Pedro Sánchez y Franco, cuestión de “Baraka”
Hace pocas fechas asistimos al triunfo por primera vez de una moción de censura a un gobierno en España en cuarenta años de democracia, ante la sorpresa tanto de los desalojados del poder, aunque casi mayor fue la de los nuevos inquilinos de la Moncloa. Sin nada previsto tienen un estado que gestionar con unos presupuestos generales aprobados por el anterior gobierno, algo que les limita la acción ejecutiva a poco más que organizar bodas, bautizos y comuniones. En el caso de Pedro Sánchez, a portes, mudanzas y exhumaciones. En la gestión de esta última cartera ven qué, cuanta más leña echen al fuego de la selectiva ley de la memoria histórica, mayor es la cortina de humo para tapar el pago de una nueva traición del socialismo al país.
En próximas fechas se van a medir la gracia divina entre dos dirigentes con Baraka. Por un lado, Sánchez, que, aunque con una menor trayectoria, nadie puede dudar de su suerte, nadie ha conseguido tras salir defenestrado de Ferraz, y que en poco más de un año sea el presidente del gobierno. Pero ahora el joven púgil se quiere enfrentar este verano con un peso pesado. Han pasado cuarenta y tres años que se enterró al General Franco en el Valle de los caídos, y es ahora cuando este gobierno socialista se ve bien entrenado y con cintura, el pueril púgil se cree preparado para bailarle los huesos al dictador por el cuadrilátero, hasta tumbarlo en la lona de la venganza a destiempo y sin sentido, ni beneficio alguno para los ciudadanos españoles.
Pero el contendiente, cuatro décadas en posición horizontal, y a pesar de su inactividad, no es un contrincante fácil. Si nos remontamos a los orígenes de Francisco Franco, observamos que ya en su niñez y juventud nadie hubiera dado un duro por él, víctima de una familia desestructurada, con un padre aficionado al alcohol y las faldas, que abandonó prematuramente a la familia dejándoles en una precariedad incipiente, coyuntura que empujó al General a renunciar a los sueños de surcar los mares a bordo de la armada, para acabar en la academia del ejercito de tierra, donde su número de promoción navegó por la mediocridad de la tabla de su promoción, y sólo destacó por su mojigatería, voz aflautada y el surco chisporroteante que dejaba a su paso el sable arrastrado por el patio de armas. Al abandonar la península con destino África, el rumbo de su suerte cambio para siempre, Junto a Millán Astray crearon la famosa Legión Española, allí peleó contras las tribus del Rif, sufrió heridas de guerra, etc. Y ya por aquel entonces las tropas moras señalaban al oficial como un hombre con “Baraka”.
Durante su vida, el dictador estuvo en el objetivo de innumerables intentos de atentados contra su vida, así como vivió constantemente amenazado por conspiraciones varias, tanto de la oposición como de sus propias filas, y aun así acabó muriendo en la cama, se puede decir que fue un soldado de fortuna. Después de la Guerra Civil, y por circunstancias externas a él, se frustraron las invasiones de la península por las tropas de Hitler, de los aliados en dos ocasiones, y de los guerrilleros comunistas por los Pirineos, todas ellas sazonadas con una múltiple diversidad de intentos de atentados por tierra, mar y aire por parte sobre todo de elementos anarquistas.
Pero nos vamos a centrar en una de las conspiraciones que puede despertar más curiosidad por su cercanía al dictador, esta fue protagonizada por una buena parte de sus compañeros de armas una vez terminada la guerra civil española. Ya que mientras duró la guerra, el general fue afianzando su liderazgo militar llevándolo más allá de los cuartos de banderas, acaparó progresivamente todo el poder tornándose un dirigente omnipotente ante el nuevo estado que el mismo diseñó. Unificó artificialmente la falange con el carlismo, y se deshizo de los dirigentes que estuvieron en desacuerdo, como le sucedió al representante de la comunión tradicionalista Fal Conde, También tuvo la “suerte” que la autoridades republicanas fusilaran a José Antonio Primo de Rivera en Alicante, por cierto Alicante fue la única ciudad española que nunca visito el Generalísimo, las malas lenguas dicen que Franco no hizo lo suficiente para salvar la vida del fundador de Falange, así en materia de dar contenido político al movimiento lo tenía atado el tema con un partido único dominado por camisas nuevas tejidas por el propio general. Militarmente en el alzamiento del 18 de julio del 36, los generales que se sumaron tenían las mismas motivaciones, pero no los mismos objetivos políticos finales, de hecho, había generales republicanos como Queipo de Llano, masones como Cabanellas, y una gran parte monárquicos que querían restaurar la Monarquía como modelo de estado, además la “la suerte” de la desgracia en forma de accidente, quitó de en medio a los generales Sanjurjo y Mola, que eran los únicos que podían hacer sombra al Generalismo, Franco era monárquico, y en su boda con Carmen Polo estuvo presente Alfonso XIII, y cuando se proclamó la republica franco como director de la recién creada academia general de Zaragoza mantuvo en el mástil la roja y gualda. Es por su trayectoria monárquica junto a la flema gallega que nadie creía que acabada la guerra no iba a ceder el poder. Pero así fue, no lo cedió, volvió a navegar entre sus colaboradores anglófilos y germanófilos, virando siempre la nave hacia donde soplaba el viento de la segunda guerra mundial.
Los dos generales monárquicos con más poder en España al acabar la Guerra Civil, el general Varela, y el general Kindelán intentaban presionar a Franco para que cediera a la restauración monárquica, sin embargo Franco creía por experiencia propia que eso de volver a las caducos sistemas liberales, ya sea en una República o en una Monarquía no era más que volver al caos en el país, él había diseñado el futuro de España en la autarquía, bajo el movimiento acompasado siempre por la firmeza del bastón de mando militar que jamás soltó. Volviendo a la conspiración militar monárquica, y una vez visto que Franco no iba a ceder, se planteó seriamente dar un golpe de estado, financiado por el Reino Unido, que puso a disposición de los generales que llegaron a ser la treintena alrededor de la mesa conspiradora, de una cantidad de diez millones de dólares depositados en un banco a su disposición, pero la “baraka” de Franco le volvió a salvar, dado que el General Varela a última hora renunció al golpe por no dividir al ejercito en dos y volver a enfrentarse en combates fratricidas.
Así que además de innecesario creo peligroso remover los huesos de alguien con tanta “baraka”
Jordi Rosiñol Lorenzo.