Mi historia vinculada a la informática empezó prácticamente desde que apareció el primer ordenador personal en España; ordenador que adquirí en unos grandes almacenes a finales de 1983, hace más de treinta años. Esta imagen que os dejo es de un Sony-MSX-Hit-Bit de 32 bits que se conecta al televisor y no tiene capacidad de almacenamiento. Hay que conectar un magnetofón con cintas de casete para poder guardar los programas y volver a recuperarlos para proseguir. Aún funciona y lo guardo con un especial cariño, ya que para mis hijos fue su primer juguete mucho antes de que aparecieran las consolas más comerciales como la Nintendo o la PlayStation.
Con este ordenador, que funcionaba con la más sencilla programación BASIC, conseguí aprender lo que entonces se llamaba Grafismo electrónico y que no era otra cosa que animaciones sencillas para explicar, rotular vídeos o titulares. Entonces, al menos para mí, era pura magia. Quizá también recuerdes con cariño tu primer ordenador.
En 1987 vendrían los ordenadores personales ya con pantalla y almacenamiento propio. El siguiente ordenador que tuve fue un INVES de 20 MG de disco duro que funcionaba con MS-DOS, el sistema operativo que fue la base del desarrollo de Microsoft. Se partía del directorio raíz del disco duro identificado como «C:\» y a partir de varios comandos ibas accediendo a otros directorios o programas. Tenía como memoria adicional los disquetes de 5¼», que permitían trasportar la información. Eso era ya todo un mundo de posibilidades, incluyendo la de imprimir.
En aquellos años aún no existía Internet tal como lo conocemos ahora, aunque pronto aparecieron los módem de 28 KB/s que te conectaban a la red a través del teléfono y te permitían acceder a servidores de chat, la mayoría en inglés. El chat era la forma más común de comunicarse y se accedía a través de programas sencillos como PIRCH o Mirc. Este último aún sigue vigente, tiene una interfaz gráfica con mucha más seguridad y es en la actualidad el más utilizado. En aquellas fechas no existía ningún buscador por lo que era imposible encontrar una página web a menos que supieras la dirección correcta y fuera tan sencilla que pudiera descargarse fácilmente. La mayoría, en formato *.htm, se descargaban demasiado lentamente. Imaginaos la velocidad, 28 o 56 kb por segundo. Eso suponía que 1 MB tardaba muchas horas en descargarse, así que a ver quién era capaz de pensar en Gigabytes 0 Terabytes. Tampoco existían los formatos de compresión como el *.mp3, que fue muy posterior.
¿Recordáis el sonido del módem? Ahora los jóvenes que lo recuerdan ya saben que han cumplido más de 25 años, y eso conduce a rememorar un tiempo de muchas esperas no siempre fructíferas. Para navegar había que tener mucha paciencia.
En el año 1996 ya adquirimos el primer ordenador con Windows 95. Con 1,2 GB de disco duro, con memoria RAM , y una pantalla en color, y ya eran estándares los disquetes de 3½», mucho más pequeños. Recuerdo que me aprendí el sistema operativo memorizando cada una de sus carpetas y extensiones de archivos utilizando mi aprendizaje MS-DOS.
En 1997 tardé 13 horas en bajarme la primera versión de Internet Explorer e instalarlo. Cuando vi aquellas pantallas tan intuitivas con acceso a noticias y buscadores creí encontrarme en una nave espacial. Tardé varios días en comprender el concepto, visitar los enlaces y reaccionar a tantas facilidades. Me he reído mucho leyendo esta página que nos cuenta cómo era la red en 1997. Con esta frase: «La Web de 1997 era tan inocente como un pueblo pequeño. La privacidad era la última de las preocupaciones. Sin Google, ya era bastante difícil que alguien encontrara tu página web…» Sí, era más que difícil, pero no era un pueblo tan tranquilo: la seguridad también era muy deficiente.
