El tránsfuga o la calidad democrática.
En España se critica fácil y peyorativamente a los tránsfugas. Acepto que a priori la crítica pueda parecer procedente. Sin embargo, hay en ello una muestra de calidad democrática. Veamos.
¿A quién se debe un diputado? ¿A su líder en el partido o a sus votantes?
Según nuestra Constitución, los diputados son inviolable, luego nada ni nadie debería influir en sus decisiones, ni siquiera su partido.
Por otro lado, les pido un razonamiento. Si un diputado está obligado a votar lo que le exige el grupo parlamentario ¿para qué sirve? ¿No sería más adecuado darle un voto cualitativo a cada portavoz, que represente al número de votantes que tiene? Así, en lugar de 350 diputados en el Congreso, tendríamos 8 ó 9, uno por partido, cuyo voto valdrá en función del respaldo popular que tenga.
El transfuguismo en Murcia, lo ha protagonizado la portavoz del grupo parlamentario, lo ha hecho siguiendo las órdenes de Arrimadas, diputada nacional. ¿Es lógico, o democrático, que, desde Madrid, dirija el voto de un diputado autonómico en Murcia? ¡Piénsenlo!
Recordemos que hay países en los que los votantes de un distrito electoral pueden rescindir el acta de su diputado. Si hacemos un ejercicio mental y lo aplicamos al caso, comprobaremos que, en Murcia, si esos diputados de Cs se hubieran ido al PSOE, y existiera la oficina del diputado, hubieran sido destituidos inmediatamente por los electores.
Reflexión: España no es una democracia, es una partidocracia, en la que el voto del ciudadano pierde todo su valor al día siguiente de las elecciones. ¿No deberíamos cambiar esto, y que cada diputado esté sometido al interés del votante, y no del partido?
Antonio Marchal-Sabater