Esperamos tanto de ti. Por Ana Mª Tomás

propósitos

Esperamos tanto de ti.

 

      Admiro las mentes brillantes. Me seduce la inteligencia y me fascina la creatividad de algunos publicistas capaces de lograr en los breves segundos que dura un anuncio toda la perplejidad que nos puede dejar un mensaje lleno de filosofía de vida.

      Uno de ellos, entre otros cuantos también geniales que he visto estos días, va exponiendo una serie de situaciones de las que invariablemente, de manera habitual cuando se presentan en nuestra vida, hacemos un drama: rayar el coche en algún pilar del aparcamiento; olvidarnos las llaves dentro de casa y tener que llamar al cerrajero con la consiguiente pérdida de tiempo y de dinero; cargarnos la instalación eléctrica con alguna chapuza que hayamos hecho por no llamar al electricista, al que más tarde hemos de recurrir para arreglar la avería más el desaguisado y que nos va a salir «la torta por un pan»; quedarnos tirados con el coche en mitad de la nada…, etc. Pero el anuncio lo que mostraba en todos estos casos, mientras compaginaba esas imágenes con las de una televisión exponiendo las noticias sobre las muertes por Covid, era la reacción de las víctimas soltando una carcajada en lugar de convertirse, como ha ocurrido hasta la fecha, en jinetes de ave de corral y montar un pollo de aquí te espero… para terminar con la frase: «Después del año que llevamos, ojalá que todas las situaciones se pudiesen arreglar como estas, y para ello…». Y a continuación venía el nombre de la empresa publicitada.

 

Me pregunto por qué somos tan olvidadizos, por qué mueren tan pronto nuestros mejores planes de tomar las riendas de nuestra vida

      No me negarán que, extrapolando esa reflexión a cualquier ámbito de nuestra vida, no es una magnífica tabla de salvación a la que agarrarnos cuando el impulso por seguir considerándonos víctimas de las circunstancias nos arrastre a seguir lloriqueando. No sé si les podrá servir de ayuda una frase de R. Tagore, pero, por si sí o por si no, se las soplo a la vista: «¡He perdido mi gotita de rocío!, dice la flor al cielo del amanecer, que acaba de perder todas sus estrellas». Yo les confieso que me ayuda mucho a relativizar los problemas cotidianos que, por el simple hecho de estar vivos, se nos presentan a diario. Y me sirve para cuando me encabrono y dejo de ser una dama para convertirme en una bruja del demonio salida de las entrañas de los infiernos y comienzo a soltar sapos y culebras por la boca… Pensar en esa frase hace que me frene y mire todos los firmamentos situados a mi alrededor que han quedado sin estrellas, para darme cuenta de lo poco que importa, en comparación con ellos, mi gotita de rocío.

      Todos sabemos que en estas fechas se renuevan las listas de encomiables propósitos para el nuevo año. Y también sabemos lo poco que sirven y el mínimo tiempo que nos duran. Hubo quien argumentó que de la pandemia íbamos a salir no solo más fortalecidos, sino mejores. Permítanme que, como en el anuncio, suelte una carcajada. Ya sé que esa es la apuesta, al menos por lo que deberíamos apostar, a pesar del miedo, de la incertidumbre, del recelo, del paro, de la muerte… Apostar siempre por salir mejores que cuando el destino nos metió de cabeza en el pozo.

      Siempre me pregunto por qué somos tan olvidadizos, por qué mueren tan pronto nuestros mejores planes de tomar las riendas de nuestra vida, de vivir como si no hubiera un mañana, de relativizar nuestros problemas, de llevar a cabo los sueños que durante tanto tiempo fuimos cuidadosamente construyendo, de soltar las inquinas. Por cierto, ¿saben el significado en hebreo de la palabra cáncer? Ahí les va: dejar el rencor. Fíjense, dentro de la misma palabra que nos remite a enfermedad y a miedo, nos viene la esperanzadora recomendación de abandonar el resentimiento que haya en nuestro corazón hacia alguna situación o persona.

      Esta Navidad ha salido al mercado una película de dibujos animados que no estoy muy segura de que vaya dedicada a los niños o, quizá, ellos están más capacitados que nosotros para entenderla. Todo es posible. Se titula ‘Soul’. Si pueden verla…, háganse ese favor. Y aunque los propósitos que les despierten solo logren durar la brevedad de unos pocos soles, habrá merecido la pena su tiempo.

      Este año que acabamos de estrenar merece que lo alimentemos con el amor de cuidar a los otros, pero también de cuidarnos a nosotros a mismos y no esperar, como en la motivadora película ‘Ahora o nunca’ a que nos digan que nos queda un mes de vida, para comenzar a realizar todo aquello que siempre fuimos postergando. Porque, aunque esperemos mucho del nuevo año, él también lo espera, en la misma medida, de nosotros.

 

Ana Mª Tomás

La verdad.es

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