tocaba demasiado fuerte o a una señora que encontró una tarjeta en la calle. Sólo hay que ver el telediario para darse cuenta que algo no va bien. Tenemos miedo al cambio, tenemos miedo de hablar claro de temas tan escabrosos, pero tarde o temprano la verdad sale a la luz. Me gustaría que más personas opinasen como has hecho tú porque la controversia y polémica siempre ayuda a iluminar el camino de la duda. Uno puede mostrarse dialogante y correcto siempre, pero hasta cierto punto, llega el momento en que, o te haces oir y respetar o desapareces. Muchos pensamos que hay leyes y políticos obsoletos y sin embargo siguen imperando y ordenando. ¿Si una persona noble e inocente explota de rabia por tanto atropellos sufridos quién es el culpable, esa persona o lo que la ha motivado estallar? No estoy haciendo apología de la violencia ni mucho menos, todo lo contrario, nuestro mundo es violento e injusto, aquí se puede pagar la fianza de nuestra libertad con el dinero robado, se llega mucho más lejos con una mentira que con una verdad, cuanto antes nos quitemos la venda de los ojos más tiempo tendremos para corregirnos. Muchas gracias por comentar, siempre es bueno saber la opinión de los demás aunque en este caso no sean coincidentes los pensares. Pero en este caso lo tengo muy claro, sólo hay que observar cualquier libro de Historia de la Humanidad para darse cuenta de que se ha escrito con sangre.

  2. El otro día estuve viendo la película de Ghandi, y hay que reconocer que hay muchas formas de cambiar las cosas que nos limitan y nos convierten en masa inerte. Pero la violencia, al menos para mi, es el fracaso más tremendo del ser humano que no es capaz de vertebrar otro tipo de alternativas «más humanas», es decir, más racionales y por tanto más difíciles , sobre todo de sostener en el tiempo.
    La plataforma antidesahucios que nombras ha utilizado la ley y ha presentado una iniciativa ciudadana al congreso, A lo mejor no lo consigue a la primera, pero ese es el camino, cambiar la ley. En eso estoy de acuerdo con Elena.
    Para mi ,el problema principal José Antonio, es que no hay verdadero compromiso personal e individual por realizar ningún cambio, en el fondo la mayoría de la gente espera que alguien lo haga por ellos mientras se quejan y de eso si hay ejemplos a lo largo de la historia. Todo el mundo mira al otro eperando soluciones, y las soluciones empiezan cuando cada uno empieza a cambiar su propia conducta y el entorno más cercano.
    Tu mismo lo dices: «Tan sólo debe cerciorarse, cada individuo, de que los fines que él persigue son los mismos que los de su vecino y que son perfectamente realizables aunando fuerzas.» Permíteme añadir que lo que hay que unir no es la fuerza bruta y visceral, sino una fuerza racional, organizada y comprometida hasta conseguir los objetivos, por tanto también una fuerza perseverante. Y eso es dífícil y precisa tiempo.
    Como dices hay muchas formas de pensar para compartir.
    Saludos
    Luisa

  3. Suscribo todo lo dicho por Elena y Luisa. El otro día, en un titular, se decía que Fernando Savater decía algo así: Todo el mundo critica a Wert, pero la educación nos importa un pimiento. Yo creo firmemente que es así. Me basta mirar a mi entorno. Si las cosas no cambian, es porque no hay una número significativo de ciudadanos que de verdad quieran que cambien.

