Con mi madre. Por Dorotea Fulde Benke

Reencuentro

con mi madre

 

Con mi madre.

 

      Hoy he bailado con mi madre. La vi sentada en el banco de piedra de su jardín y guiada por unos retazos de música, empujé la verja y entré. No tuve que decirle nada; extendí la mano y al cabo de tantos años volví a sentir el roce de sus dedos frescos y suaves, no delicados sino firmes y siempre dispuestos a la caricia.

      Al son de la melodía y más allá, dimos unos giros acompasados y nos mecimos hacia un lado y hacia el otro. La música -como todo lo demás- dejó de tener importancia. Profundamente alegres por estar juntas de nuevo, nos entregamos a un vaivén de ilusión y amor. Ahora sé que lo que nos separa solo existe mientras yo siga pensándolo.

      Mi madre sonrió con mis labios y yo sentí la luminosidad de los nacimientos y reencuentros. Lloré sin notarlo y sin nada que lamentar. Solté su mano a voluntad y abrí los ojos. Me sigue acompañando; nunca dejará de hacerlo.

 

Dorotea Fulde Benke

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