Estancado en el martes.
Esperando impaciente
me encuentro en este martes, estancado
entre sueños y aromas de tu querida ausencia.
Las nubes se resbalan en mi triste camino
y se unen formando tus ojos, tus verdades
y la lluvia que riega este otoño de anhelos.
De pronto sale el sol cuando apareces,
se aparta la maleza de mi camino agreste,
el pájaro del beso trina un “yo más” hermoso
que me alza del fango y se transforma en verso.
Y tú, mientras, distante, sin sospechar siquiera
la magia que derramas en mis manos desnudas,
no comprendes del todo que se me alegre el alma
cuando tu esencia inunda mi ser hasta los huesos.
Y llegas, y te quedas, y te adueñas de todo
y soy un hombre nuevo y un caballero antiguo
que quiere ser un niño que transcienda lo humano
para volverse bruma que cubra tus angustias.
Finalmente, y a modo de telón de estos versos
quiero decir tan solo que nada más importa
que ser feliz buscando la dicha del amado,
sentirse satisfecho, ser fiel a lo que es bueno,
y amar como si nunca se agotaran mis fuentes.
Solo así, cualquier día, tú serás ese cielo
que este mortal desea abrazar para siempre
y no harán falta dioses, ni ángeles, ni magia
pues ha de resumirse en tu abrazo infinito.
© Segismundo Fernández Tizón