(Foto: Ángela Galisteo)
Solemos creer que la poesía está siempre del lado del bien, la belleza, la justicia y la libertad. Nos viene enseguida a la mente el ejemplo de muchos poetas que cantan, exaltan y defienden la verdad, la vida, los valores humanos frente a la tiranía y la injusticia. Pero existe también otra poesía, la poesía del mal, la que difunde y promueve el odio, la venganza y la muerte. Aunque nos sorprenda, es también poesía.
Baudelaire descubrió el lado oscuro de nuestros sueños, fantasías y deseos, donde crecen «las flores del mal». Se adentró en el mundo oculto de la perversión y los impulsos reprimidos, puso palabras a nuestros tormentos interiores. Pero no hablo de esta poesía «maldita», sino de otra muy distinta: la poesía del odio.
«Abrazados a la muerte los caballeros de la gloria encontraron descanso./ Sujetaron las torres con sus manos llenas de rabia y las demolieron rápidamente como una catarata». Son versos de Bin Laden, quien, a pesar de ser el cerebro del terrorismo islamista global, era poeta. Dedicó estos versos a los terroristas que destruyeron las torres gemelas. Hay que destacar la fuerza poética y expresiva de las imágenes: como gigantes, los caballeros demuelen las torres con sus manos, que se desmoronan como una catarata; sus manos son poderosas porque están llenas de rabia; los héroes alcanzan el descanso después de abrazarse a la muerte. Como poesía, no hay duda de que tiene una gran fuerza épica y emotiva.
Otro poeta yihadista, Isa Sa’d Al ‘Awshan, ha escrito: «Anuncié que no habría más descanso/ hasta que nuestras flechas aniquilen al enemigo./ Me amarré a mi ametralladora con la determinación de un muyahid/ y perseguí mi meta con un corazón apasionado./ Quiero una de las dos cosas buenas:/ el martirio o la liberación del poder despótico». No es mala poesía.
Cuando nos preguntamos por el origen del terrorismo islamista no debemos despreciar el poder de la poesía para arrastrar a la acción, para mover la voluntad a través de los sentimientos, las imágenes y la fuerza de la palabra. La Biblia y el Corán han basado gran parte de influencia en la poesía que encierran. El Corán, especialmente, contiene una eficaz poesía bélica que mueve al odio, la venganza, la exaltación de la sangre y la muerte.
El yihadismo es un movimiento ideológico y político poderoso que se asienta sobre muchos elementos y utiliza una gran variedad de armas. También la poesía. No es algo nuevo. Podemos recorrer la historia y descubrir cómo la palabra poética ha servido también a los tiranos, poderosos y asesinos. Los malos no son necesariamente estúpidos ni insensibles a la belleza. La inteligencia, el arte y la palabra también pueden ponerse al servicio de la barbarie.
Santiago Tracón
Muy interesante el enfoque de su artículo. El arte siempre ha acompañado a la guerra; no olvidemos las marchas militares. Así que tampoco nos debe extrañar que la poesía –—¡la sublime poesía!— se haya utilizado como medio para propagar y recordar de forma agradable y fácil determinadas ideas: «malas ideas». Pero a diferencia de nuestros grandes héroes épicos, a los que movía el amor al pueblo al que representaban y no el odio a su enemigo, a los yihadistas les mueve más el odio a su enemigo que el amor a su pueblo. Y el odio es la más barata y la más destructiva de todas las armas de combate.
Gracias por este artículo, un afectuoso saludo de Mata Hari.