Sueño cumplido (cuento breve). Por Marcelo Galliano

Marcelo Galliano

Esperá, esperá, ya te hablo. Sí…, ya sé que te llamé yo. Y bueno… te lo quería contar, pero dejame que respire un minuto solamente.
Te lo quería contar porque vos eras uno de los que siempre estaban. Sí, sí, ¿te acordás? ¡Qué época aquella! La vida valía dos alfajores y un chicle Bazooka. Qué facilidad para asesinarse y renacer.
Disculpá la tos, pero es por la corrida que me mandé. ¿Qué te decía? Ah, sí, ¿te acordás del juego? No, no, el juego, el preferido de todos. ¿Cuántos éramos? Vos, yo, el petiso Mocalves, el tanito, y como cinco más.
Pará un cachito, la guardo ahora que ya se enfrió. Sí, te decía si recordabas. Claro… ¡cómo no vas a recordar! Sonaba el timbre y tomábamos el patio, la señorita Carmen no nos decía nada pero yo creo que no le gustaba del todo. Qué linda era… Esos ojos…
Yo era el que armaba el asunto, siempre formaba la bandita con vos y el petiso, al tanito lo mandábamos para el otro bando, él sabía morir lindo…, bien creíble.
Estoy acá, estoy acá, pasa que sentí ruidos y pensé que me venían a buscar, no es nada. Te decía… Ah, sí, dividíamos el patio, nosotros atrás de las columnas, ellos a la vista, esperando ser emboscados, charlando como si nada.
Te oigo, te oigo…, me estaba acomodando el vendaje. Qué increíble, me parece estar viendo la escena, los rostros de ellos enrojecidos por la luz que se colaba por el tinglado, vos y los nuestros conteniendo el aire hasta que yo diera la orden…
Disculpá la carraspera. No es nada, quedate tranquilo, un poco de tos nomás. Y… ¿cómo era? Ah, sí. Ahí aparecían los demás, los del otro bando, y ahí les caíamos, les robábamos todo y apuntándolos con el índice los acribillábamos.
¿Te reís? Hacés bien. Cuántos recuerdos. Después el timbre terminaba con el asalto y nosotros éramos primeros en trotar al aula, los otros venían después, resucitaban del piso y nos seguían. Aunque yo a veces me quedaba quieto, extasiado, mirando el aire y con la mano todavía en forma de revólver, y la señorita Clara que me tomaba del hombro y me llevaba a la clase sin retarme, con gesto serio, pero sin retarme.
Estoy bien, estoy bien, no pasa nada, me duele un poco pero apenas los muchachos me manden el médico se arregla. Si no no te hubiera llamado, pero entendeme, te lo tenía que contar, pasaron tantos años de aquel sueño infantil que acabo de cumplir…
Decime que después de lo que hice hoy estás orgulloso. Dale…, decimeló.

Marcelo Galliano

Jurado del VIII Certamen «Poemas sin Rostro»

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