166- Las mil y una entrevistas. Por Aditi

Desempleada y sin dinero; así me encontraba en los comienzos del 2009.  Habia vuelto de un viaje de mochilera por la India que decidí emprender cuando terminó mi pesadilla, o mejor dicho,  mis pasantias como abogada.  Aquel viaje fue la excusa perfecta para olvidar la horrible impresión que me habia causado el mundo asfixiante de las corbatas, trajes y expedientes. Lamenté profundamente regresar, pero debo admitir que en ese momento todavia no tenia el valor para dedicarme por entero a la vida de vagabunda; asi que muy a mi pesar, mi plan consistía en conseguir un trabajo como abogada hasta volver a sentir hastío.  Pero para conseguir un trabajo primero tenia que ir a las entrevistas…

Entrevista I

Para esta entrevista, ninguna ilusión tenía; las personas como yo jamás encuentran trabajo en la primera ocasión.  Seguramente seria un shock, sobre todo después de mi larga ausencia en el mundo de las oficinas, pero me dí ánimo y coraje para empezar con aquel circo. 

Al llegar a la recepción, todos los recuerdos de ese mundo desalmado recobraron vida.  Escuchar los timbres del teléfono, ver los escritorios cargados de expedientes, la vestimenta de los oficinistas, las buenas maneras, y más que nada, sentir ese ambiente saturado de presión, responsabilidad e hipocresía.  Tuve una conversación forzada con la recepcionista.  Todos los consejos para entrevistas laborales nos recomiendan entretener a la recepcionista; aparentemente puede ocurrir que el jefe le pregunte la impresión que tuvo ella del posible candidato, cosa que yo dificulto porque no me imagino a un jefe preguntándole la opinión de nada a una recepcionista.  Mi entrevistador, un británico pakistaní con aires de sultán, ni siquiera me dió la mano. Ahi me dije “ya está, el partido está perdido”. Me hizo entrar en una sala llena de correspondencia esparcida por todos lados y ahi comenzó el round que al principio manejé decentemente.  Luego siguieron las preguntas técnicas:

-¿Qué me podés decir del articulo 7 del código civil?

-(¡Ni me acordaba de la existencia del codigo civil!) Bueno, no estoy segura, pero creo que se relaciona con la validez de los contratos.

-No, se relaciona con la rescisión de contratos.  Y dígame, existen en la actualidad solamente dos compañías de seguro que aseguran casos de negligencia profesional, ¿cuáles son?

-(Me habia preparado para toda clase de preguntas, pero esta sí que no me la veía venir) Eh…disculpe señor pero no recuerdo.

-Mmmm…¿no te acordás? Por si no lo sabés, eso es lo que hacemos nosotros, defendemos casos de negligencia profesional.

-(¡Ah, que intersante!)…Una voz me decía “vamonos ya que este partido lo estás perdiendo 3-0 y vas a terminar en 15 – 0, salvate la humillación”

Siguieron las preguntas técnicas que el británico pakistaní hacia con un aire de arrogancia y zozobra.  No era un buen entrevistador, pero él es se creería dios.

-Bueno, nosotros estamos buscando a un abogado junior para litigios, ya hemos entrevistado a varios (6 tenia entendido) y debo admitir que la calidad de los candidatos es más bien pobre.

Y ahi nomás el hombre exitoso con su notable arrogancia empezó a hablar de él y como se habia ido de un buffet de abogados para ponerse su propio buffet y que era muy exitoso, bla bla bla.  Cuando me fui de la entrevista senti un gran alivio pero tenia un sabor amargo en la boca.  Nunca más volví a recibir noticias de este potencial empleo, pero…a buen entendedor pocas palabras.