En 1999 se formó la red de chat IRC-Hispano, en español, y desde entonces me conectaba habitualmente para mantenerme en contacto con otros webmasters, diseñadores y editores de vídeo. Allí conocí el canal #literatura, que era el más divertido por sus conversaciones desenfadadas y completamente diferentes a todo lo relativo con la tecnología. La historia de esta comunidad empezó así, algunos de nosotros nos conocemos desde aquellas fechas en que nos encontrábamos cada noche en el chat. Han pasado quince años de aquellos tiempos y el mundo se ha ido trasformando delante de nuestros ojos de forma espectacular.
Un 10 de octubre, hace catorce años, en el 2000, recibía mi primer diploma en programación Visual Basic tras un año de estudio en la UNED y la presentación de un trabajo que consistía en un programa al que llamé PRIMIPA y consistía en un editor de texto, una calculadora y una hoja de cálculo sencilla. Al fin mi primer diploma en la mano, así que no os podéis imaginar mi alegría y satisfacción con ese papelito que certificaba mis conocimientos en programación y que tanto me han servido en esta andadura.
Algunos de vosotros conocéis toda la historia posterior, a los demás os la iré contando. Es tiempo de recuperar buenos recuerdos.
Luisa Núñez
CEO del Portal Canal Literatura
Especialista Universitario en Sistemas Interactivos de Comunicación
Un recorrido más que estimulante. Mi enhorabuena por el artículo y por tu andanza en ese universo virtual… Anna
¡Que complejo! después de leerte me doy cuenta lo analfabeta que soy en ésta materia.
Te felicito por tu caminar en éstos menesteres
Encar
Yo me reconozco inútil en ese mundo. Menos mal que ahora es más cercano y amigable. Si no, una no era capaz de dejar por aquí ni media palabra. Complejo el mundo de las máquinas, pero tan útil…
No tiene ningún mérito, tan sólo seguí una pasión que en un principio ni siquiera sabía si me serviria para algo.
Vosotras tres fraguáis vuestras pasiones en escritos o cuadros que yo admiro profundamente.
Por suerte cada uno siente pasiones diferentes de las que enriquecernos todos.
Abrazos virtuales 😉
Ahí está la clave, tú misma has llegado en tu comentario al fondo de la cuestión: la pasión. Y tu pasión permite que ese mundo virtual alimentado por máquinas inanimadas, de pronto se llene de vida…y de alma. Porque tu pasión le confiere alma, sentimientos…
Un abrazo, querida amiga.
Gracias por compartir esas experiencias, comunes a casi todos las personas de nuestra generación. De hecho nuestro salto en este aspecto ha sido meteórico, puesto que partimos del cero más absoluto.
Un abrazo.
Luisa, me he divertido mucho leyendo tu historia con los ordenadores y he recordado yo también; eso es lo bueno, cuando alguien recuerda y si lo cuenta tan re-que-te-bien como tú, provoca una especie de «efecto dominó» en las nostalgias del prójimo.
Yo me vinculé al mundillo del ordenador cuando conocí a Juan, mi marido, allá por el año 87. Él, desde bien peque, ya se relacionaba a las mil maravillas con todas las máquinas y otros muy diversos cachivaches. Que una linterna se estropeaba, no problem, porque Juan la destripaba y ¡voitlà… magia! Y así con todo lo que oliera a chips, bits, etc.
Compartí con él la alegría de su primer ordenador personal: un Atari. Uf, aún recuerdo el brillo de sus ojos verdes (estaba para comérselo… ejem, pero esa es otra historia, jejeje…) Se pasaba noches en vela acariciando a su Atari del que (lo confieso) llegué a sentir celos, gggrrrr… Y sí, claro que recuerdo el sonido del módem, que parecía que te iba a transportar a otro planeta o que se iban a colar marcianos por la pantalla 🙂
También hice un curso de BASIC y me lo pasé pipa porque conocí a gente muy divertida (era como estar todo el rato viendo vídeos de Martes y 13)
Pero si hay un recuerdo estrella con los ordenadores, ese que cada vez que surge me abre las mandíbulas de par en par por la risa, fue uno de los primeros sonidos que escuché en ese Atari: un pedo, sí señores, con perdón por la guarradilla (jajaja), pero sonaba auténtico…
«Ayyy, como hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquella…»