¿Eres un «escritor de verdad» o uno «de mentira»? Por Blanca Miosi

Blanca Miosi

¿Qué puedo decir de la autopublicación o publicación independiente que no haya dicho ya?

Aparentemente todavía hay mucho que decir. Y aprovecho el Segundo Encuentro Literario de autores en Cartagena para retomar este punto una vez más.

Hoy en día ya es usual ver que un autor ha autopublicado. Algo que solo hace un par de años era impensable. Y que lo hizo con relativo éxito. Y la tendencia está en alza. Ya no parece una Utopía publicar y vender libros. Antes se veía la autopublicación como resultado de la vanidad. Ahora es todo lo contrario. Se mira a los escritores que publican por editorial como si ejercieran un acto vanidoso, pues autopublicar es sencillo y muy fácil.

¿Por qué digo esto? Por lo que se ha hablado últimamente en algunos blogs y sitios de literatura. No todos los escritores que han firmado por editorial han obtenido los resultados que esperaban. Antes debo aclarar, para quienes no lo sepan, que algunas editoriales escogen a sus próximos autores de las listas de Amazon, de manera que aquellos autores que han tenido éxito y ocupaban los primeros lugares en las listas de esa plataforma son ahora publicados a través de editoriales. ¿Qué los impulsa a aceptar sin detenerse a pensar demasiado en los pros y los contras? El saberse “aceptado” finalmente como un escritor “de verdad”. Como si antes hubiesen sido “escritores de mentira”.

Todavía hay escritores que publican por editorial que miran a los independientes con cierto aire de suficiencia. Pero estoy segura de que no se atreverían a publicar por su cuenta, pues tendrían que competir con la gran cantidad de obras que generan los “escritores de mentira” y que son las que ocupan los primeros lugares, a pesar del esfuerzo promocional que las editoriales prestan a sus autores favoritos situándolos indefectiblemente en los primeros lugares, producto de no sé qué manejos.

Hay ciertos escritores que publican de manera independiente y culpan el que sus libros no se vendan a que “ellos no se rebajarán a hacer propaganda o a promocionar sus libros”. Hay que ver… como si la gente los conociera de toda la vida y fuera a pelearse por comprarlos. Y están allí, en el fondo, perdidos en la selva.

Apartando estos casos, las ventajas de hacerlo por cuenta propia son muchas, amén del hecho de que se gana mucho más y se tiene pleno control sobre las cifras y los pagos. Algunos piensan que aceptando un contrato editorial se liberarán de la promoción. Craso error. Tendrán que seguir haciéndolo, pero ganarán mucho menos.

Y cuando digo esto lo digo desde la experiencia que tengo como escritora híbrida. Publico por editorial y también soy independiente.

¿Hay libros autopublicados malísimos, sin corregir y de temas incomibles? Los hay. Nadie lo niega. Pero también los hay muy buenos, tanto, que las editoriales desean publicarlos. Y lo más gracioso es que fueron producto del rechazo editorial, porque, al fin y al cabo, ¿de qué depende que un libro sea aceptado por una editorial? Obviamente del lector editorial. Y no todos están preparados para una función tan delicada. Algunos se fijan simplemente en los errores ortográficos, cosa fácilmente corregible, sin fijarse en el tema de fondo, que puede ser extraordinario. Tampoco los correctores editoriales son una maravilla. He leído libros que dejan mucho que desear.

Pero en el mundo amazónico de la autopublicación también existen fenómenos extraños. Libros malos, por no decir re-malos, ocupan los primeros lugares. Lo que me lleva a pensar que tal vez los lectores se estén acostumbrando a la mediocridad. Aunque es cierto que también ocurre con algunos libros publicados a través de editoriales. ¿Es probable entonces que nuestra sociedad se esté acostumbrando a los temas banales, al mero hecho folclórico, a un relato sin mayor profundidad, que no deje la mínima enseñanza y cuyo contenido no tenga la riqueza literaria con la que ha crecido la mayoría de los lectores que hoy son escritores?

