La incrédula. Por Dorotea Fulde Benke

«Pero una vez que lo obtuvo, ella no se conformó con la simple respuesta afirmativa.»
EL AMOR EN TIEMPOS DEL CÓLERA
Gabriel García Márquez

LA INCRÉDULA

 

Volvió a insistir, pidió una segunda opinión y luego una tercera. Sus brazos se llenaron de picotazos, su piel se resintió de ser frotada con tantos algodones embebidos en alcohol, incluso los esparatrapos hipoalérgicos terminaron por provocarle  excemas y rojeces.

Cuestionó los resultados, contrastó porcentajes y sintió como la desconfianza la invadía una y otra vez con náuseas y escalofríos. Mientras,  pasaron los días y las semanas. Debido a sus ataques de pánico comía sin ton ni son y empezó a engordar…

Cuando se cumplieron tres trimestres desde los primeros síntomas, su marido se había fugado con una dentista delgadísima y ella se puso de parto en el ascensor de la casa porque nunca se había creído que en lugar de una rarísima enfermedad que le hinchaba el vientre, estaba embarazada de gemelos a los que en el bautizo pondría de nombres «Quizás» y «Probable»…

LA INCRÉDULA

 

Dorotea Fulde Benke

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