 

Entrevista II

Ya estaba prevenida que se estilaban las preguntas técnicas.  Sin embargo, esta segunda entrevista sería aún peor: me tomarían un examen. Cuando llegué al despacho me sentaron en una mesita y me pusieron el temido examen frente mio.  Las preguntas eran del siguiente estilo:

“Hay un accidente de tráfico.  El auto A choca con B. El auto A tiene dos pasajeros: C y D y esta asegurado por E.  B esta asegurado con F.  Atrás de B estaba el auto G que también chocó a B luego de la primer colisión. G está asegurado con H. Luego viene el coche J y atropella a C y D…¿Quién indemniza a quién?” Bueno…yo contestaba cualquier cosa y que la suerte me ayude.  Luego vinieron los entrevistadores…

-¿Cual dirías que es tu mayor debilidad?

-(Esta ya la tenia ensayada) Mmmm….bueno….soy muy perfeccionista…quiero que todo me salga perfecto, no puedo aceptar trabajos mediocres (¿a qué empleador no le va a gustar esta respuesta?).

-Mmmm, ¿cómo te ves de aquí a 10 años?

-(en una casita en el himalaya riéndome de este circo) Me veo como asociada a cargo de un gran número de personal y habiendo alcanzado un notable éxito profesional.

-¿Qué es lo que más te interesaria de este trabajo?

-(¿qué más puede ser si no es la plata?) Bueno, me gustaría representar los intereses de las compañías de seguro y hacerles ahorrar dinero mediante mi trabajo eficaz.

-Bueno, ya te informaremos del resultado de esta entrevista.  Si sos seleccionada, te llamaremos a nuestra segunda entrevista.

Me fui de aquel despacho repitiendo para mis adentros “¿ segunda entrevista?”. 

 

Entrevista III

Esta fue la más breve de todas. Era para un trabajo que se especializaba en accidentes laborales.  El señor entrevistador me hizo sentar y que le resumiera mi curriculum lo cual yo hice muy brevemente en espera del ridículo ping pong de preguntas y respuestas.  No sé si dije algo mal, pero el hombre empezó a hablar de su despacho, de él mismo y de no sé que otra cosa. Cuando terminó su perorata dijo “bueno, ¿algo más?”, “mmm…no”dije yo dubitativa.  Y así me fui de aquella entrevista sin que se me haya hecho una sola pregunta. ¿Qué hice de malo? Sali de esa entrevista confusa sobre lo que habia ocurrido, pero algo era seguro…una vez más había fracasado.

Entrevista IV

Supongo que tuve el “honor” de ser convocada a la famosa “segunda entrevista”. Después de haber pasado aquel examen y respondido esas preguntas, no me podia imaginar el contenido de la segunda. ¿Quién sabe?, quizás me pedirían que dé una presentación, y al terminar dirían “ ¡ya te informaremos si pasás al tercer round!”.  De hecho, tengo entendido que para conseguir las pasantías muchos de mis colegas tuvieron que asistir a días enteros de presentaciones, almuerzos, entrevistas y tests psicométricos.  Creo que si el infierno existe, debe ser parecido a esto. Pero nada de eso ocurrió en esta segunda entrevista.  Las preguntas fueron en su mayoría idénticas a la primera.  Una pérdida total de tiempo.  Efectivamente, tres semanas más tarde fui informada que lamentablemente no habia sido seleccionada; que habian preferido a alguien con más experiencia pero que querían reiterar que yo les habia caído muy bien.  Ah…gracias…

 

Entrevista V

Casualmente habían pasado 4 meses de mi primera entrevista.  Debo reconocer que ya andaba un poco “re-fru-fra”: resentida, fracasada, frustrada.  Mi quinta entrevista me llevó al tema de negligencia clínica, tema con el que apenas estaba familiarizada.  Este despacho tuvo la gran gentileza de mandarme un “examen” por e-mail el día anterior.  Este consistía en casos hipotéticos como: “ A Mr Jones le hicieron una operación que lo dejó incontinente. El mismo había firmado que estaba conciente de ese riesgo y consintió a la operación; ¿puede Mr Jones reclamar indemnización?”.  Yo diría que Mr Jones no busque culpable a los azares y caprichos de la vida, pero sin los Mr Jones los abogados se juntarian con los niños de Darfur para mendigar comida.

