La extraña enfermedad de William. Por Fernando Guerrero

-Creo es esta la séptima noche en la cual no he podido caen en un sueño profundo, digo creo porque he perdido casi por completo la noción del tiempo-pensó William, en su pecho aun permanecían esas cosas blandas y amarillas, ha tratado de extraer algunas pero se resbalaban en sus dedos como gelatina, tomo un espejo y observo su rostro, le impresiono ver que también esas cosas estaban alrededor de los ojos la nariz y la boca, saco la lengua y trato de saborearlas pero se apartaban con el más pequeño rose, encendió la televisión para ver si decían algo de alguna nueva enfermedad, pero como raro solo hacían chistes de mal gusto y decían algunas estupideces, arrojo el control contra la pantalla y esta se quebró en pequeños trozos, tomo un cuchillo y trato de arrancar esos extraños objetos de la piel, luego de un par de minutos se dio por vencido al ver que solo lo esquivaban, tomo una toalla y corrió al baño, coloco el agua a la mayor temperatura posible y al ver que no daba resultado la enfrió con la misma rapidez, luego de más de media hora debajo de la regadera corto el agua y salió del baño, su cuerpo se oscilaba mientras pensaba en ir al médico, -me someterán a miles de exámenes y medicamentos-, susurro mientras se miraba el pecho, se recostó en la cama y vio que aquellas cosas estaban unas encima de las otras, se separaban como si fueran delgadas telas, trato de dormir pero sabía que no lo lograría, no lo había logrado en días y no lo lograría ahora, se pregunto si esas pequeñas esferas en realidad existían, es decir hace noches no dormía y ellas simplemente podrían ser producto de su imaginación, tomo un abrigo y salió a comprar algunos frascos de somníferos, luego de un par de minutos consiguió once pequeños tarros, abrió el primero y lo vacio por completo, al ver que no conseguía dormir destapo el resto y los desocupo en la boca, pronto sus parpados se comenzaron a cerrar lentamente.
La luz de la ventana daba directo a sus ojos, trato de abrirlos lentamente pero fue imposible, se levanto de la cama y comenzó a tropezar con los muebles, se dirigió al baño y se toco los parpados los cuales estaban babosos y cubiertos por pequeñas esferas, luego de dolorosos intentos logro recuperar un poco la vista, perplejo quedo al ver su cuerpo completamente cubierto por esas delgadas y pequeñas esferas, tomo unos cerillos con lo que podrían ser dos de sus irreconocibles dedos y los encendió, los arrimo al pecho y aquel tormento se volvió más grande cuando de una de aquellas esferas asomaba lo que parecía ser la cabeza de un pequeño animal.
-Pero qué clase de tortura es esta- exclamo mientras veía como miles de lombrices salían de lo que parecían ser sus huevos, en un par de minutos su cuerpo yacía sobre el suelo cubierto de estos pequeños anélidos, de repente una sensación en el cuello le cortaba la respiración, cientos de lombrices salieron de la nariz y la boca, el dolor se volvió más intenso cuando salieron de los ojos, en ese momento perdió la vista por completo, los pequeños animales comenzaron a comer lentamente de su carne, luego de un par de horas solo se veían sus huesos.

Fernando Guerrero

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