El bosque de los zorros. Por Maite Diloy

El bosque de los zorros

«Después del café, el jefe de los servicios sociales y el reportero se pusieron a fumar. A Naska le empezaron a pitar los pulmones, pero hizo como si el humo del tabaco no le molestase. Mejor no quejarse de su asma ante esa gente. Si hacía esa tontería se la llevarían de allí, seguro. Como pasó con Kiureli aquella vez. Siempre se lo llevaban a uno, ya fuese a la guerra o al hospital, y de esos paseos nadie volvía para contarlo.»

El bosque de los zorros es una novela delirante de Arto Paasilinna. Quienes no conozcan a Paasilinna, un finlandés que ha ejercido diversos empleos entre otros el de guarda forestal, no se pueden hacer idea de lo divertido de sus libros. Quienes lo han leído, ya saben lo que les espera. Y lo que les espera es la huída de Oiva Juntunen cargado por unos lingotes de oro que no piensa repartir con sus compinches de robo. Podrían pensar que Oiva es un sinvergüenza sin corazón, después de dejar que ellos se coman el marrón pretenden no darles ni un gramo de oro. Y sí tienen razón es un sinvergüenza, pero un sirvengüenza simpático, amable incluso. Y él tiene sus razones para no compartir ese oro. Es la huída lo que nos narra la novela, como se refugia en Laponia y allí conoce a un comandante en excendecia, Remes, que acaba descubriendo lo que oculta Oiva, con el que llega a un acuerdo y le paga para que le ayude a sobrevivir. Dos hombres solos en medio de un bosque lleno de zorros. Placida existencia de unos tipos que descubren el placer de vivir en el campo rodeados de las comodidades que tres lingotes de oro pueden proporcionar. Una existencia llena de reflexiones y campo. Parecen dos magnates retirados del mundo. La aparición de Naska, la koltta más vieja del planeta que huye de los servicios sociales, cambiará su vida. El refugio se transforma, ellos se transforman. Naska les hace trabajar, se ocupa de la casa, no parece una anciana que deba vivir en un asilo. Y gracias a ella, a sus trampas ingeniosas para atrapar a los zorros, nos encontramos con un desenlace extravagante y divertido.

Arto Paasilinna sorprende y divierte. Uno con él se encuentra con un mundo desconocido y conocido, es curioso que la distancia nos haga tan parecidos, puede imaginarse a un español huyendo con dos lingotes de oro y quedándose en una cabaña pérdida del pirineo y que como mucho lo encuentre su compinche. Es lo más curioso que te sucede al leerle, los temas son universales, la naturaleza es universal, los sargentos chusqueros también, las soluciones que nos propone extrañas pero verosímiles. Te envuelve en su prosa, te crees lo que lees, te ríes, sientes la delicia del golpeo de las letras en la retina. Es una lectura estupenda para días como estos en los que el sol todavía te hace sonreír y esperas despacito que la nieve cubra el suelo, que el otoño baje y puedas recluirte en casa con libros más pesados, más reflexivos. Todavía queda tiempo para sonreír bajo el paraguas de sus hojas.

 

 

Maite Diloy (Brisne)
Colaboradora de Canal Literatura en la sección “Brisne Entre Libros
Blog de la autora

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