59- Carmencarcelada. Por Changuetilla

Querida Carmen: 

Espero que al recibo de la presente te encuentres bien. Me imagino que ahora te estarás riendo, porque siempre empiezo las cartas de la misma manera, pero es así como quiero verte, riendo. Además ahora es real que espero que te encuentres bien, y no como cuando te has ido de aquí, aguantando las lágrimas, cerrando los puños y mordiéndote los labios para no llorar.

Mes tras mes la misma despedida: “cuídate”,”escríbeme”,  “te quiero”… y la reja que se va cerrando poco a poco, apartándome de ti una vez mas, “dale un beso al niño”…

Al niño…al niño… ¿Cómo puedes tener un niño, si tu eres una niña todavía? Dieciséis años y ya tienes un niño ¿qué he hecho con tu vida? Recuerdo la primera vez que lo trajiste, con él en brazos eras exactamente igual que cuando te conocí; solamente tenías seis años y jugabas a las muñecas con las otras vecinitas en el patio. Por aquel entonces yo, con sólo ocho años, que ya prometía, estaba intentando entrar por la ventana de doña Juanita,(la del segundo) a robarle los alfajores. Entonces me caí. Fue un milagro que solo me hiciera unos rozones, que tú me limpiaste con agua. Creo que en ese momento me enamoré de ti. Crecimos juntos, en la misma barriada en la que tú ahora malvives. Todo el mundo decía que eras muy lista, los profesores del colegio pensaban que llegarías muy lejos; pero te enamoraste de mí. Te enamoraste locamente y lo dejaste todo por ayudarme, por intentar que dejara las drogas, pero no conseguiste nada mas que amargarte la vida. Eso, y mi amor eterno e incondicional.

Pero ahora no estás aquí. Hace tan solo unas horas estábamos juntos. Cuando te ví entrar con tu vestido, tu larga melena y la cara aún demacrada por el  cacheo… ¡siempre has sido tan tímida!… Me consta que las funcionarias, impresionadas por tu dulzura, te tratan con sumo respeto, pero aún así tu sigues sufriendo ¡Qué tengas que pasar por esto…! Me arrepiento tanto de cómo te he recibido… tu querías hablar, desahogarte, enseñarme fotos del niño… y yo intenté poseerte como un animal, como un bruto, que es lo que soy… Se que no sirve como excusa, pero es tan evidente mi deseo, son tantas las noches que sueño con tu cuerpo, es tanto el miedo a que otro hombre pueda tocarte… pero tú siempre has sabido llevarme, me empujas con cariño y me envuelves con tus palabras, y solo después de un rato hacemos el amor, y te entregas a mi de esa forma en la que solo tu sabes hacerlo.

Te echo de menos. Cada día se me hace mas duro estar aquí. El educador me dice que yo me lo he buscado, y se que tiene razón. Pero se me hace tan duro, son ya tantos años… desde los 14 que entré en aquel centro de menores… Tantas entradas y salidas y en el medio algún hogar de protección y el centro de rehabilitación para toxicómanos donde ingresé cuando te quedaste embarazada. Solo aguanté 15 días, no sabes lo que me arrepiento de ello, pero en aquel momento llevaba tan mal que me quitaran mi libertad. Además no quería separarme de ti en aquellos momentos. Ironías del destino… ahora estaré separado de ti al menos cinco años.  

 

Aquí la vida es muy dura, muy monótona y los días pasan lentamente, vacíos de contenido. El único momento agradable es la llegada del correo, con el que, siempre fiel, llega tu carta. Pero fuera de eso no hay un instante agradable, una sonrisa amiga…todos nos miramos mal, con odio y rencor. Encima esto está lleno de indeseables y gentuza… ¡ya está bien de quejarme! A mí al menos de dan de comer y un lugar para dormir, pero ¿ qué pasa contigo y el niño? Se que curras mucho, duermes poco y comes menos.  No me dices nada pero cada vez estás más pálida y delgada y se ha apagado el brillo de tus ojos. Trabajas de sol a sol, por la mañana en el super y por la tarde cuidando a una anciana (“eso no me cuesta”- me dices siempre-“si hasta me deja llevar al niño”). El poco tiempo que te sobra se lo dedicas al pequeño Juan, y tú, como siempre, la última. Todo te parece poco para darnos a nosotros, a tus dos Juanes, como nos llamas cariñosamente. Me siento tan egoísta cuando mes a mes me traes el tabaco (“no pienses en eso- me insistes- lo que tienes que hacer ahora es curarte”).

         ¿Cómo pude meterme en la droga teniendo a mi lado una mujer como tú? Todo empezó como una bobada, el barrio, las malas compañías…pero no puedo culpabilizar a otros. A mi me gustaba el riesgo, la adrenalina de los robos, el subidón de la coca, tener un montón de pasta, las carreras de coches, que los demás me tuvieran miedo, que los chavales me admirarán… todo eso nunca fue importante para ti. Nunca cogiste las joyas que te traía, como hacían las chicas de mis colegas, ni siquiera dejabas que te invitase en el bar. Siempre has sido una mujer íntegra y honesta ¿Qué has podido ver en mí?.Al principio todo era divertido y emocionante, hasta cuando ingresé por primera vez en el Centro de Menores (del que ya sabes, me escapé tres veces) me pareció una aventura. Pero poco a poco todo se me fue de las manos, cada vez era mas agresivo y violento y necesitaba mas la droga. Robaba mas y con menos cuidado hasta que me cogieron y me enviaron a prisión. ¡Cinco años! Solamente tengo 18 años y van a dejar que me pudra aquí toda mi juventud. Si no fuera tan egoísta te dejaría libre, tienes derecho a una vida normal, a alguien que te cuide y te trate como mereces; pero no puedo imaginar la vida sin tu sonrisa. No puedo vivir sin ti y te encarcelo a mí en una prisión imaginaria mientras yo me pudro en esta prisión real.

