Cubriste mi vida de cirios y velos, y en la penitencia de tu cofradía, sufrí tus enojos de noche y de día, con crueles desdenes, caprichos y celos. Perseguiste sola tus gozos y anhelos, desde el egoísmo infiel de tu porfía, y entonces, muy pronto murió la alegría, cuando prometía…
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