  4. Con razón estamos como estamos.

    • Muchas gracias Luisa y Thomas por vuestras exposiciones. Es dificil a veces llegar a un punto de encuentro de ideologías, yo comprendo vuestra postura esperanzada, creyente de algo que quizá no ocurra jamás, pero lamentablemente vivimos en una sociedad donde las buenas maneras y la educación están infravaloradas. Estoy con vosotros en que si las cosas no cambian es porque carecemos del numero de ciudadanos con voluntad para cambiar las cosas, eso es algo evidente, pero preguntémonos el motivo de la inoperancia del resto, quizá miedo (miedo a perderlo todo por alzarse en armas contra el poderoso y ya sabemos lo que eso conlleva) o quizá un miedo por su integridad física y la de los suyos (como por ejemplo asisitir a una manifestación pacífica y sufrir los ataques de los antidisturbios) miedo a ser marginado y repudiado por la mayoría de la sociedad (por no pensar, consumir ni obedecer como ellos) miedos fundados por una amenaza violenta que aguarda tras el desobedecimiento, una amenaza a la que se pretende aplacar con pacifismo. ¿Cuántos años más necesitáis que transcurran para daros cuenta -por fin- de que vuestra estrategia no funciona? Espero que no muchos porque para entonces habra mucha gente fastidiada. En mi artículo abogo por la cultura como arma (creo que la cultura no es violenta) hay que conocer, informarse, aunar fuerzas, proponer, moverse e instar al movimiento, incluso propongo ejemplos no violentos de acción social como lo de no comprar productos de empresas que exploten niños o no ingresar dinero en los bancos (cosas nada violentas) pero veo que os fijáis ta sólo en la última frase de un artículo de varias páginas haciendo gala de ese miedo subyacente a perderlo todo. Seguramente, si no ingresaramos dinero en los bancos padeceríamos una guerra civil contra el gobierno y los pudientes, pero eso es sólo una teoría. Evidentemente que la plataforma antideshaucios se ha constituido legalmente por los cauces habilitados para ello, pero eso no ha sido lo que ha evitado el desalojo de sus casas a varias familias, sino el de las personas presentes que luchaban por ello. Según vuestra teoría la gente hacinada ante la puerta de esas casas deberían obedecer las órdenes y permitir el desalojo ¿me equivoco? Claro, mientras sea a los demás y no sea a mí. Decís que la violencia nunca es una opción, que es una muestra del fracaso racional, pero ¿como reduciríais a un asesino para ponerle las esposas? Seguramente con palabras bonitas como algo así: «Señor asesino ¿sería usted tan amable de ponerse las esposas?» La fuerza se emplea todos los días aunque no queramos reconocerlo y sobre todo contra nosotros, yo no digo que apliquemos el ojo por ojo, sino que cuando vuestras vías se agotan y no queda otro camino lamentablemente no queda otra opción que luchar o morir. Luisa comenta que ha visto la película de Gandhi, yo he visto La Lista de Schindler, Salvar al soldado Ryan y muchas otras donde el poder de los más fuertes destroza a los demás con el silencio y el consentimiento del resto del mundo. Necesitaríamos un Gandhi en cada pueblo, diariamente, y todavía así sucederían las mismas cosas a grandes rasgos. Tenemos en nuestra naturaleza todo lo bueno y lo malo que sabemos que nos conforma, es casi imposible vivir en una burbuja de pureza porque tarde o temprano viene alguien y te roba. Aunque consiguiésemos el número adecuado de personas concienciadas que se comprometieran a luchar pacíficamente encontrarían la oposición de sus gobernantes, gobernantes que no están dispuestos a dar su brazo a torcer sin derramar sangre. Pensamos de la misma forma sólo que vosotros creéis que con los cauces que os permite una constitución -que nadie respeta- y unas leyes -injustas- es suficiente y yo creo que no.

  5. Entiendo perfectamente tu impaciencia José Antonio, pero no pretendas que mis palabras digan lo que no he dicho. Cuando me refiero a Ghandi, digo que muchas formas de hacer, no que yo lo haría así. No ser violento no significa ser pacifista abúlico. Hay terminos medios y miles de colores entre el blanco y el negro.
    Por mi edad he podido vivir tiempos de cambios tremendos en la ley y en la sociedad sin que nadie tuviera que morir por ellos. Creo en la ley y en el estado de derecho, que por cierto se puede cambiar y elegir. Sin embargo soy consciente de que otros cambios a los que aspiro ahora, no llegaré a verlos, porque no hay suficientes personas que aspiren a lo que yo aspiro. Es decepcionante quizá, pero todo el mundo tiene derecho a elegir, y a elegir no participar y a elegir mirar para otro lado.¿quien soy yo para juzgar a nadie?

  6. No estoy nada impaciente Luisa, te lo aseguro, debe ser lo apasionado del debate. Sé que tu opinión es la más extendida, esa es una de las principales causas del problema. Dejemos que el destino siga escribiendo su dictado y que participe más gente con sus opiniones, por mi parte está todo dicho. Creo que el artículo se expresa por sí mismo.

  7. La cuestión es que no se puede obligar a nadie a no tener miedo. Creo que a pequeña escala todos hemos sufrido esa falta de solidaridad ante una injusticia, léase en el trabajo, en un examen de oposición o dentro de una familia. Es difícil llegar a un acuerdo (pienso en las reuniones de comunidad de vecinos, sin ir más lejos), y también aceptar la mayoría cuando esta supone un estancamiento. Y moverse cuando no le toca a uno. Es decepcionante, pero es así. No todos tienen el mismo espíritu luchador o sentido de la justicia. Pero sigo pensando en que la violencia siempre genera más violencia y daños colateras no deseados, y que aunque la idea que los mueva sea buena muchas veces acaba como acaba. Siempre me acuerdo de lo que me impactó la lectura de «Germinal» y lo relaciono con esto.
    Yo no me muevo en círculos muy amplios, pero hasta entre amigos, cuando tenemos ideas contrarias, acabamos a gritos. Así es el hombre.
    Por supuesto que estoy a favor de boicotear a empresas que explotan, y lo hago. El problema también es que hoy en día, en que supuestamente estamos mejor informados, nunca sabemos con certeza qué noticias son verdaderas y cuáles nos llegan mediatizadas. Para mí esas cosas también son una gran decepción y me generan… Bueno, no sé describirlo. Me siento estúpida cuando me entero de que algo que doy por cierto es un trola, o que alguien en quien creía es otro impresentable más.
    Siempre decimos que hace falta una renovación en la clase política, y que la gente válida no se quiere meter en esos berenjenales. En su derecho están, aunque los necesitemos. Es verdaderamente complicado. No sé si soy una idealista o que me he rendido. Seguramente es lo segundo y lo lamento.

