El alma. Por Juan A. Galisteo Luque

El alma

 

EL ALMA

 

Que nadie se extrañe si al hablar del alma,

sucumbe el misterio tan ruin del pecado,

atributo innoble que todos tenemos,

que todos sabemos, que todos llevamos.

*

Que nadie se jacte en su prepotencia,

ningún  juez cuestione lo bueno ó lo malo,

ningún ser que exista tenga el privilegio

de ofender con saña a otro ser humano.

*

Todo un sentimiento de ilusiones viles

cruzan nuestras mentes con placeres vanos;

el hombre es tan débil frente a la codicia,

ante la riqueza ó el poder  pagano,

que pronto se olvida de cuidar su alma,

despertando envidias, rencores y agravios.

*

¿Quién tiene el derecho de quitar la vida,

de comprar sonrisas, de fingir halagos?

¿Quién tiene el derecho de incumplir las leyes

cambiando sus formas sin ningún reparo?

*

De cubrir de llanto la paz y el cariño,

de negar sustento de pan, de trabajo,

de sembrar el miedo, la ignorancia, el odio,

por asegurarse un lugar más alto.

*

¡No imitéis el gesto de las avestruces

mirando impasibles a los marginados!

¡No dejéis que el mundo en su indiferencia,

duerma en un olvido de labios callados!

*

Que el llanto de un niño no gima por hambre

cuando el vicio infame moje nuestros labios;

que el dolor no apriete como mal remedio

por no dar apoyo, consuelo y amparo.

*

No hay lucero vivo que alumbre el camino

de donde venimos y a donde nos vamos;

solo el alma tiene razones ocultas,

porque de esta tierra nada nos llevamos.

*

El alma no muere, el alma es eterna,

es luz en el cielo que alumbra su espacio;

la vida es tan frágil que el tiempo la olvida,

como borra el viento las hojas de un árbol.

 

 

Autor: Juan A. Galisteo Luque

Fragmento del poema ¡Grandes!

Premio Blas Infante 2002 (Cornellá) Barna.

Derechos registrados y fotografía del autor

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