         Yo tengo que pagar por lo que he hecho. Es lo justo. ¿Pero qué pasa contigo y con el niño? No es justo para vosotros. Cuando te quedaste embarazada quise que abortaras, como todas. Tu te negaste. Nunca en la vida te había visto tan seria, a pesar de los malos ratos que te he hecho pasar, nunca me has amenazado con dejarme. Excepto ese día. “O los dos o ninguno”, por la expresión de tu cara supe que cumplirías tu amenaza y no quería perderte. Sin embargo la paternidad me daba tanto miedo. No quería ser como mi padre, todo el día borracho, pegándonos a mi y a mi madre, hasta que murió con el hígado reventado cuando yo tenía tan sólo siete años. ¡Qué fácil culpar de todo a mi infancia: padre alcohólico, maltratador… eso me vale para currarme la página con los educadores, pero no contigo. Ni siquiera a mí me has contado cuando empezó tu padrastro a abusar de ti. Yo me enteré cuando tenías 11 años. Todavía recuerdo la paliza que le dí. ¡Cobarde! Se fue de casa y no le volvimos a ver desde entonces. Desde ese día tu madre me odia, pero por primera vez vi brillar la alegría y la paz en tus ojos. Y a mí eso me vale. Será lo único bueno que he hecho por ti en mi vida. ¿De donde sacas tú el valor para superar una cosa asi? ¿Para seguir viviendo y creyendo en el ser humano? ¿Para ser tan tierna y fuerte al mismo tiempo? Yo, que siempre he ido de valiente y de gallito, y no he podido superar la vida sin drogas. Ni siquiera por ti, que te quiero con todo mi ser. Ni por nuestro hijo, ni por mí.

         Sabes que he intentado dejarlo. Me has acompañado cada vez que he estado de mono. Vomitando, tiritando…hecho un despojo humano. Tu siempre a mi lado, aguantando mis gritos y mis paranoias. Soportando mi mal humor. Sin un grito, ni un reproche. A mi lado. Sabes que lo he intentado, pero me ha faltado valor. Incluso intenté buscar un curro repartiendo periódicos, pero era tan monótono, tan humillante, aburrido y  tan mal pagado… que abandoné, como siempre. Me pregunto si algún día podrás tener el tipo de vida que deseas: salir a pasear al parque, comer fuera los domingos, montar el árbol de Navidad…lo que tienen todos y que para ti es un lujo. ¿Lo conseguirás algún día amor mío?. Conmigo NO.

         Quiero que sepas que a pesar del pasado, del presente y de lo que pueda venir en el futuro, TE QUIERO.  Te quiero mas de lo que ningún hombre ha querido nunca a una mujer. Te quiero. Amo todo de ti: tus ojos, tu cuerpo, tu sonrisa, tu pelo, hasta esa marca de la varicela que dices que afea tu cara. Amo tu ternura, tu valentía, tu inteligencia, tu optimismo, amo hasta tu gesto torcido cuando no te gusta algo. Has sido lo único que me ha hecho feliz en toda mi vida, has sido lo único. Recuérdame siempre como el hombre que te amó, aunque no supiera hacerte feliz.

         Se que no compartes lo que hago. Pero yo no soy tan luchador como tú, ni tan valiente. Esta es la única manera que se me ocurre de dejarte marchar.

         Por última vez, desde mi carta te grito: “CUÍDATE”,”RECUÉRDAME”,  “TE QUIERO” “DALE UN BESO AL NIÑO”…

TE QUIERO.  

Siempre tuyo

 

         Juan Ferreira. 

 

Nota del autor: Juan Ferreira se suicidó en prisión tres horas después de escribir esta carta. Un año después Carmen aún llora su ausencia.

 

3 comentarios

  1. Se ha puesto empeño y sentimiento en esta carta, el autor ha querido meterse en la piel del preso y desmarcarse de los tópicos con algunos detalles que a todas luces no son suficientes. Recala en el tópico de muchacho bueno abocado a un destino carcelario que ser redime por un acto de amor: el suicidio liberador de los que se preocupan por él.
    Simpatizo con el contenido del mensaje, como siempre me sucede en estos casos, pero la ejecución es literariamente pobre.

    (Me pregunto por qué me meto en estos berenjenales, pero después de pensarlo unos segundos decido que tampoco es tan importante, tan solo una opinión, sin mayor importancia)

    Suerte.

  2. El mensaje es bueno, aunque gente como el protagonista siempre está buscando justitifcaciones. Al contrario de Barthelme, pienso que está bien escrito, pero un joven como este no podría jamás expresarse como lo hace él.

  3. HÓSKAR WILD

    Con qué facilidad juzgamos a la gente. Con la misma con la que olvidamos sus circunstancias y sus sueños. Y la pobre Carmen, encarcelada para siempre, presa del amor imposible. Me ha gustado. Mucha suerte.

Deja una respuesta