Sí. Es posible. Pero no es culpa de la autoedición. En este caso es responsabilidad de las empresas editoriales que, por tener en sus manos un superventas, transan cifras millonarias por publicar obras que se convierten en el boom del momento y que al cabo de un par de meses nadie recuerda, y esto ocurre tanto a uno como al otro lado del charco. Personajes de farándula que fallecen o que se divorcian o algún cantante que no ha llegado a la treintena y ya desea contar su vida, para evitar tener que hacerlo cuando ya no tenga nada que decir.

De manera que yo diría a los que se halan de los cabellos hablando mal de los escritores independientes que mirasen un poco más allá y observasen dónde surge el problema. Hasta hace poco eran las editoriales las que llevaban la batuta en cuanto a tendencias, ahora es el lector quien escoge lo que desea leer, y nosotros, los escritores, tenemos el deber de que le llegue un material de buena calidad, perdurable en el tiempo y que nuestros libros no sean aves de paso.

Y recuerden: No todo escritor independiente es necesariamente malo por no haber pasado por el “filtro” editorial. Muchas veces esos filtros son verdaderamente malos y para muestra basta un botón.

¡Hasta la próxima, amigos!
Blanca Miosi

Blog de la autora

5 comentarios:

  1. Me gustó mucho Blanca. Un abrazo, Anna

  2. Disculpa, lo tomo prestado para las redes…

  3. Elena Marqués

    Muy de acuerdo contigo, especialmente en esa preocupación por la comodidad como lectores en que a veces nos instalamos, en ese conformarse con lo mediocre. Libros malos publicados incluso por grandes editoriales seguirán existiendo si venden, ya sea de personajes de la farándula, de políticos jubilados o incluso de escritores consagrados que se dejan ir, del mismo modo que los hay entre escritores independientes que tienen ahora mismo fácil la autopublicación. Aun así, seguimos distinguiendo obras buenas que seguramente perdurarán, y recuperando otras que no deberíamos dejar de leer, clásicos de los que aprender y autores noveles e innovadores que nos abrirán los ojos. Que así sea.
    Un abrazo.

  4. Todos somos escritores desde el momento que escribimos, eso dice la Rae:
    escritor, ra.

    (Del lat. scriptor, -ōris).
    1. m. y f. Persona que escribe.
    2. m. y f. Autor de obras escritas o impresas.
    3. m. y f. Persona que escribe al dictado.
    4. m. y f. ant. Persona que tiene el cargo de redactar la correspondencia de alguien.

    Luego todos escribimos de verdad. Siento discrepar contigo en este punto, pero no existen escritores de mentira, aunque entiendo lo que quieres decir con esa expresión.
    La división es entre escritores buenos, mediocres o malos y eso no depende del soporte donde se exprese, ni de la plataforma, sino en conectar con la «emoción» más intima del lector y dejar una huella.
    El problema es la prisa por el éxito y el reconocimiento. En literatura como en todas los artes, el tiempo decanta y no siempre llega cuando a uno le gustaría.
    Gracias por las reflexiones.
    Un abrazo Blanca.

  5. Hola, Blanca:

    Muy interesantes tus reflexiones, gracias por compartirlas.
    Sí, a mí también me preocupan bastante los gustos lectores actuales. La mayoría de los escritores (mediocres) se acomodan y no escriben lo que les nace de dentro, eso que como muy bien apunta Brujapiruja conectará con la emoción más íntima del lector, sino aquello con lo que serán más leídos y aplaudidos (el ego, la vanidad, aprovecha para hacerse la cama sobre una moral huera…)

    Creo, como Brujapiruja, que no existen escritores de verdad o de mentira. Están los buenos, los aceptables con un cafelito, los mediocres, los que aprendemos sin prisa pero sin pausa, los insufribles y, por supuesto, están los escritores que para sacar el conejo más reluciente de su chistera de mago trasnochado, engañan al lector más que Pinocho a Geppetto.

    Saludos a todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *