58- Al infinito y más allá. Por Medea
- 11 octubre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, hijo, matar, vivir
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¿Estás ahí? Chiquitito bello de mamá. Mira que te estoy buscando. Fíjate que te encuentro. ¿A que estás debajo de la cama? ¿Lobo estás? Me estoy atando los zapatos. ¿Dónde estás? Apura que quiero abrazarte. Vamos, que tu mami te busca para besarte. Cosquillitas en la panza. Mira que cuando te atrape…
¿Me oyes?
Te escondes. Termina el juego. Vamos. Ya ganaste. Es tuyo. Ahora vente con tu mamá que te ama. Corre, apura. A que no sabes quién tiene un chocolate de premio. Ya sé dónde. A que estás dentro del armario. Camino lento, me deslizo que casi no me oyes, estoy en la puerta. Te espío por la rendija. Ya casi. Escucho tu risilla. Te ríes, contienes la respiración. Te tengo. Vamos, sal que abro. ¿Lobo estás? ¿Dónde te has metido? Basta ya. Me cansé. No juego más. Ven con tu mami que se asusta. No me gusta que me hagas esto. ¿Por qué te escondes? Que niño más travieso. No sé qué haré contigo. Estoy tan cansada de tus caprichos. Te aprovechas de que tu mami te quiere. Niño malo.
Sal, vamos.
Por favor, te lo suplico.
Estoy agotada. No puedo más. Ten compasión de tu madre. Necesito darme un baño. ¿Estarás en la bañera? No puedes esconderte tanto tiempo. Debes comer algo, te debilitarás. Ya no quiero jugar. Sólo quiero calentarle la sopa a mi nene. Acariciarle la cabeza mientras miro como la toma. Llevarlo a su camita. Leerle un cuento. Apagarle la luz. Llenar la bañera, sumergirme. Dejar que el agua penetre mis poros, y lave mis lágrimas. Hijo, pequeño, entiende. Una mamá también necesita llorar. Sola. Gota sobre gota, desilusión de amor que se fue. Que me dejó sola contigo que eres un demonio. La penitencia que te pondré en cuanto te encuentre. No va a haber sonrisa que te salve. Te ríes. Te puedo oír. Sabes muy bien que con esa sonrisita nos cautivas a todos. Chiquito dulce de mamá. Y de su papá. Que la culpa de que seas malcriado es toda suya. Desalmado, no me hagas hablar que no quiero llorar. No ahora, después. Sola en la bañera.
Oye, por favor, sal de ahí. Es tarde, debes descansar. ¿No quieres sopa? Un baño calentito y a la cama. Vamos. Que mañana tienes el examen.
¿Tres por siete?
No te oigo.
¿Tres por siete?
Muy bien, mi chiquito. ¿Y siete por tres? ¿Siete por tres? Piensa. No seas vago.
Sal de ahí, vamos. No puedes quedarte toda la noche dentro de la tina. Te gusta el agua. Te relaja el cuerpito. Flotas. Como si volaras. Vamos que mamita te espera con la toalla de conejos.
“Sal de ahí chivita, chivita.
Sal de ahí de ese lugar.”
Oigo una risita de ratón por ahí. ¿Puede ser? Ratoncillo subacuático. Me dices toda la tabla del tres y no te reto más. No te molesto. Te dejo dormir allí. Descansas en el agua tibia. Me haces un lugar. Nadamos los dos. Flotamos. Volamos. Pobrecillo, bebé de mamá. Su papá que nos quiere dejar. Desagradecido. Nos vamos de viaje los dos. Vos y yo. Para qué lo queremos a él. Que se queda con la secretaria, a ver si le puede dar otro chiquitito tan bonito como el mío. Mío. Todo de su mamá. Ni de la maestra. Para qué quiere mi nene saber la tabla del tres. Tienes razón. A donde nos vamos no la vas a necesitar. Ni la del cuatro. Ni el cinco. Nada. Ninguna nueva prueba. Porque la vida es así, mi pequeño. Muy difícil. El cuento de nunca acabar. Tendrías que verlo tú mismo. Ya me comprenderías. Tu mami no puede permitirlo. Cada año te exigen algo nuevo. No es divertido, mi amor. No. Esfuerzo continuo. A los siete te piden la tabla del tres y a los ocho la del siete. Es así. Y después que trabajes, que te cases, que compres una casa, un auto, tengas hijos… Nietos. Nunca es suficiente, chiquitito. Nada alcanza. ¿Quién quiere vivir así? Que se queden ellos que les gusta. Nosotros nos vamos.
Un viaje largo, largo. Subacuático. ¿Te parece? Espera que mami también se mete en el agua. La tina es grande, me hago chiquita, no te molesto. Nos vamos juntos.
“Al infinito y más allá”, como Buzz, Buzz Lightyear. Venga para acá mi niño bonito que su mamá lo va a llevar de viaje en cohete.
Los astronautas viajan días y días. Y no se aburren. Tienes que ser valiente como Buzz. Nada de andar preguntando si falta mucho.
“Mamá, ¿cuándo llegamos?”, me parece oírte. Siempre el mismo. Impaciente. Ni habíamos dado la vuelta a la esquina y ya querías llegar. Tu papá se reía. Estaba contento el desgraciado. La degenerada lo esperaba en la playa. No te lo iba a decir, perdona, se me escapó. Pero es así, él nos llevaba a la playa para poder ver a la otra. No era por nosotros. No le interesamos. Ya ves, por algo se fue. Dice que a ti sí te quiere. Que tú eres lo único bueno que tiene de su tiempo conmigo. Desagradecido. Le di todo. Yo vivía por él. Y por ti, bebito dulce. Que eres una extensión suya. La misma nariz, los mismos pies. Fíjate en este dedito que asoma fuera del agua. Un calco.
Nos vamos. Basta. Viaje submarino. Partimos, espera que voy contigo. Vamos, que es un viaje mágico. Como los astronautas que se duermen.
“Arrorró mi niño
Arrorró mi sol,
Arrorró pedazo de mi corazón”
Burbujas de amor en la bañera. Tus ojitos grandes, como los del papá cuando se enoja. El viaje a veces duele pero la meta vale el esfuerzo. Del otro lado el sol vuelve a brillar. Ya verás. ¿Temes? No temas, soldadito valiente de su mamá. Cierra los ojos, no puedo ver tu miedo. No quiero verte sufrir. No hay dolor, ya verás. Deja que el agua entre en tu boca. Te prometo que mami parte detrás de ti. ¿Quién quiere vivir?
Lástima, estaba convencida de que este relato sería finalista
Suerte
Medea:
Desde el inicio sabía lo que iba a pasar. Algo no estaba bien… pero quería equivocarme, quería que encontrara al niño… No quería saberlo muerto a manos de su madre, como ya lo sabía.
Los niños siempre utilizados, como escopetas, como venganza…
Buen relato, buen monólogo, triste final.
Un abrazo.
Digo como Pigmalión: magistral, Aunque desde el principio intuí lo que iba a pasar, no por ello ha dejado de interesarme. Has sabido desenredar en un diálogo, que en realidad es un monólogo, la historia anterior y el desquiciamiento de una mujer abandonada capaz de asesinar a su hijo, que casualmente se parece a su padre y es lo único bueno que este reconce de su vida con ella. (¿A cuántos psicópatas conocemos con esas características?)
Una prosa maravillosa. Enhorabuena.
Magistral .
Durante las diez primeras líneas creí que el otro era un perro, un perrito (se le llama Lobo, se le va a premiar con chocolate… ). Después, bueno después su deriva dejó de interesarme.
Enhorabuena, está muy bien escrito.
Excepcional. Todavía tengo el vello de punta. Has sabido resolver la trama de forma magistral. Al principio empieza uno a leer con algo de prevención, porque el lenguaje infantil te hace sospechar que nos encontramos ante un relato ñoño y afectado. Pero conforme avanza el monólogo, la protagonista empieza a revelarnos, de una forma muy sutil y bien dosificada, una serie de pistas que nos indican que hay algo aquí que no funciona del todo bien. Hasta llegar al brutal desenlace, que hace rato sospechábamos pero no nos atrevíamos a aceptar.
Chapeau! Este relato está en mi quiniela de futuros ganadores.
He vuelto a releerlo y releerlo, y he quedado con los puntos seguidos, seguidos, a tomar unas cerves esta noche. Qué suerte que me apareciera tu relato. Gracias 😉
Parece que el infante no va a llegar a la tabla del cinco. Más le valdría haber hecho un curso acelerado de buceo por lo que se le avecina. Me gusta el relato, me gusta el título y me gusta el pseudónimo. Suerte.
Un estupendo monólogo para mostrar uno de los sentimientos más antiguos del mundo; la venganza. La tragedia de Medea que vuelve a la escena. En este caso contada magistralmente.
Yo tan sólo me atrevo a describir mi estado mientras leía tu relato: he comenzado con el ceño fruncido, y he terminado de leer con el ceño fruncido. Será que no estoy acostumbrada a relatos con esta forma o será que no me llevo bien con tantos puntos seguidos, seguidos, aunque sé el efecto que deben provocar.
Por otro lado admiro estos relatos, porque yo no creo que consiguiera hacer más que una patata, si intentara utilizar esta técnica, en algo que fuera más extenso que un microrrelato muy micro.
Suerte.
Desesperación en estado puro bien narrada. En mi opinión has combinado muy bien la angustiosa paradoja de una mujer trastornada, que ama a quien va a matar. Suerte
Parece que la tragedía se Medea se repite y ni el instinto maternal es capaz de parar un terrible acto de venganza.
Las pasiones excesivas terminan algunas pagando justos por pecadores, en este caso y en otros que las noticias se encargan cada día más de divulgar.Los niños de Córdoba es un ejemplo hasta que no se demuestre lo contrario.
Este relato lo imagino puesto en escena, una especie de monólogo.Me encantan
Muy bien Medea has reprentado muy bien a esa loca endemoniada, un personaje de los más terribles de la mitología griega.