El entrevistador era un enano cara de ano que en toda la entrevista no emitió nada que se pueda confundir con una sonrisa.  De entrada me dí cuenta que este enano hacía sufrir a la gente para compensar su estatura imperfecta; y no se cómo intuí que yo iba a ser su próxima víctima.  En efecto, me hizo preguntas sobre los casos hipotéticos pero no satisfecho con mis respuestas simples y medidas buscó llegar a donde podia herir.  Empezó a hacer preguntas cada vez más técnicas hasta que logró lo que quería: patiné, tartamudié, mi mente quedó en blanco; y me retiré de la cancha con la hinchada tirándome huevos.  Cuando salí de esa oficina asfixiante pensé que debería reirme del mal momento, pero en cambio, mi pecho se llenó de bronca y enojo.  Es verdad, necesitaba trabajo, pero qué necesidad había de hacer pasar a la gente tan malos ratos.  El mundo de las oficinas seguia burlándose de mi y dándome con un palo de beisbol cada vez que me asomaba.

Entrevista VI

Esta entrevista me llevó al despacho más elegante y lujoso que había visto en mi vida.  Un enorme edificio de vidrio, decorado de arte moderno, pantallas de televisión en todos los pasillos, ascensores super modernos.  Me parecía estar en una escena de Farenheit 451 más que en un buffet de abogados. Al principio me deslumbraron todas esas dimensiones; pero luego me dije: puro cartón pintado.  Y me dieron ganas de irme de aquel lugar que no era más que un símbolo del inmundo capitalismo que nos obliga a cambiar nuestra libertad por unas monedas y alimenta la vanidad tan característica los humanos.  Entré a la entrevista con desgano. El dia ya habia oscurecido y recuerdo que nevaba.  En aquella sala de vidrio pude ver con claridad una escena muy triste en el edificio de enfrente: oficinas enormes, carceles del alma, gallineros de esclavos trabajando hasta la última gota de luz.   Tuve la oportunidad muchas veces durante la entrevista de decir que yo tenía experiencia en esto y aquello, que mis notas académicas y todo esa huevonería. Pero no lo hice.  Ya no queria ni venderme ni alquilarme.

 

Unos días más tarde recibi una llamada telefónica para ofrecerme el trabajo del despacho de vidrio y pasillos con televisores.  Pero yo dije que no.  Después de esa dolorosa búsqueda, donde mi corazón me decia una cosa  y yo hacía otra; donde tenía que ignorar mi voz interior a cada paso, donde tenia que vender mis aptitudes para ver si otros querían comprarme, donde un ser humano se permitia juzgarme por una cara y dos páginas de un currículo; después de esto me di cuenta que habia vuelto a sentir asco sin haber siquiera pisado la cancha.  Mas valía ser vagabundo y conservar la dignidad y la curiosidad por el mundo que nos rodea, que envejecer en un escritorio de donde te echan cuando ya no te pueden sacar más arrugas.

3 comentarios

  1. Desgraciadamente lo que se narra es muy habitual, salvo el final. No siempre es posible elegir entre conservar la dignidad y tener una cuenta corriente bien alimentada. Me pregunto si está basada en hechos reales que le hayan sucedido al autor (o autora) o a alguien próximo. Te deseo en el certamen más suerte que la protagonista de la historia.

  2. muy buen cuento, para variar, con pocos comentarios. Me pareció un poquito largo, pero efectivo. felicidades

  3. Cuento interesante. Bien contado. Salvo la parte final todo parece real. De todas maneras, tanto si la parte final fuera real como imaginaria, seria lindo saber como siguio la vida. O sea, como lector, pedimos la segunda parte.
    Dura con los caretas abogada!

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