El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Por Maite Diloy

El abuelo que saltó por la ventana y se largó«Allan no era rencoroso. Aceptó la mano tendida y sonrió con indulgencia. Sin embargo, no estaba de acuerdo en eso de que era mejor tarde que nunca. Por ejemplo, su padre se había unido a la causa del zar Nicolás el día anterior a que estallase la revolución rusa.»

Cuando uno se acerca a «El abuelo que saltó por la ventana y se largó» sabe que la novela en cuestión es de humor, a veces hasta le han contado que es humor absurdo. Jonas Jonasson nos cuenta la historia de Allan, un centenario anciano que decide saltar por la ventana de su cumpleaños, y comenzar una huída que lo lleva a robar una maleta repleta de dinero de una mafia sueca y trabar amistad con un Julius Jonsson un truhán que lo acoge en su seno y le ayuda con el dinero que porta en su maleta. Uno podría pensar si solo contamos eso que es una historia absurda y sin sentido. ¿Pueden imaginarse ustedes un anciano centenario que salte por una ventana en busca de aguardiente? Seguramente no, pero Jonas Jonasson tiene algo simpático y divertido, algo de verosímil dentro de lo absurdo de la situación. Pero no solo ese abuelo salta por la ventana y se larga, repasa su vida con sus compañeros de viaje y ¡qué vida, señores!. Recorre el mundo, participa en la creación de la bomba atómica, ayuda a Mao en la revolución china, conoce a Stalin, a Franco, a Churchill. Una vida apasionante, pero que la toma de un modo simpático, sin darse demasiada importancia, viviendo siempre de un modo anárquico pero de forma clara. Uno vive bien si puede beber aguardiente y disfrutar moderadamente de la vida. Por eso huye de la residencia de ancianos, por eso empieza una nueva vida con cien años. Una aventura que se resuelve de un modo sorprendente, es divertido leerlo y mucho más intentar imaginar lo rocambolesco de la historia de Allan, pero sobre todo sorprende por esa forma de vivir, dejar que la vida te lleve, aprovechar el momento y sobre todo su filosofía de vida que tanto me ha gustado, los problemas del mundo se resolverían al lado de una botella de aguardiente. El mundo sería mucho mejor, piensa si supiésemos relajarnos y hablar acompañados de un buen aguardiente que nos abra la mente y nos de algo que solo nos pueden dar las bebidas de alto contenido alcohólico, sinceridad y relatividad de los problemas.

Leer libros con una sonrisa en la boca es algo muy agradable. No me ha parecido uno de esos de carcajada pero tiene un humor tan parecido a la somarda aragonesa que vivo a diario que me ha hecho sentir en casa. Es curioso que ambos compartamos un humor como eso. Es sueco. Pero ese mismo sentimiento me ha pasado con Paasilina y es finlandés. Es un humor un pelín absurdo, un pelín gregeriano, son verdades que quieren llorar y ríen, son reflexiones a las que se les busca el lado amable. Léanlo y disfruten. Quizá les parezca que es imposible que alguien haya vivido tanto, sobre todo mirando desde nuestra vida pequeña y estable. ¿Y si no fuese así? En todo caso ¿qué importa?.

 

Maite Diloy (Brisne)
Colaboradora de Canal Literatura en la sección “Brisne Entre Libros
Blog de la autora

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