    • Me ha alegrado mucho ver tu comentario Elena, por cierto, felicidades por tu premio. Creo que estoy de acuerdo en todo lo que dices exceptuando a cuando te refieres a obligar a alguien a no tener miedo, aqui debatimos con palabras y contrastamos opiniones pero no obligamos a nadie a nada, eso es lo bonito, de verdad, eso es lo que enriquece. La controversia es buena siempre y cuando no se falte al respeto a nadie. Si te das cuenta gracias a este artículo hemos constatado dos cosas, que la opinión acerca de este tema más extendida es la tuya y la de los demás compañeros que han opinado, lo cual es bueno saberlo, no es mejor ni peor que la que defendemos personas como yo, aunque como está claro cada cual defienda su postura e intente justificarla, creo que conocer las diferencias que separan a los que discrepan ayuda a encontrar un escenario de acercamiento de posturas, yo creo que las finalidades de todo ser humanos son muy parecidas, todos queremos vivir bien, realizarnos, asegurar la prosperidad de nuestras familias…etc, no creo que los contestatarios sean mejores que los que obedezcan ni mucho menos, pero me parece que ciertos asuntos requieren más de acción que de teoria. Si los que abusan de su poder y no respetan las normas, y además de valerse del miedo y la violencia para manipularnos y seguirse enriqueciendo los enfrentamos dentro de la legalidad siempre tendrán una ventaja aplastante que les garantizará la victoria. Yo nunca he agredido a nadie, ni me considero una persona violenta, todo lo contrario, soy cofundador de una asociación artístico-solidaria, participo y organizo eventos solidarios en Valencia e incluso soy voluntario de la Cruz Roja, pero a la hora de escribir un artículo me gusta siempre decir lo que pienso y en realidad sólo es eso, mi opinión que no va más allá de ningún sitio, una perspectiva, una visión más de las cosas que no creo que le cambie la vida a nadie, quizá leer la palabra violencia en la última parte de mi artículo ha escandalizado a muchos, pero créeme que no era mi intención en ningún momento, es más, ya lo considero un acierto porque ha dado lugar a que por lo menos nos conozcamos más los que colaboramos escribiendo o leyendo en esta página de cultura. Yo no es que desconfíe de los políticos, sino de la política en general, el propio sistema ha demostrado que no funciona con sus crisis, para ser «sostenible» necesita violar el ecosistema, violar los derechos humanos de las personas y acrecientar las diferencias entre las personas, ricos, pobres. Si nosotros nos equivocamos lo pagamos nosotros, y si ellos se equivocan lo pagamos nosotros también. Creo que pocas veces en la Historia ha estado tan claro lo manipulados que estamos como ahora, y créeme que sé bien de lo que hablo, actualmente entre mis estudios se encuentra historia contemporánea y los balances bélicos por épocas nunca han faltado. Nunca hay que perder la esperanza, a pesar de que la información esté manipulada, la comida, o hasta nos espíen los correos, pero para alimentar esa esperanza tenemos que cambiar de actitud.

  8. Fíjate, José Antonio, que no creo que la opinión acerca de este tema más extendida sea la mía y la de los demás compañeros que han opinado, sino que los que piensan lo contrario también son conscientes de que la suya es una opinión controvertida, políticamente incorrecta, y no siempre se atreven a dar el paso como tú has hecho. Pero créeme que entiendo que la situación actual despierta el deseo de ser más taxativos y resolutivos.
    Yo hablo desde la reflexión y en un momento de calma. Cuando siento la agresión y la injusticia, la agresividad me posee, no te voy a engañar.
    En cualquier caso, has visto que hemos podido dialogar y exponer nuestros puntos de vista sin problemas, cosa que no siempre es posible. Te vuelvo a traer los ejemplos cotidianos. El hombre es un ser racional hasta cierto punto. A veces se le olvida.
    Un abrazo.

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